sábado, 29 de diciembre de 2012

Felicitación navideña y chicos de cara a la pared

El famoso estudio Sting pictures ha preparado una felicitación navideña con la colaboración de todas las otras productoras de videos de spanking. A los que esteis familiarizados con estos videos os hará gracia ver a todas sus estrellas. El vídeo es muy simpático y lo podéis ver en este enlace.

Me sumo naturalmente a su felicitación y os deseo un estupendo 2013 a todos los lectores. Decoro la entrada de paso con una estupenda selección de fotos de chicos traviesos castigados de cara a la pared después de haber recibido su merecida azotaina. Unos de pie, otros de rodillas, en pijama, de uniforme, desnuditos, con las manos en la nuca, acariciándose el culete escocido ... A ver si os gustan tanto como a mí. Y por cierto, una de ellas es mía :-) ¿Alguien me reconoce?

De nuevo buen 2013 para todos.













miércoles, 19 de diciembre de 2012

Historia navideña

Don Miguel, un lector que se está convirtiendo en habitual del blog, ha dejado en un comentario un minirelato simpático y morbosete que viene de perlas para estas fechas. En cuanto a la otra petición que me hace, que es una foto mía recién azotado con elementos navideños alrededor, pues a ver cuando nos encontramos y me la saca usted, Don Miguel :-) Un abrazo para él y para todos los lectores. 

¿ Ho, ho hoooooo!

Estos días Santa está verdaderamente ocupado

Los pedidos de los niños, tiene la fabrica de juguetes a tope. Menos mal que utiliza métodos bastante mágicos para su producción porque sino…



Otra cosa que el trae de cabeza al bonachón de Santa es guardar un poco de disciplina entre sus ayudantes los Eelfos. ¿ Boys are boys ¡, suele exclamar utilizando esta típica expresión . Las travesuras, desobediencias y a veces triquiñuelas para escaquearse del trabajo, son bastante frecuentes. El es muy tradicional y sabe que la tipica azotaina en el culete al aire es el mejor y mas efectivo método educativo. Los Elfos de Santa saben muy bien que es estar sobre sus rodillas con las pompas al aire, avergonzados, recibiendo unos buenos azotes. 


Santa utiliza siempre su mano. Le gusta dar pausadamente buenos azotones bien repartidos en los jóvenes culitos de sus elfos. En muchas ocasiones los complementa con otros utensilios tradcionales. La señora de Santa le deja amablemente su cepillo de pelo, que tiene gran solera, y que lleva cientos de años calentando traviesas nalgas de los elfos. En faltas mas graves no duda en colocar al revoltoso elfo inclinado sobre su mesa u a cuatro aptas en su cama, con el culete bien expuesto y aplicar su curtida correa hasta que considera bien dosificado el castigo. 


También cuelga de su despacho una graciosa paleta de madera, no muy gruesa, decorada con bonitos motivos alusivos a la corrección de chicos traviesos. Esta es bastante utilizada, siempre con el Elfo inclinado sobre la ya sin pantalones , solo con sus calcetines de lana y sus piernas algo separadas mostrando avergonzado su trasero , su anito y sus huevetes colgando. Es muy avergonzante, pero muy útil, opina nuestro viejo grandullón favorito. No es tampoco inhabitual ver a algunos de los jóvenes pupilos colocado de cara a la pared con sus colorados traseros expuestos a modo de tiempo de reflexión avergonzándose de sus faltas. En fin, que son escenas entrañables en estas fechas que podemos ver allí en la lejana Finlandia, en la casa y taller de nuestro querido Santa Claus

¡FELICES FIESTAS A TODOS LOS BLOGEROS!

jueves, 13 de diciembre de 2012

Mensaje personal

Aunque no coincida con ninguna ocasión especial, ni con el aniversario del blog ni con un número redondo de entrada (esta es la entrada 177, por si alguien tiene curiosidad), hoy que tengo algo de tiempo lo aprovecho para enviar un mensaje de cierta nostalgia. Tal vez tenga algo que ver que se aproximan las fechas navideñas.

Lo cierto es que cuando inicié el blog, en abril de 2008, mi intención era llevar como un archivo público del material de spanking que llevaba tiempo coleccionando, que existiera una página con información sobre el tema en español, puesto que no había prácticamente ninguna, y contribuir a crear una especie de comunidad spanko de habla hispana para facilitar los encuentros y la comunicación entre nosotros. 

Pero tampoco quiero ocultar que otro motivo más egoísta que me impulsó a crearlo en su momento y a continuarlo después fue el que podría ser un medio de hacer contactos personales. Y me vais a perdonar que hoy haga un uso descaradamente personal de esta especie de tribuna electrónica y envíe un par de mensajes. En primer lugar, uno de disculpa a las personas con las que he tenido correspondencia por email durante algún tiempo, o con las que he quedado alguna vez en persona, y luego he ido perdiendo el contacto. A veces por simple falta de tiempo, o a veces reconozco que me he contagiado de la comodidad habitual en Internet de no contestar a un mensaje en lugar de dar una negativa cuando no me ha apetecido volver a tener un encuentro o no veo sentido a seguir chateando o intercambiando emails si veo que la otra persona no tiene intención de quedar. Puede interpretarse como cobardía, pero en mi caso creo o espero que es más bien porque lo veo más discreto o menos hiriente, pero si ha sido lo contrario y mi silencio ha ofendido a alguien, de verdad que lo siento.

Y el otro mensaje personal, un poco relacionado con el anterior, va dirigido a algunas personas con las que, no sé si por culpa mía o no por culpa de nadie, perdí el contacto hace mucho y me gustaría retomarlo si a ellos les apetece. Le envío un cariñoso saludo, si me lee, al tío Pit, que escribía unos relatos estupendos, sobre todo de zurras a chicas pero en los que muchas veces había también chicos traviesetes, que por desgracia no publicaba en la red y los enviaba solo en privado. También a uno de los primeros contactos electrónicos que tuve, allá por el año 99 si no recuerdo mal, con un chico de A Coruña al que le gustaba el spanking y el bondage. Por entonces era yo tan jovencito que no me atreví a quedar en persona; era muy majete, pero con los sucesivos formateos de ordenador y cambios de email perdí su correo, y siempre me he preguntado que habrá sido de su vida, seguramente tendrá novio y será muy feliz con él. Y luego un papá muy estricto y cariñoso con el que pasé un estupendo fin de semana en Barcelona hace ya años, que me había comprado un uniforme de chaleco y pantaloncito corto y todo (de hecho la imagen que aparece en mi perfil es de ese encuentro) y que entonces estaba a punto de casarse con su pareja de toda la vida. Si cualquiera de los tres me lee, sea ahora o sea dentro de a saber cuánto, me pondré muy contento si me escriben; no tengo ningún deseo de molestarles ni de proponerles encuentros si no les apetece, simplemente saber qué fue de ellos y mandarles un abrazo. Mi email, disponible para ellos o para cualquiera que le apetezca, es spainkophile@yahoo.es y está también expuesto a la derecha en el blog.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Disciplina en el campo de concentración

