tag:blogger.com,1999:blog-49337026593553762102024-02-19T04:44:13.489+01:00Spanking para chicosBlog para adultos amantes de las azotainas entre hombres.Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.comBlogger243125truetag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-13377530347130394442017-12-16T12:47:00.003+01:002017-12-17T04:42:06.380+01:00El regreso de Chiquitin<div style="text-align: justify;">
Ya veis que el blog, aunque cerrado, colea de vez en cuando para publicar historias. Y, aunque los relatos de Chiquitín también estaban cerrados, pues ya sabéis que ahora todos los clásicos vuelven :) Bromas aparte, me han pedido la continuación de Chiquitín varias veces, y ahora un traviesillo me ha dado el ánimo que me faltaba. Si os gusta y queréis segunda parte, los comentarios por aquí o por correo se agradecen. Por cierto, esto no significa que no vaya a continuar con Tristán.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un abrazo a los que todavía me leéis a pesar de que me prodigue tan poco, os lo agradezco muchísimo.</div>
<br />
<br />
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LAS AVENTURAS DE
CHIQUITIN: CHIQUITÍN APRENDE IDIOMAS</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Primera parte</div>
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<br />
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<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Nuestro traviesillo
favorito volvía a encontrarse en una posición muy familiar para él:
cara a la pared con las manos, que le pesaban terriblemente, en la
nuca, los pantalones por los tobillos, los calzoncillos por las
rodillas y el culito desnudo y ardiente el aire. Aunque era una
situación que atravesaba a diario, con la misma frecuencia con la
que perpetraba sus trastadas, era demasiado incómoda para conseguir
acostumbrarse a ella y frenar la ansiedad de liberar los brazos y de
acariciarse las nalgas para mitigar el escozor de la reciente
azotaina. El compartir el castigo con otro jovencito igualmente
travieso, su primo Misha, le proporcionaba escaso consuelo; la visión
por el rabillo del ojo del culito redondo e intensamente colorado del
otro joven le recordaba que su propio trasero, no menos redondito y
carnoso, estaría igual de rojo y caliente, y además el que su
primo, más pequeño que él y que solo llevaba unos pocos meses
recibiendo la educación a la antigua de obediencia y castigo
corporal en la que creían tanto Papi como el tío Sergio, resistiera
el dolor y la molestia con frialdad eslava sin lloriquear ni
inmutarse aparentemente le incrementaba la rabieta todavía más.</div>
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<br />
</div>
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Chiquitín hizo un
esfuerzo por no echarse al suelo y patalear, lo cual le hubiera
valido una nueva zurra, y se secó con una sola mano las lágrimas
que todavía brotaban, dejando la otra en la nuca. La tentación de
aprovechar el momento para bajar la mano hasta sus nalgas e intentar
apaciguar el picor fue demasiado fuerte. Al no escuchar amenaza ni
reacción por parte del tío Sergio, que era quien supervisaba al
castigo de los dos jóvenes, el travieso se frotó su culito redondo
y apetitoso con ambas manos, intentando traspasar a estas el calor
generado por los azotes. El momento de relax y alivio duró poco más
de un par de segundos, hasta que notó primero los pasos sigilosos y
rápidos de su guardián, y un instante después una nueva oleada de
calor, esta vez en su oreja.</div>
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<br />
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Quién te ha dado
permiso, jovencito? No han pasado ni diez minutos y tenéis media
hora de castigo.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Aaaaay, perdón, tío
Sergio, duele mucho. Aaaaaaau ...</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
La mano fuerte liberó su
oreja pero solo para agarrarlo por la cintura mientras la otra mano
descargaba una ráfaga de azotes sobre el culito desnudo y ya
previamente dolorido.</div>
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<br />
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Uuuuy, ahora duele
máááás ...</div>
</li>
</ul>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Ahí quietecito sin