Muchos pensarán que las escenas y dibujos de castigos corporales en la antigüedad que se pueden ver en este blog o en otros, en los que se azota en el culo a prisioneros o infractores de normas, son fantasías eróticas, cuando la realidad es más bien lo contrario: en las películas normalmente son pacatos y prefieren mostrarnos a chicos que reciben el látigo, el cinturón o la vara en la espalda para evitar connotaciones eróticas o humorísticas,  como en el reciente estreno La isla de los condenados, cuando lo cierto es que los internos o detenidos, y más todavía los jóvenes, solían ser golpeados en el culo con los pantalones bajados en prisiones, salas de interrogatorios, instituciones militares, campos de prisioneros, etc., hasta tiempos bastante recientes.

Los azotes en el culo eran por lo tanto uno de los castigos más habituales en los campos de concentración nazis y algunos relatos de supervivientes de los mismos coinciden hasta cierto punto con esta secuencia de la película italiana de los años 70 Siete bellezas de Lina Wertmuller. Tal vez con la diferencia de que no he encontrado testimonios que corroboren que estos castigos solieran ser públicos como se puede ver aquí y que las nalgas desnudas no siempre eran azotadas con látigos sino a veces con palos e instrumentos rudimentarios. La reconstrucción fidedigna de los hechos se mezcla probablemente en la película con el morbo y con la estilización de sex-shop. El protagonista es Giancarlo Giannini (que recibía azotes en otra escena ya comentada de La pícara Rita), aunque por desgracia no es él el castigado sino tres jóvenes anónimos.


Hasta ahora había tenido reparos en compartir esta escena y hablar de su base real porque alguien puede considerarlo de mal gusto y pensar que me debería dedicar sólo a hablar de azotainas como práctica erótica mutuamente consentida. Pero lo cierto es que la iconografía nazi ha sido una constante en la pornografía casi desde el final de la Segunda Guerra Mundial y tampoco voy a ser yo el único que no la muestre; de todas formas aclaro que las prácticas sado duro no me atraen, aunque me puede dar morbo verlas.

Aquí tenemos una escena muy semejante, basada en este caso en un campo de concentración ruso durante la Primera Guerra Mundial, pero desde un prisma más amable y cómico (lo cual, si llevamos la corrección política al extremo, sería todavía más inadmisible). Se trata de la serie de televisión alemana Las aventuras del bravo soldado Schwejk, emitada en España en los años 80. Esta escena me marcó en mi infancia y pude recuperarla gracias a un amigo del blog que encuentra películas debajo de las piedras y al que le doy las gracias por ello.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Corporeal punishment

No es una errata, Corporeal (en lugar de corporal) punishment es el nombre de un cortometraje que se puede descargar de la red en este enlace (previo pago de una pequeña cantidad, eso sí). La historia del corto es curiosa, porque en principio se trataba de un videoclip musical. Finalmente la canción no se editó y diez años más tarde el autor decidió utilizar el material para un corto acerca de la experiencia de un alumno sometido a castigo corporal en su colegio. Ya me gustaría saber de qué iba la canción para la que grabaron estas escenas como videoclip ... Este es el trailer del corto:

  

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Relato de un encuentro

Espanquer, un buen amigo del blog y todavía mejor escritor, tiene la amabilidad de compartir con nosotros una muy erótica descripción de una azotaina entre un traviesillo y un papá estricto que se conocen bien. Muchas gracias, Espanquer.

Llegas a casa con tu mochila, sabiendo que te estoy esperando.
Sabes – te lo ha dicho un compañero - que me han llamado de la academia diciendo que has faltado a varias clases y por eso sabes que por fin te vas a llevar tu merecido. Cuando subes las escaleras, no puedes evitar pararte y pensar – y temer y desear –la que te espera.
Cuando entras me ves en el salón, tomando un café e intentas pasar disimulando. Pero no te sale bien. Te llamo y te hago ponerte ante mí y te pregunto qué es lo que ha pasado. Intentas excusarte pero a la primera mentira te cojo de la muñeca, me pongo a tu lado, te inclino un poco y te doy cinco o seis azotes con la mano sobre los fondillos del pantalón. Te sientes ruborizar y el calor de los azotazos en las nalgas te hace temer lo que te viene a continuación.
Entonces te hago incorporarte y te mando a tu cuarto para que allí te quites los pantalones y me esperes, vestido solo con la camisa, calzoncillos y calcetines,  de rodillas, mirando a la pared y con las manos en la nuca mientras me acabo de tomar el café...
Esperas un rato, sin dejar de pensar en la que te espera. Estás concentrado en tu trasero, al que notas estremecerse bajo la débil defensa de los calzoncillos. Te preguntas si será muy doloroso, y que cuantos azotes te voy a dar, y en qué posición… hasta que me oyes llegar. No te atreves a mirarme a los ojos.
Te hago levantar y te llevo al lado de la cama. Me siento. Como es tu primer castigo, te pongo en mis rodillas y te acaricio el trasero diciéndote la que te espera y que te voy a calentar a base de bien.
Con mucha calma, te subo el faldón de la camisa hacia arriba y te bajo el calzoncillo dejándote el culo al aire - tú notas la brisa en la piel que normalmente está siempre cubierta...
Levanto la mano y la dejo caer una y otra vez, mientras tú te agitas bajo los azotes... te doy una tanda larga y te acaricio la cabeza y la espalda al tiempo que notas tu trasero encenderse. Mueves el brazo derecho intentando proteger el culo de los azotes, pero notas como te lo sujeto firme contra tu espalda. Cruzo mis dedos con los tuyos para un mejor agarre y uso tu propio brazo de palanca para mantenerte sujeto y firme sobre mis rodillas.
Tras una última buena tanda de azotes, me paro sintiendo – disfrutando-  el peso de tu cuerpo en mis rodillas. Pongo mi mano en tu culo para ver si está ya caliente. Le noto sonrosado y vibrante... paso mi mano por tus nalgas siguiendo su suave curvatura y bajando hasta tus muslos y corvas. Meto mi mano entre ellos y bajo un poco más el calzoncillo...Mi mano izquierda te acaricia la cara y baja por tu torso acariciando tus pezones bajo la camisa...
“Si no hubieras intentado protegerte, ahora descansaríamos un poco” te digo. “Como lo has hecho, tenemos que seguir un rato”
Vuelvo a levantar la mano y la descargo de nuevo con firmeza en tu culo, dejándola reposar en él, agarrando cada nalga tras cada azote. Te suelto el brazo y tú, para mantener el equilibrio y evitar la tentación de volverte a protegerte el culo, te sujetas a mi pierna izquierda rodeándola con tu brazo. Sigue una nueva tanda de azotes que restallan sobre tu carne desnuda y ardiente.
 .Me vuelvo a parar...Esperas un momento mientras notas mi mano de nuevo pasar acariciando tus nalgas. Entonces te levanto y te mando un rato al rincón... los calzoncillos en las rodillas y el culo al aire
Estás así un rato que se te hace eterno, notando tu trasero caliente refrescado por el aire que le rodea, deseando tocarte pero sin atreverte. Me oyes hablar por teléfono detrás de ti y sabes que el menor movimiento implicará volver a repetir la sesión. “Sí” – digo al teléfono – “Estoy en ello… La verdad es que no sé como no lo había hecho antes... ¿Verlo? Bueno. Seguro que algún día coincides porque te aseguro que de aquí en adelante esto va a ser muy habitual… en cuanto lo necesite.”.
Me oyes dejar el teléfono y te llamo. “Ven aquí”. Tú me obedeces... tienes un poco de miedo y un mucho de deseo en los ojos... te acercas a mi trastabillando por los calzoncillos que te sujetan las piernas. Notas como nunca el roce del faldón de tu camisa en la piel de las nalgas... sabes que te espera otra tanda... pongo mi mano en tu culo y lo noto cálido y palpitante...
"¿Sabes lo que te espera, verdad?" te pregunto. "Sí, señor" respondes con voz algo trémula...
"Y sabes que te lo has merecido, verdad" afirmo más que pregunto. Tú bajas la cabeza... "sí, señor... me lo merezco..."
"Ven aquí" hago una seña y te pongo en mis rodillas esta vez en posición inversa... te sujeto el torso con el brazo izquierdo, llevo la mano derecha a posición y de nuevo suenan las palmadas al chocar mi mano contra tu culo. Te agitas, el ardor va subiendo... e incluso en un momento que acelero la azotaina agitas los pies.
"Por favor, señor, por favor"...dices... me paro con la mano en alto.
"Qué?".
"Por favor." Te doy dos azotes más y te levanto. Me miras y comprendes que has cometido un error… o no.
"Desnúdate"
"Por favor…" dices, incapaz de acabar la frase. Te miro y sabes que no te queda más remedio que obedecer. Te quitas la camisa y la dejas en la cama. Me levanto como un resorte y poniendo el pie en la cama te tumbo en mi rodilla y te doy once azotes fuertes puntuando cada azote con cada palabra. Te notas en volandas sobre mi muslo, indefenso y vulnerable.
"Te - he - dicho - cien -veces - que - la - ropa - hay - que - cuidarla"...
Te suelto y te llevas la mano al trasero, pero un manotazo te la hace retirar...
"Te he dicho que las manos quietas".
Te agarro la nalga izquierda con fuerza, haciéndote dar un respingo, y te digo:
"Este culo es mío, chaval...soy el único ahora mismo que lo puede acariciar o castigar... y te aseguro que a partir de ahora va a estar muchas veces caliente y coloradito por tus malas acciones"... te suelto. "Quítate el slip y los calcetines. Te quiero en cueros para que sepas lo que es bueno”.
Me acerco a la cama mientras tú te quitas, de pie, los calcetines, en una postura forzada que pone en pompa tu culo desnudo y enrojecido ante mis ojos... Colocas, esta vez sí, toda la ropa y te acercas, desnudo e indefenso, a mí...
Te pongo la mano en la barbilla y te hago levantar la mirada.
"Sabes que esto lo hago por tu bien, y te aseguro que siempre estaré aquí para corregirte".
Te pongo la mano en el hombro y vuelvo a poner el pie sobre la cama, poniéndote doblado sobre mi muslo... levanto la mano y vuelvo a darte azotazos en las nalgas, disfrutando del chasquido de mi mano sobre tus glúteos...Tú te estremeces…
Sabes que va a ser una larga tarde y que esta noche dormirás boca abajo en la cama… 

jueves, 8 de noviembre de 2012

El padre de la novia


Hace unos meses se armó cierto revuelo en Estados Unidos ante este vídeo, en el cual el padre de una chica menor se toma la justicia por su mano al enterarse de que el novio de su princesita era bastante mayor que ella y que ya habían consumado su relación. Os podéis imaginar el castigo que se le ocurrió para el picarón de su "yerno"; aunque algunos medios pacatos hablaban de "brutal paliza" podéis ver en el vídeo que es una azotaina con la mano y que el chico es todo un quejica. Aunque no hay que darle trascendencia, el vídeo no deja de darnos una idea de lo extendida que está la cultura del spanking en los países anglosajones.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Si las paredes hablaran

Vamos a echar un vistazo hoy a lo que ocurre dentro de las casas. Y es que, aunque no lo aparente desde fuera, muchas veces entre cuatro paredes se dan azotes con gran variedad de instrumental e intensidad. Estas son fotos de particulares que ellos mismos han distribuido voluntariamente por la red (o eso espero, por si acaso no incluyo ninguna foto donde se vean caras). Las he sacado del grupo Google de spanking entre hombres.










miércoles, 31 de octubre de 2012

El vampiro calientaculos

Creo que nunca había hecho una entrada de temática Halloween. Aquí tenéis el único dibujo que he encontrado al respecto: el conde Smackula (de smack, azote) castigando a un cazavampiros traviesillo. Es una creación de Jonathan, uno de los mejores dibujantes del mundo spanko masculino. 

Por otra parte, este año la productora Sting pictures se ha animado a ofrecer un estreno de temática Halloween, Sore (sore significa escocido y podría ser una parodia de la saga de terror Saw), con azotes de origen sobrenatural. Os paso el enlace deseándoos un feliz Halloween / todos los santos / Samaín o lo que sea:

jueves, 18 de octubre de 2012

Fraternidades y azotes de cumpleaños

En Estados Unidos es una vieja costumbre darle azotes a quien está de cumpleaños, en lugar de tirarle de las orejas. Ya había puesto algún vídeo en el blog sobre esta recomendable costumbre, pero la petición de un lector me da una excusa para poner este otro.