mover ni un pelo o te dejo sin culo y sin orejas. Aprende de tu
primo.</div>
</li>
</ul>
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<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Afortunadamente tío
Sergio no vio el mohín en los morritos de su sobrino al salir
perjudicado en la comparación con el otro peque presente o de lo
contrario Chiquitín se habría llevado otra tanda de azotes y el
tono de su culito se habría acercado todavía más al granate. Tras
secarse un nuevo par de lágrimas, provocadas más por la rabieta que
por el dolor, el travieso logró por fin apaciguarse un poco y
reflexionar sobre las travesuras, más que circunstancias, que le
habían llevado a merecer su castigo.</div>
<div align="JUSTIFY" style="border-bottom: 7.50pt double #000000; border-left: none; border-right: none; border-top: none; margin-bottom: 0cm; padding-bottom: 0.07cm; padding-left: 0cm; padding-right: 0cm; padding-top: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
La culpa había sido, una
vez más, del tonto empollón de Misha. Al tío Sergio se le caía la
baba hablando de su nene, lo cual no le impedía, sino todo lo
contrario, darle buenas azotainas cuando su comportamiento, su
rendimiento o su obediencia no eran impecables e inmediatos; a los
pocos meses de su adopción no solo era sumiso y respetuoso y hablaba
un español más que aceptable, sino que estaba además aprendiendo
también inglés a toda velocidad. Cada vez que oía hablar de los
progresos lingüísticos de su sobrino, Papi miraba a Chiquitín y
fruncía el ceño recordando que llevaba años pagando clases para
que su peque no pasara de tener una conversación básica en la
lengua de Shakespeare.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
La noche del día en que
Misha aprobó su primer examen oficial de inglés, Papi retorció la
oreja de Chiquitín y lo puso de cara a la pared bajo la amenaza de
una zurra con el cepillo mientras lo apuntaba en un curso online.
Tras matricularlo, le enseñó la alternativa si no conseguía
resultados rápidos en el curso electrónico conectándose a la
página web de un estricto y maduro profesor inglés nativo que, vara
en mano, garantizaba buenos resultados a base de métodos pedagógicos
británicos tradicionales. En la web aparecían fotos de los traseros
desnudos de los jóvenes alumnos del profesor con abundantes marcas
de vara como ejemplo; el publicar las fotos era un castigo añadido
para quienes no alcanzaban el estricto nivel exigido en sus clases, y
el docente, cuyo prestigio profesional no le quitaba la fama de
bribón al que le gustaban mucho los chicos guapos, anunciaba
posibles descuentos para alumnos con culitos jóvenes, suaves y
redondos.</div>
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<br />
</div>
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Asi que Chiquitín se
había matriculado en un curso online; el traviesillo era un gran
aficionado a Internet pero, precisamente por eso, la tentación de
pasar de la plataforma del curso a la de uno de sus juegos favoritos
era demasiado fuerte teniendo el teclado y el ratón entre sus manos.
Una tarde se ganó una intensa y merecida zurra cuando Papi lo pilló
con la ventana de su juego favorito minimizada y la del curso
inactiva por llevar un rato largo sin interacción por parte del
alumno. La segunda vez que fue pillado en las rondas de control que
hacía Papi por sorpresa, la larga y severa azotaina con el cepillo
dejó una impresión más duradera tanto en el culete como en el
ánimo del peque. Por fin este empezó a tomarse en serio el curso y
a avanzar y conseguir algún que otro resultado. A Papi le gustaba
mucho cuando su chiqui entraba de golpe en su despacho o en el salón
y saltaba prácticamente en su regazo mimoso y alborozado por sus
éxitos en alguna de las lecciones, llenando a su papá de besos y
esperando recibir a cambio otros tantos; normalmente sus deseos de
mimos se veían complacidos, aunque la petición de una dosis de
caramelos y golosinas a cambio de sus esfuerzos lingüísticos solo
conseguía como resultado un tirón de orejas o un par de azotes
contestados por pucheros que Papi encontraba adorables.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
El traviesillo presumía
tanto de sus avances y proezas que Papi, conocedor de su pico de oro