Otra tradición muy americana son los azotes con la pala en las fraternidades universitarias. He encontrado este vídeo con una escena muy simpática de este ritual en una película reciente de serie B. Una pena que no se bajen los pantalones, pero los chicos son muy guapos.

jueves, 11 de octubre de 2012

Madness, local con spank en Madrid

Me han contactado los responsables de Madness, el primer local de sexo en Madrid en albergar noches temáticas de spanking, al menos que yo sepa. En su página web anuncian que los sábados se dedican al fist y al spank, no sé si porque consideran que existe una relación entre ambas prácticas. Si alguien ha estado ya en alguna de estas noches de spank y quiere dejar algún comentario, sería útil para otros usuarios que vivan en la capital o pasen por ella. Aunque cada uno entienda y viva el spanking de una manera diferente y a algunos les interesará visitar un local de este tipo y a otros no, tener una opción más es siempre una buena noticia que me gusta apoyar desde aquí. Más información en su página web, www.mad-ness.es



lunes, 8 de octubre de 2012

D'austerlitz

Un amigo del blog me ha informado de una breve pero simpática escena de azotes (en realidad es poco más de lo que veis en la foto) en un videoclip del grupo francés D'austerlitz llamado Cut open. El chico que da los azotes a un miembro del grupo es un modelo llamado Matthieu Charneau y la escena es una más de las de fetichismo decadente y provocador que se muestran en el vídeo.


domingo, 23 de septiembre de 2012

Sk8ers




Sk8ers (es decir, skaters) es una web porno dedicada a lo que en el argot se conoce twinks, es decir, chicos muy jóvenes que son o que parecen adolescentes. Aún siendo una productora de sexo vainilla (no fetichista), los vídeos, como no podía ser menos tratándose de producciones alemanas, tienen un componente importante de fetichismo: sobre todo de pies y calcetines, pero muchos vídeos incluyen también unos cuantos azotes, como podéis ver en las fotos que he encontrado en su web. 

El vídeo de muestra que os presento se centra bastante en el spanking y por eso me ha animado a indagar sobre esta página y hablaros de ella; aquí tenéis lo que les pasa a los chicos malos que descargan pelis de Internet.


domingo, 16 de septiembre de 2012

La mano mecánica

He encontrado un vídeo muy gracioso en uno de estos programas tontorrones de MTV. Trata sobre una máquina para dar azotes; aunque no os lo creáis, existe literatura al respecto de los azotes automáticos. Está muy bien recopilada en este artículo; incluyo una foto de mi artefacto favorito, una máquina inventada en la segunda guerra mundial para castigar en el culo a los soldados torpones a la hora de disparar. Una pena que no fuera patentada, ¿no? En el vídeo el aparato es una mano gigantesca que penaliza al perdedor en un juego, que debe antes bajarse los pantalones; lástima que solo uno de los estupendos chicos que sale la prueba. 


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Both boy y su novio / amo

Me ha gustado mucho un blog personal que he conocido hace no mucho. Cuando digo personal quiero decir que es como un diario virtual en el que una persona va contando sus vivencias de los últimos días. Se trata de un chico sumiso, que se hace llamar Both boy, y que tiene una relación estable con un novio / amo que le ata, lo pone de cara a la pared durante ratos largos, le obliga a ponerse los calzoncillos que le gustan y no otros, le pone dispositivos de castidad, pañales y le da muchos azotes cuando no es tan obediente como debiera. Son simpáticas las anécdotas que cuenta, como cuando la llave del dispositivo de castidad se quedó una vez atascada y no había forma de abrirlo (!). 

Su relación se encuentra a medio camino entre el spanking puro y el s/m y el autor del blog la cuenta con mucha naturalidad, es muy morboso leerlo pero no es sensacionalista ni tampoco se ve un gran afán de exhibicionismo. Además de muchas fotos del culito del chico con marcas de los castigos a los que le somete su pareja, me atrae mucho cómo se explica la relación en las entradas del blog (esto solo para los que entendáis inglés, claro). 

En principio la castidad forzada, los pañales, los collares de perro, las esposas, etc. no son mi fetiche y no me atrae probarlas con desconocidos, pero creo que si tuviera una relación de pareja con un novio al que le gustaran estas cosas me resultaría natural explorar con él nuevas posibilidades dentro de una relación de dominación / sumisión, algunas originales (como ser obligado a beber aceite de hígado de bacalao). Sobre todo si en otros momentos el chico es cariñoso, como lo es al parecer el amo en esta relación. En realidad soy un romántico, y no lo digo con ninguna ironía, no veo ninguna contradicción entre una relación d / s y una historia de amor, de hecho lo primero debe ser también lo segundo, al menos para mí.

Os dejo el enlace para que disfrutéis de las fotos; quien entienda inglés que no deje de leer los textos. No he encontrado por ahora ningún blog de este estilo que explique tan bien lo que puede ser una relación de pareja con spanking.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Final del relato de Chiquitín


Esta entrada es en cierto sentido importante para mí; concluir este relato es algo que tuve pendiente durante tres años, y, ahora que lo acabo, mi intención es dejar aparcado el personaje de Chiquitín y escribir otras historias con un pie más en la realidad y no tan en el mundo paralelo de Chiquitín, su papi, etc. A ver esta declaración de intenciones en qué queda, porque luego hay que encontrar el hueco para ponerse a escribir y os aseguro que no es fácil. Pero bueno, por ahora aquí tenéis el final de este relato, y en principio de todas las aventuras de Chiquitín; veamos cuál es el secreto que nuestro amigo no le quiere contar a su papi. 

Gracias de verdad a todos los lectores que me han estado animando a escribir más relatos durante estos años.


Las aventuras de Chiquitín: Doble ración (tercera parte)

Aquí está la primera parte
Aquí está la segunda parte

Después de los primeros cuarenta azotes, Papi decidió dar un descanso a la vara y a las doloridas nalgas de Chiquitín, cruzadas desde la cintura hasta la mitad de los muslos por preciosas marcas. La belleza del culito castigado se completaba con el sonido de los sollozos del traviesillo, que con la eficaz acción del correctivo había cambiado su discurso y confesado muchas travesuras, pidiendo ahora perdón y clemencia. Aparte de la chocolatina consumida a escondidas, Papi se había enterado de alguna que otra falta, como negligencias en la limpieza de su habitación, utilización sin permiso de la televisión o de los videojuegos y pequeño etcétera. Desde luego el interrogatorio había sido efectivo; a partir de ese momento pensaba convertirlo en práctica habitual, para no pasar por alto ninguna menudencia, que no por previsible convenía dejar sin castigo.