y de sus castillos en el aire, decidió ponerlo a prueba de manera
objetiva y programar un examen de su curso online. Controlaría los
resultados el tío Sergio, con más conocimientos de inglés, y así
lo haría coincidir con las lecciones que este impartía a su Misha
recién adoptado tres veces por semana. Las instrucciones de Papi a
su hermano, dichas en presencia de Chiquitín, eran las de propinar
una buena azotaina en el culito desnudo a su sobrino si el resultado
del test bajaba en lo más mínimo del umbral de excelencia pregonado
por el nene. Tan fantasioso, despreocupado e indolente como era
habitual en él por su naturaleza traviesa, el traviesete se permitió
el lujo de pasarse jugando las horas destinadas al repaso la tarde
anterior al examen.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Al día siguiente, frente
al examen en el ordenador del tío Sergio bajo la mirada atenta y
severa de este, la soberbia de Chiquitín se tornó en inseguridad al
estrellarse sus sueños de grandeza contra la realidad de las
preguntas cuyas respuestas en algunos casos ignoraba y en la mayoría
no dominaba. No obstante, no habría sido el travieso que era si no
confundiera el que le sonaran las cosas con estar dando la respuesta
correcta y solo contaba con fallar un porcentaje de aquellas
respuestas que había proporcionado completamente al azar, y aún así
esperaba que la suerte le ayudara por lo que no consideró necesario
molestarse en repasar el test antes de enviar las respuestas, pese al
consejo acompañado de tirón de orejas de tío Sergio.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
A continuación Misha
llevó a cabo el mismo test y, una vez finalizado, tío Sergio ordenó
a los dos muchachos que se colocaran en posición mientras esperaban
por los resultados. Misha, conocedor de la rutina, colocó un par de
sillas de la mesa del salón y las llevó al medio de la sala
uniéndolas por sus respaldos. A continuación, se bajó los
pantalones hasta los tobillos, los calzoncillos hasta casi las
rodillas, y se arrodilló sobre el asiento de una de las sillas
mientras apoyaba las palmas de las manos en el asiento de la otra,
utilizando la parte superior de los respaldos para apoyarse y ofrecer
su culito desnudo, redondito y carente de vello en pompa preparado
para una probable azotaina.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Chiquitín, no te
hagas el remolón que tú también conoces la rutina. Ponte en
posición.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Tito, no va a hacer
falta, voy a sacar muy buena nota.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Mejor para ti, pero
vas a esperar el resultado colocado en posición igual que Misha. Y
si te lo tengo que decir otra vez va a ser cogiéndote de la oreja.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Adoptando un cierto aire
de suficiencia como si fuera absurdo dudar de él, el travieso tomó
dos sillas igual que Misha y, con cierta parsimonia que solo se
aceleró ante un sonoro azote de la mano de su tito, las colocó al
lado de su primo, que ya esperaba obediente con el culito preparado,
e, igual que este, desnudó sus nalgas y se inclinó ofreciéndoselas
a su guardián.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Mientras la aplicación
informática procesaba los datos de los alumnos, tío Sergio
contempló con la regla en la mano, con satisfacción y con una
agradable excitación los dos hermosos traseros desnudos e inclinados
y ofrecidos ante él, con los calzoncillos bajados al final de los
muslos y los genitales, el periné y el ano bien afeitados asomando
por entre las piernas. Recordó a los muchachos su obligación de
permanecer en silencio mientras un bip electrónico avisaba de la
disponibilidad de los resultados en su teléfono.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Misha había suspendido
el test; tío Sergio le levantó la cabeza agarrándolo con fuerza de
la oreja para reprenderle.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Este resultado está
por debajo de tus posibilidades y lo sabes, nene.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Uuy, perdón, papá.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Te lo esperabas o
no?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Un poco, papá.
Estudiaré más la próxima vez.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Más te vale. Para
asegurarme de que estudies te voy a poner el culo bien caliente.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Sí, papá.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
El primer azote con la
regla no tardó en sonar en la estancia. Chiquitín, muy complacido
de que su primo Don Perfecto estuviera siendo castigado, solo
lamentaba que su posición no le permitiera contemplar las marcas de
los reglazos sobre el pálido culito de Misha. Pero su sonrisa de
satisfacción cuando a partir del séptimo u octavo azote su primo no
pudo contener los gemidos no pasó inadvertida a tío Sergio.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
La regla caía una y otra
vez alternando los azotes por toda la superficie de las nalgas y la
parte superior de los muslos de Misha, que estaban enrojeciendo a
velocidad considerable. A tío Sergio le encantaba lo rápido que
aparecían las huellas de la azotaina en el magnífico trasero del
joven; el intenso tono rojo que adquirían y lo rápido que se
disipaba. En unas pocas horas las nalgas volverían a estar blancas,
suaves y dispuestas para caricias o para un nuevo castigo. Los tenues
gemidos del muchacho, retorcido entre la quemazón de los reglazos,
la humillación de adoptar una postura en la que se sentía desnudo y
vulnerable y el confort difícil de explicar de saberse especial para
su papá y objeto de una educación rígida, incrementaban el placer
agridulce que sentían tanto el hombre como el muchacho; pero el
castigo no solo excitaba al ejecutor y al receptor del mismo, sino
también a un tercer agente: el testigo. Aprovechando la
concentración del tío Sergio en aplicar bien el correctivo sobre el
precioso culo de Misha, Chiquitín giró descaradamente la cabeza
para poder contemplar como la regla impactaba sobre una de las nalgas
de su primo. Aunque tenía la suerte de poder disfrutar del bonito
espectáculo con frecuencia, la visión de la piel inmensamente roja
temblando ante el azote le dejó una vez más sin aliento.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
La regla se detuvo en el
aire ante un nuevo bip de la aplicación informática. Tío Sergio
captó a Chiquitín espiando con descaro la azotaina que recibía su
primo y la mano que le dejaba libre la regla se le fue rápidamente a
la oreja del traviesillo.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Uuuuuuy.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Vamos a ver tu
resultado y enseguida hablamos.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
La estupefacción en la
cara de su tito, y el hecho de que siguiera sosteniendo la regla en
una mano, provocó que un escalofrío recorriera a Chiquitín, que le
pareció volverse muy pequeñito al comprender que la suerte no lo
había acompañado y que además había sobreestimado la calidad de
sus respuestas.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
¡Tienes una nota
más baja que Misha cuando este test debería estar por debajo de tu
nivel! No doy crédito ... te voy a poner el culo como un tomate.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
¡Aaaaaaaay!</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Antes de acabar la frase
la regla mordió la nalga de Chiquitín. El segundo azote cayó de
forma casi instantánea sobre la nalga gemela y la alternancia se
repitió una y otra vez. Al traviesillo se le inundaban los ojos de
lágrimas, no tanto por el escozor de los azotes como por saber que
los merecía y los necesitaba por haber sido una vez más un
irresponsable; el no poder contener el llanto aumentaba su
humillación, le hacía sentirse todavía más crío, hacía que el
culito le escociera más y le hacía llorar aún con más fuerza. A
su tito el llanto le conmovía en parte pero lo veía, acertadamente,
como la aceptación de su condición de niño travieso por parte del
joven.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Durante los siguientes
veinte minutos los golpes de la regla en el culo redondo y carnoso de
Chiquitín se interrumpieron regularmente por caricias que creaban
una esperanza que se desvanecía con la reanudación del castigo. Tío
Sergio pensaba demostrarle a su hermano de nuevo que se sentía
cómodo en su papel dominante, que era un estricto guardián capaz de
imponer orden entre los jóvenes con la misma severidad que cualquier
otro papá y que era un consumado experto en el arte de la azotaina.</div>
<div align="JUSTIFY" style="border-bottom: 1px solid #000000; border-left: none; border-right: none; border-top: none; margin-bottom: 0cm; padding-bottom: 0.07cm; padding-left: 0cm; padding-right: 0cm; padding-top: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Mientras el hombre de la