No obstante, su suspicacia de papá no estaba del todo satisfecha. ¿Chiquitín, que ya conocía de otras ocasiones la severidad del interrogatorio, había llegado tan lejos sólo para ocultar unas chiquilladas como esas? Lo lógico sería que un par de azotes de la vara hubieran sido suficientes para la confesión y, tras un castigo razonable, Papi y su nene podían haber estado ya desde hace un buen rato reconciliándose y haciéndose cariñitos. Tenía que haber algo más; seguramente de poca monta también pero de alguna forma importante para el pequeño. Había que averiguar lo que era, puesto que un jovencito no debía de albergar ningún secreto sino ser totalmente transparente ante su papá. Y el gato encerrado estaba a punto de salir; unos chasquidos de la vara más y Chiquitín se derrumbaría y diría toda la verdad. Sobre todo si antes su castigado culito recuperaba la sensibilidad. Papi, con toda la sabiduría acumulada sobre como doblegar y someter a su nene, esperó con calma unos minutos y acarició casi cariñoso el culito expuesto ante él; el contacto con la piel escocida y ardiente aumentó su excitación.

Los gemidos y sollozos, que habían quedado casi atenuados, se convirtieron en gritos de pánico cuando la vara volvió a atacar los cuartos traseros del traviesillo. Tres o cuatro azotes más bastaron para que el chico empezara a llorar a moco tendido.

“¡Papiiiii, por favor, te lo contaré todoooooo, buaaaaaaaaaa!”

“¿Qué es todo, Chiquitín?” La vara golpeó inmisericorde una vez más.

“Lo que ha pasado… ¡hip! … en los entrenamientos … ¡hip!”

Vaya, vaya, por fin habían llegado a donde había que llegar. Un último azote no vendría nada mal para reforzar el mensaje, y Papi lo asestó sin vacilación. A continuación desató con calma las manos y piernas de Chiquitín, entumecidas por los forcejeos, mientras el muchacho poco a poco transformaba los hipidos, lloros y balbuceos en algo parecido a palabras, aunque todavía de escasa coherencia.

“Entrenador … cosas feas …. retraso …. camino a casa …. promesas …. huir …”

Parecía que el asunto podía ser más serio de lo que aparentaba al principio, pero no había que ponerse nervioso. Papi ayudó a Chiquitín a ponerse en pie y lo abrazó muy fuerte, acariciándole el pelo y el culito ardiente durante un buen rato.

“¿Ves lo que pasa por no contarle las cosas a Papi? Bueno, para ya de balbucear. En un momento te sientas en las rodillas de Papi y se lo confiesas todo, con calma y sin omitir ni un detalle, ¿estamos?”


Ya algo más tranquilito, sentado desnudo sobre las rodillas de Papi en el sofá del salón, Chiquitín le relató como un niño bueno todos los detalles de las clases de entrenamiento que hasta ahora había ocultado. Papi ya conocía la historia oficial: que el entrenador recibía en el patio a los chicos rezagados que salían últimos del vestuario bajándoles el pantalón de deporte y calentándoles el culito, que les hacía correr, competir entre ellos y hacer flexiones, y que vigilaba que no pasara nada raro en las duchas; cualquier mal comportamiento en el vestuario suponía probar la pala. Los otros chicos que entrenaban tenían diferentes perfiles; los había que simplemente habían cogido un poco de sobrepeso en opinión de sus papás, como el caso de Chiquitín, pero también deportistas semiprofesionales, algunos atletas y otros jugadores de balonmano o rugby muy musculosos y desarrollados, entre ellos el hijo del entrenador, al que Papi había conocido de casualidad aquella mañana.

Este último y sus amiguetes estaban orgullosos de su musculatura y se mostraban prepotentes con los chicos más jóvenes o menos corpulentos; Papi no le había dado en su momento demasiada importancia a las bromas un tanto pesadas que les gastaban a Chiquitín y pensaba que el muchacho no debía ser mimoso y tenía que adaptarse al grupo. Todas las burlas tenían lugar naturalmente sin conocimiento del entrenador, que de intuir cualquier tipo de falta de respeto a un compañero restablecía rápidamente el orden mediante dos docenas de palazos sobre las redondas y musculadas nalgas del transgresor, que debía ponerse en posición con el pantalón bajado en presencia de todo el resto de la clase, convertidos en encantados espectadores. Era en el camino de vuelta a casa donde salían darse los problemas; empujones, collejas, bromas de mal gusto, entre varios agarraban a Chiquitín, le bajaban los pantalones, le daban palmadas en el culo …. Nuestro amiguito no había contado nada a Papi para no ser un chivato.

No obstante, un día que los amiguetes cómplices del hijo del entrenador no estaban, y por lo tanto éste no podía sentirse fortalecido por sus compinches, Chiquitín, en lugar de intentar escapar de él como siempre hacía, salió a su encuentro y le plantó cara, retándole a que si tenía algún problema con él se lo dijera a solas como un hombre.

El hijo del entrenador, ante el coraje demostrado por un pequeñín al que le sacaba unos veinte centímetros, se mostró perplejo en principio, y divertido a continuación. Ante la sorpresa de Chiquitín, el gigantón estalló en carcajadas; comprobó con calma que nadie podía verlos y le agarró inmovilizándole los brazos y tapándole al mismo tiempo la boca.
“Qué gracioso; desde luego tienes lo que hay que tener, nene; pero creo que hay que enseñarte cuál es tu lugar, quién es el hombre aquí y quién el niñito”

Ante la impotencia de Chiquitín, el grandullón no tuvo ningún problema en bajarle el pantaloncito, arrastrarlo hasta una piedra lo suficientemente grande para permitirle sentarse en ella, y poner al pequeño sobre sus rodillas para propinarle una buena azotaina.

“Ya te enseñaré yo”, PLAS, “a respetar a los que son mayores que tú”, PLAS; “no eres más que un crío”, PLAS, “yo soy un hombre”, PLAS, “y cada vez que no me muestres el debido respeto”, PLAS, “te voy a poner el culo como un tomate”, PLAS, ….