casa observaba con satisfacción los dos culos rojos cuyos dueños
seguían castigados de cara a la pared, el recuerdo de su travesura
empañó de nuevo los ojos de Chiquitín, y le recordó que Papi
estaba a punto de llegar a casa del tito ... ¿Cómo reaccionaría
cuando se enterara de la nota que había sacado? Le daba la sensación
de que el culito se le ponía aún más rojo y caliente solo de
pensarlo ....</div>
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<br />
</div>
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<br />
</div>
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<br />
</div>
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<br />
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Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-30455447368387544122017-10-10T01:55:00.002+02:002017-10-10T01:55:37.351+02:00Tristán capítulo 5TRISTÁN<br />CAPÍTULO 5: EL DOCTOR<br /><br />Resumen de los capítulos anteriores: Debido a las dificultades económicas de su familia, el joven Tristán al finalizar sus estudios ingresa en la abadía de una orden religiosa donde forman a sirvientes para señores adinerados. El abad de la orden encarga al entrenador deportivo, Horacio, el adiestramiento del joven.<br /><br />- ¡Venga, todos a formar! <br /><br />Los nueve jóvenes que formaban fila delante del padre Juan se colocaron rígidos, con las manos en la nuca y mirando al suelo con la cabeza ligeramente agachada, tal y como sus instructores les habían enseñado. No obstante, dos de ellos tardaron en reaccionar y miraban a uno u otro lado tratando de imitar a sus compañeros. El padre Juan, molesto por su indisciplina, no tardó en aplicar un buen par de azotes a cada uno de ellos.<br /><br />- ¿Todavía no sabéis mostrar obediencia? ¿O es que me estáis tomando el pelo?<br /><br />Horacio observaba divertido la escena; puesto que ahora él también era instructor de un joven travieso, el Abad lo había enviado a la sala de subastas donde todos los sábados los clientes potenciales de la abadía podían acudir, conocer las instalaciones y a los muchachos a los que se adiestraba, y pujar para llevarse a alguno de ellos a casa. A causa de sus nuevas funciones, debía estar al tanto de como transcurrían aquellas visitas para preparar adecuadamente a Tristán cuando le tocase el turno y asegurar que su presentación ante su posible futuro amo fuera un éxito.<br /><br />El entrenamiento de Tristán iba viento en popa; el joven era sumiso y cariñoso y había aprendido a obedecer sin rechistar cualquier orden o capricho de su adiestrador; lo que más complacía a Horacio era comprobar cómo el muchacho, sin dejar de respetarle ni de temerle cuando había cometido alguna falta, disfrutaba de su compañía y, a pesar de los muy frecuentes azotes y castigos, se mostraba en los momentos de relax tranquilo, seguro y feliz en sus brazos, igual que lo había estado Adrián en otra época. Mientras él participaba de la organización del día de visitas, su joven pupilo se encontraba bajo la supervisión del padre que se encargaba de otro traviesillo; los dos permanecerían atados y amordazados toda la mañana y el padre se encargaría de supervisarlos y cambiarlos de vez en cuando de postura para que los músculos no se les entumecieran.<br /><br />El padre Juan y el hermano Horacio supervisaron el peinado y la ropa de los chavales, asegurando el imperdible con el que se sujetaba el número que les identificaría, colocando bien algún cuello de camisa, anudando mejor alguna corbata, subiendo algún calcetín que se resbalaba por alguna pierna, o tirando de alguna cintura del minúsculo pantalón que llevaban los pupilos para que las nalgas quedaran todavía más ceñidas. La variedad racial y de complexión física de los sumisos era notable: la Abadía contaba con jóvenes rubios y pelirrojos, mediterráneos, de tez oscura, negros, asiáticos e indígenas americanos; algunos fuertes y musculosos, otros delgados, y tampoco faltaban chicos redonditos y robustos con algún kilo de más. Fuera cual fuese el gusto del cliente siempre iba a encontrar algún muchacho a su gusto. Aunque pensar en comparaciones con los tiempos paganos no le agradaba, el padre Juan estaba convencido de que su repertorio de jóvenes sumisos mejoraba en calidad y diversidad el del mejor mercado de esclavos que pudiera haber habido en el mundo antiguo.