Los azotes, rápidos pero contundentes, no acabaron hasta comprobar el grandullón que Chiquitín tenía ya el culito bien rojo, momento en el cual empezaron a ser sustituidos por manoseos y pellizcos. La mano del grandullón no tardó en palpar también el miembro de Chiquitín y en observar con gran satisfacción que el jovencito estaba excitado con su castigo. El pequeño, incapaz de soportar tanta humillación, comenzó a lloriquear.

“¿Por qué eres tan malo? Yo no te hecho nada y te metes siempre conmigo”.

El grandullón se echó a reír de nuevo con desenfado ante la ingenuidad de Chiquitín; le propinó tres o cuatro azotes más, lo puso en pie y, para sorpresa mayúscula del pequeño, lo estrechó entre sus brazos y comenzó a besarlo.

“Mira que eres tonto. ¿No ves que me meto contigo porque eres el más guapo del equipo y el que más me gusta? Tienes un culito precioso”.

Chiquitín comenzó a forcejear, lo cual excitó todavía más al grandullón, que le introdujo la lengua hasta el esófago mientras le impedía moverse con sus poderosos brazos y sus piernas, que rodeaban las del pequeño.

“Estate quieto, o te llevas otra zurra. No te hagas el remilgado, porque yo también te gusto a ti. Tu amiguito de ahí abajo no puede mentir aunque tú lo intentes”.

Y así se sucedieron los azotes, los pellizcos y los agarrones, intercalados con besos, abrazos y caricias, no solo ese día sino durante y después de todos los entrenamientos siguientes. Cuando nadie los veía, el grandullón le guiñaba el ojo a Chiquitín, le robaba un beso o le daba un azote en el culo, preludio de la tensa pero dulce lucha que ambos esperaban con impaciencia al acabar la clase, y en la que siempre era el mismo el que perdía, aunque en realidad no estaba nada claro que la derrota fuese tal.

Papi escuchaba el relato entre estupefacto e indignado, más aún al preguntar por los detalles más íntimos y descubrir que los últimos forcejeos entre los dos amiguitos habían acabado con Chiquitín de rodillas haciendo los servicios con la boca que a Papi tanto le gustaban y que pensaba que sólo él recibía. Aunque le complacía la nobleza de su nene, que podría con relativa facilidad hacerse pasar por víctima de abusos por parte de otro chico más grande y fuerte que él, le mortificaba lo tonto que había sido al creer que el culito rojo que Chiquitín traía a casa después de cada tarde de deporte era siempre obra del entrenador sin verificarlo, y que ciego había estado al malinterpretar el sonrojo del hijo del entrenador aquella mañana cuando su papá había hablado de los azotes a Chiquitín. Tenía buenos motivos para ponerse rojo ese sinvergüenza.

Y naturalmente se reconcomía de celos al ver cómo su nene defendía a su agresor, que al parecer estaba realmente enamorado de Chiquitín. Pudiendo haberse limitado a abusar de él como del resto de los chicos menos atléticos del equipo, había dejado de manosear y acosar a los otros y se centraba exclusivamente en su nene. Sus intenciones eran serias y había llegado a proponer a Chiquitín en varias ocasiones hablar con sus respectivos padres y pedir la emancipación al Consejo de la ciudad, junto con el permiso para adoptarle y convertirse en su nuevo papá, a pesar de su juventud. Chiquitín no quería contar detalles que pudieran ser hirientes para Papi, pero la insistencia de éste le llevó a revelar conversaciones íntimas con el chico grandullón, en el que éste se consideraba con más aptitudes para ser papá.

“Así que tu papi permite que tu jefe, tu entrenador, tu tío y a saber cuántos otros te vean el culito y te lo zurren; cuando yo sea tu papá tu culito será solo mío y nadie más lo verá ni mucho menos lo tocará. Y nada de ir a playas nudistas; sólo yo te veré desnudo, de hecho te tendré desnudito y a mi merced en casa. Te daré una buena zurra todos los días para que  tengas claro quién manda; y luego te comeré a besos. Y ese culito tan rico que tienes no se va a llevar solamente azotes, va a haber mucho más entre tú y yo”.

Dentro de su enfado, Papi se esforzó en sonreír ante la ingenuidad de los jóvenes; aún en el caso de que los locos sueños del grandullón se hicieran realidad y consiguiera convertirse en el nuevo papá de Chiquitín, con el tiempo acabaría prestándose a intercambiar a su nene con otros papás para a su vez tener acceso a algunos otros de los culos bonitos que había en la ciudad. En fin, tampoco era conveniente quitarles la ilusión a los jóvenes. Sí lo era, desde luego, poner todo este asunto en conocimiento del entrenador y decidir entre los dos papás los castigos necesarios. Papi levantó a Chiquitín de sus rodillas y con cara severa y un azote preventivo lo envió cogido de la oreja hasta la esquina de la habitación, donde se quedaría durante un buen rato. Y pobre de él como se moviera de allí o como bajara las manos de la nuca.

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Arriesgándose a llevarse un buen azote, Chiquitín giró la cabeza tímidamente; su campo visual, hasta entonces ceñido a la pared que tenía a un palmo de la nariz, fue ampliándose y descubriéndole que se encontraba a solas en el salón. Se atrevió a separar los brazos, que tenía ya entumecidos; Papi lo tenía bien entrenado y había aprendido a aguantar ratos realmente largos con las manos en la nuca, pero notaba que no podría resistir mucho tiempo en esa postura y eso, si su papá seguía tan enfadado, lo cual era más que posible, le valdría una nueva azotaina. Más pronto que tarde se llevaría más azotes, por lo que había que aprovechar la ocasión para acariciarse e intentar aliviar el escozor en el culo, todavía caliente, muy sensible y casi seguro que marcado aún por la vara.

Un ruido le hizo girarse de cara a la pared y devolver las manos a la nuca muy rápidamente, aunque no lo suficiente para un papá perspicaz y acostumbrado a los trucos de los traviesillos. Chiquitín apenas tuvo tiempo de percibir con estupor que había sido cazado; enseguida Papi le agarró las manos inmovilizándolas a la espalda mientras le propinaba una retahíla de azotes.

“¿Quién … PLAS … te ha dado …. PLAS ….. permiso ….. para moverte, ……, jovencito? “… PLAS …. PLAS …. PLAS …

Cuando la tonalidad del rojo de ambas nalgas logró la intensidad y la uniformidad adecuadas, Papi soltó las manos del chico y lo giró. Bien educado, Chiquitín bajó ligeramente la cabeza sin atreverse a mirar a su papá directamente a los ojos, lo cual le hubiera valido algún azote más.