<br /><br />Los nueve pupilos que se presentarían hoy llevaban ya entre cuatro y seis semanas de entrenamiento en la abadía; algunos no era la primera vez que eran ofrecidos para la venta, pero el padre Juan dio las mismas instrucciones para dar confianza a novatos y veteranos:<br /><br />- Muy bien, chicos. Algunos de vosotros estaréis un poco tensos y es normal; no hay nada que temer, estáis bien adiestrados y os sabéis comportar. Los señores que van a venir son educados y todo el mundo va a ser muy agradable con vosotros; son caballeros distinguidos y muy exigentes, pero estamos seguros de que van a estar encantados con vosotros. Algunos lo van a exteriorizar más y otros menos; puede ocurrir que se muestren muy entusiasmados con alguno de vosotros y al final acaben decidiéndose por otro chico, o por ninguno, o lo contrario, que parezca que no les habéis gustado y sin embargo os seleccionen al final. Algunos tienen muy claro qué chico les gusta; otros prefieren ver y tocar a varios antes de decidirse; otros no os llevarán hoy a su casa pero se quedarán pensando en vosotros y volverán mañana mismo o al cabo de unos días. Por lo tanto lo que tenéis que hacer es ser cordiales con todo el mundo, y por supuesto muy obedientes. Ahora descansad, por favor.<br /><br />La posición de descanso no era tal, sino que los muchachos debían poner las manos a la espalda y mantenerse quietos, pero la postura era menos rígida que la de manos en la nuca y podían levantar la cabeza, aunque siempre sin mirar directamente a los ojos de ningún religioso ni ningún hombre maduro, salvo que este se dirigiera expresamente a ellos.<br /><br />- Vuestros instructores os habrán explicado todo, pero lo repasamos: en primer lugar se os va a presentar en grupo a nuestros visitantes. Les daréis los buenos días, formaréis obedientes con las manos en la nuca y luego os iré presentando uno por uno, indicando el número que os corresponde. Caminaréis por este pasillito delante de los señores para que os vean bien; vais hacia el fondo y dais la vuelta y así os ven por delante y por detrás. Luego os colocaréis en el escenario, cada uno en vuestro lugar ordenados por los números que lleváis; os desnudáis y volvéis a pasar delante de los caballeros. Luego os inclináis en las banquetas y esperáis a que se acerquen a vosotros si lo desean para examinaros bien. Conocen muy bien las reglas: pueden tocaros y acariciaros, es lógico que quieran ver bien cuestra condición física antes de elegiros como criados y llevaros a sus casas; pero no tienen permiso para desnudarse ellos, para azotaros ni para penetraros mientras no se formalicen los trámites y paséis a ser de su propiedad; de hecho podréis ver que no hay instrumentos de castigo ni dilatadores en el escenario. La función de la banqueta es solamente que os puedan examinar bien y que os coloquéis en una posición de total sumisión y respeto hacia ellos. El hermano Horacio y yo estaremos pendientes de que ninguno os monopolice ni impida que otros señores os vean y os toquen. Si alguno se sobrepasara con vosotros, que sería extraordinariamente raro y estoy seguro de que no va a ocurrir, actuaríamos rápidamente. También sé que no va a ocurrir, pero tened presente que si tenemos cualquier queja de vuestro comportamiento por parte de alguno de vuestros visitantes, el travieso será severamente castigado en la mazmorra del Padre Julián. Finalmente, os llevaremos desnuditos al estrado donde seréis subastados; si todo sale bien puede que alguno se vaya ya hoy a casa de su nuevo amo, aunque otras veces el caballero necesita hacer algún trámite y os recogerá mañana o el lunes.<br /><br />- ¿Todo claro? Muy bien, os dejo un momento con el hermano Horacio mientras voy a saludar a los señores; han llegado ya casi todos y están con el Abad.<br /><br />Efectivamente en la sala de al lado tenía lugar un cóctel servido por un par de novicios de la abadía, y el Abad en persona había recibido a la primera tanda de visitantes. Aquella semana habían superado las cien solicitudes para la subasta del sábado. Para el Abad la calidad era fundamental y era muy reacio a incrementar el número de visitantes en cada turno o reducir la duración de los turnos, pues quería dar oportunidad a sus huéspedes de disfrutar con calma de los muchachos; le gustaba asombrar al visitante ofreciéndole un gran número y variedad de chicos atractivos y de nalgas desnudas a su disposición, pero la experiencia le había enseñado que tanta oferta llevaba a la dispersión. El cliente quería pasar tiempo con todos y cada uno de los chicos, lo cual llevaba a que la subasta se retrasara mucho, y por lo general quien no se decidía tras haber inspeccionado con calma a dos o tres jóvenes, seguía sin decidirse después de haber estado con siete. Era más eficaz ofrecer un número no tan alto de chicos y mentalizar al cliente de que debía centrarse en sus favoritos y en aquellos cuyo precio estuviera a su alcance. <br /><br />Por otra parte, era importante excluir a los mirones: quien participaba varias veces en la visita y no pujaba luego por ningún criado, veía sus sucesivas solicitudes para las subastas cordialmente denegadas en el futuro. Otras sedes de la orden habían apostado por cobrar por la visita o por la opción de llevarse a un muchacho a un reservado, pero al Abad no le gustaba la idea a pesar de las posibilidades económicas que ofrecía; se contradecía con la atmósfera familiar que le gustaba ofrecer a sus visitantes.