“Desde luego, no tienes remedio. Anda, vístete, que tenemos visita”

Sobre el sofá aparecía la ropa que Papi había ido a buscarle; nuestro amigo seguía desnudito, y así se habría quedado de no ser porque al parecer estaban esperando a alguien. Chiquitín sabía que los niños buenos no hacen preguntas, pero Papi decidió en aquella ocasión satisfacer su curiosidad.

“Viene tu amiguito con su papá el entrenador”

Chiquitín intentó disimular pero una mueca de tristeza asomó a sus labios. Le daba mucha vergüenza volver a ver a su amigo especial delante de Papi después de las travesuras que habían hecho juntos. No se arrepentía de delatarle, puesto que había hecho lo correcto y lo que era lo mejor para los dos, pero le entristecía pensar que el chico sería castigado, y severamente además.

“El entrenador y yo hemos hablado largo y tendido por teléfono; como está claro que los dos habéis sido culpables y desobedientes creemos que debéis ser castigados juntos. Ellos dos han tenido ya una charla y ahora vienen hacia aquí; os habéis pensado que erais ya mayores y desde luego que vamos a poneros en vuestro sitio. Vais a ver lo que les pasa a los niños que hacen travesuras y abusan de la confianza de sus papás”

El chico estaba tan compungido que Papi tuvo que reprimir el impulso de estrecharlo entre sus brazos. Ya habría tiempo para la reconciliación, pero antes estos dos traviesillos debían recibir su merecido; se limitó a señalar con el índice la ropa para que Chiquitín se vistiera. Naturalmente no le había proporcionado ropa interior; mientras el muchacho se subía el pantalón corto y ceñido, su papá se relamía pensando en los muchos azotes que iban a tener lugar en ese mismo salón en unos minutos, y no en uno sino en dos deliciosos culos.

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“Acaban de llamar a la puerta. No te muevas de ahí, jovencito”

Menos mal, Chiquitín no habría podido aguantar ni un minuto más con las manos en la nuca. Ahora un último esfuerzo para que cuando entrase el entrenador se encontrase al chico obediente en su lugar de castigo de cara a la pared, con su camisa blanca y sus pantalones muy cortos, que de hecho dejaban a la vista las marcas de la vara sobre sus muslos.

Los pasos de los visitantes se aproximaban. Sin darse la vuelta ni bajar las manos mientras no le dieran el permiso para ello, Chiquitín se encontró rápidamente con compañía a su lado. El chico grandullón, traído firmemente de la oreja por su papá, ocupó su puesto de cara a la pared.

“Tenemos que hablar largo y tendido con vosotros dos; parece que no tenéis muy claro que tenéis que respetar y obedecer a vuestros papás. Daos la vuelta; las manos que sigan en la nuca”

Los dos chicos se giraron sin atreverse a despegar las manos de la nuca ni a mirar a los ojos de los mayores, lo cual habría sido interpretado como un desafío. Se produjo un tenso silencio, interrumpido por el entrenador, que se dirigió a su chico.

“Nene, no sólo me has faltado al respeto a mí con esas locuras de creerte mayor, sino al papá de Chiquitín; en casa te has llevado ya una buena tunda pero ahora te pongo en sus manos, está muy en su derecho de castigarte”

“Ven aquí, jovencito”, ordenó Papi.

Grandullón se acercó, obediente y cabizbajo. Para Chiquitín, acostumbrado a ver a un joven desenvuelto y un tanto vanidoso que se comportaba como un adulto delante de los compañeros más jóvenes, fue chocante verlo sumiso, la mirada baja y las manos en la nuca, y vestido con ropa de niño, camisa gris, corbata y un pantaloncito casi tan corto como el suyo y más ceñido si cabe, que dejaba también al aire unos muslos enrojecidos y evidentemente bien castigados antes de venir.

Los dos chicos no pudieron dejar de percibir que los papás, que permanecían de pie con expresión muy severa, habían colocado sobre la mesa un amplio repertorio de instrumentos destinados a la educación de jóvenes díscolos: un cepillo de grandes dimensiones, una regla de madera recia, un cinturón de cuero y un sacudidor de alfombras se encontraban a disposición de los mayores, que no se lo pensarían dos veces si consideraban conveniente emplearlos con aquel par de traviesillos.

Sin apartar los ojos de Grandullón, Papi se sentó en el sofá y, con calma, buscó y desabrochó el botón del pantaloncito del joven, le bajó la cremallera y tiró de la prenda, que habría insistido en ceñirse a sus gruesos muslos de no ser por la persistencia de las manos de Papi. Los pantaloncitos pasaron de las rodillas a los tobillos del chico, dejando al descubierto unas redondas, musculosas y coloradas nalgas ante los ojos de Chiquitín y un miembro de considerables dimensiones ante los de Papi, que tuvo que contenerse para no pestañear. Desde luego, el muchacho estaba dotado para ser un buen papá en un futuro no tan lejano. Obediente, grandullón levantó un pie y luego el otro para despojarse definitivamente de una prenda que evidentemente no iba a necesitar durante el resto de la noche.

“Sobre mis rodillas”

Chiquitín contempló con admiración el combate que tuvo lugar durante los minutos siguientes entre el corpulento y espléndido culo del muchacho y la no menos fuerte y vigorosa mano derecha de Papi, que acabó doblegando las nalgas ofrecidas sobre su regazo con la aplicación de un sonoro castigo, aunque para ello tuvo que esforzarse al máximo y acabar con la palma casi igual de colorada que los cuartos traseros del joven. Acostumbrado al culito más suave y menos trabajado de Chiquitín, Papi se encontró ante un reto del cual, tras un instante de duda inicial, tuvo claro que saldría airoso, sobre todo al aplicar con maestría una serie de manotazos sobre el extremo superior de los muslos del joven que lo llevaron a proferir casi un alarido. Grandullón, aunque muy contra su voluntad, no pudo sino empezar a gemir ante el ardiente escozor que sentía en su voluminosa retaguardia, mientras retorcía las piernas abriéndolas más y exponiendo su agujerito más íntimo ante un Papi cada vez más excitado.

El entrenador contemplaba el castigo con aprobación ante aquel papá que demostraba sin complejos cómo un hombre de verdad debía tratar a un nene consentido; Grandullón aprendería a comportarse ante el resto de los adultos como el niño obediente que era con él en casa, y olvidarse de sus fanfarronerías y de jugar a ser mayor.

Una vez demostrado que podía someter a aquel casi hombretón sin más ayuda que la de su potente mano, Papi lo levantó de su regazo. Teniendo claro que la sumisión absoluta era la única opción, Grandullón se apresuró a colocar las manos en la nuca, sin por supuesto plantearse el tapar su miembro ni su culo y sus muslos rojo intenso del resto de los asistentes. Papi le indicó que acabara de desnudarse; un par de minutos más tarde, el hermoso y atlético cuerpo del joven se tumbó dócilmente a lo largo del sofá, siguiendo las indicaciones de quien estaba al mando en ese momento. Papi levantó los tobillos doblando al sumiso muchacho como a un bebé al que le van a cambiar el pañal y descubriendo un bellísimo cuadro: las nalgas rojas, calientes y completamente abiertas del travieso, descubriendo y exponiendo con generosidad sus secretos más íntimos.

Manteniendo las piernas de Grandullón bien arriba, abiertas y separadas, con una mano, Papi tomó la regla de madera con la otra y comenzó a propinar sobre el culo ofrecido e indefenso ante él una contundente paliza. Los intensos reglazos enseguida se vieron acompañados de roncos gemidos por parte de la víctima, que pagaba un doloroso precio por las travesuras cometidas con Chiquitín. Por otra parte, la compasión que sentía este último se veía superada por la admiración a su Papi; ver cómo dominaba sin titubeos a quien él había llegado a considerar como un gigante le provocó una mezcla de amor, orgullo y deseo de someterse todavía más ante quien estaba claro que era el auténtico hombre en su vida. Grandullón era simpático y muy guapo, pero no pasaba de ser un niño fanfarrón que jugaba a ser un papá.

El entrenador distrajo a Chiquitín de su fascinación por los azotes a su amigo, tomándolo sin contemplaciones de la oreja.

“Yo también tengo unas cuantas cosas que hablar contigo, nene. A ver si te piensas que puedes utilizar mis clases para hacer cochinadas con tus compañeros. Desnúdate ahora mismo”

Enseguida los reglazos de Papi tuvieron que competir en intensidad con los impactos del cepillo del entrenador sobre el culito de Chiquitín. Y sería difícil saber cuál de los chicos desnuditos gritaba más fuerte ni quién de ellos tenía una mayor sensación de estar sentándose sobre brasas ardientes.
Una vez los dos culos hubieron logrado una tonalidad casi escarlata, los muchachos fueron consolados brevemente sobre las rodillas del papá del otro; no obstante, los mayores consideraban que la compensación por las travesuras de sus chicos precisaba también de un buen servicio de satisfacción oral que los relajara de tanta tensión. Chiquitín y Grandullón se arrodillaron obedientemente en el suelo delante cada uno del hombre que acababa de castigarle y, con la misma sumisión, bajaron la cremallera de su pantalón. Mientras agarraba firmemente, apretándola contra sí, la cabeza del hijo del entrenador, la dulzura y habilidad de la lengua del muchacho fueron toda una sorpresa para Papi, mientras el entrenador no era precisamente menos dichoso gozando del para nada inferior talento oral de Chiquitín, ya conocido por otros de los amigos de su papá.

Esta muestra de buen comportamiento de los chicos fue premiada con muchos mimos, aplicaciones de pomada que consiguieron reducir un poco la temperatura de sus nalgas, y con un resto de la noche muy relajado, en el que las travesuras de los jóvenes parecían olvidadas. No obstante, antes de irse de vuelta los invitados, los dos papás acordaron que cada muchacho se llevaría, durante un tiempo indefinido, una buena azotaina antes de irse a la cama. La noticia, recibida con pesar por los dueños de los culitos todavía  muy enrojecidos, fue compensada con el anuncio de que durante esa temporada tendrían también derecho a ración doble. Grandullón y Chiquitín, hartos de la penuria de sus comidas y cenas, sonrieron encantados.

Al día siguiente, no obstante, Chiquitín descubrió el auténtico significado de la doble ración cuando la cena fue tan raquítica como siempre desde que había comenzado la dieta, y más tarde Papi apareció en su habitación provisto de un grueso cinturón; la azotaina prometida esa noche y las siguientes sería doble, la primera mitad con la mano y la segunda con un instrumento elegido de la amplia colección de la que disponía Papi.


Mientras el travieso jovencito se iba quedando dormido, boca abajo naturalmente, después de muchos sollozos, Papi marcó el teléfono del entrenador mientras seguía acariciando el ardiente culito y los muslitos rojo granate con la otra mano, y recibió satisfecho la confirmación de que otro traviesillo acababa de recibir el mismo tratamiento y también tendría doble ración durante muchos días.

domingo, 26 de agosto de 2012

Jean Louis Trintignan se enfada y Giancarlo Giannini se lleva una azotaina

Soy tan desastre que se me había olvidado que tengo una cuenta en YouTube en la que subía las escenas de azotes en películas. Me ha costado lo mío recuperar la contraseña; a ver si no me cierran la cuenta porque ya sabéis que YouTube es como la inquisición y funciona con denuncias anónimas, ante la duda tus vídeos desaparecen y punto.

Acabo de subir dos escenas de películas de los 60-70; la primera es Las secretas intenciones, una rareza del cine español de la época dirigida por un tal Antonio Eceiza. El protagonista, Jean Louis Trintignant, un actor muy atractivo para mí por alguna oscura razón, se comportaba de una forma muy extraña durante toda la película y, en el momento que os pongo aquí, tenía un estallido de violencia y la liaba a tortas, o más bien a azotes y patadas en el culo, con una pareja. Los azotes al marido no se ven con la claridad que me habría gustado pero la escena sí me llamó la atención al ver la película.


La segunda es de La pícara Rita o Rita la zanzara, un vehículo de lucimiento para Rita Pavone, una estrella pop italiana de la época, dirigida por Lina Wertmuller (1966). Aquí la escena de azotes es más divertida; Giancarlo Giannini, un galán del momento, se disfrazaba de hippie y, tras un concierto yeyé, se enfrascaba en una pelea con un maduro borracho que no dudaba en darle una merecida azotaina.

martes, 21 de agosto de 2012

El vídeo de las vacaciones




Seguro que todos tenéis amigos, parientes o compañeros de trabajo pesados que en estas fechas al volver de las vacaciones os enseñan montones de interminables vídeos y fotos .... pues me temo que esta vez voy a ser uno de esos y os voy a mostrar algo de lo que he hecho estas vacaciones, en las que reconozco que he sido un poco traviesillo y ya veis en que líos me he metido. 

También he tenido varias ocasiones de dar yo zurras, que es algo que cada vez me gusta más, aunque no tenga fotos que enseñar.