<br /><br />El Abad charlaba animadamente con sus invitados; varios de ellos eran clientes habituales: un maduro sacerdote de una parroquia de las afueras, el gerente de una empresa de tamaño medio de transportes con traje y corbata, y un simpático ganadero que llevaba una americana antigua que era evidente que se ponía en muy pocas ocasiones. Completaban la clientela de aquel turno de visitas tres amos novatos: el primero era un caballero muy joven, de 40 años escasos que no aparentaba, al que el Abad había tenido que reprimirse para no saludar con una palmada en el trasero pero que se trataba de un hombre hecho a sí mismo que había prosperado recientemente en su empresa; el segundo, un militar de aire típicamente marcial jubilado anticipadamente, y el último un venerable anciano que había enviudado hacía no mucho pero que mostraba una gran jovialidad y ganas de vivir.<br /><br />La experiencia del Abad le permitía adivinar con escaso margen de error la motivación de cada uno de los caballeros que visitaba el lugar, pero el sacerdote y el ganadero le confirmaron que los jóvenes que hasta ahora les habían servido se emancipaban, uno de ellos para casarse, mientras que el gerente, al haber aumentado su negocio, había comprado una casa más grande y necesitaba ampliar el servicio con un joven con conocimientos de jardinería y también para ayudar en la limpieza; para la cocina y el mantenimiento de la casa disponía ya de un antiguo pupilo que llevaba ya cinco años a su servicio, un período muy satisfactorio para ambos. De hecho, la decisión de tomar a un segundo sirviente había sido una propuesta del primero, lo cual tranquilizó al Abad acerca de los posibles celos que solían surgir cuando en una casa la atención del amo se dividía entre más de un joven.<br /><br />Durante unos quince minutos, los señores departieron amigablemente, dieron alguna palmada en el culito a los novicios que les servían bebidas y algo para picar, y miraron y tocaron con curiosidad los instrumentos de castigo que se mostraban en la sala y que les serían ofrecidos, alguno de ellos como regalo si adquirían a algún muchacho durante la subasta posterior. <br /><br />Al entrar el Padre Juan, el Abad lo presentó, en medio de grandes alabanzas por su trabajo en la selección y el cuidado de los muchachos más guapos y sumisos, a cada uno de los seis caballeros. El veterano sacerdote los consideró un estupendo grupo y fue sincero al decir que cualquiera de los jóvenes que les esperaban en la sala de al lado sería afortunado de acompañarles hoy de vuelta a su casa y entrar a formar parte de su servicio. Tras la presentación, el Abad les invitó a acompañarles a la sala contigua para que conocieran a los muchachos.<br /><br />Antes de sentarse cómodamente para presenciar el agradable espectáculo, varios de los caballeros hicieron comentarios de admiración y mostraron su contento con el grupo tan apetecible de jovencitos que estaban alineados frente a ellos. Horacio, que se mantenía serio en una esquina en su papel de vigilante y supervisor, no podía evitar la envidia y un cierto odio de clase a aquellos señores elegantes. Se sentía humillado por no poder llevarse como ellos un chico a su casa, porque no tenía casa a la que llevarlo en primer lugar. Era feliz con Tristán, pero en una o dos semanas se lo quitarían; y ya había perdido en su momento a Adrián. Al pensar en que su boda, de la que se había enterado recientemente, convertía esa pérdida en definitiva, no pudo evitar una punzada de dolor; afortunadamente la curiosidad por la escena que transcurría ante sus ojos distrajo su atención.<br /><br />El Padre Juan presentó al primero de los muchachos, que tenía el número uno sujeto a la camisa con un imperdible, y le animó con un azote en las nalgas a que desfilara delante de los asientos de los seis caballeros. El religioso dio su altura y peso y, antes de aclarar el precio mínimo de la puja, habló de sus habilidades con la cocina y con la maquinaria y de su carácter tierno pero rebelde. Los seis amos potenciales lo miraban atentamente y algunos de ellos escribían notas en el papel que la abadía había dejado a su disposición con ese fin al lado de su asiento.<br /><br />Uno tras otro los jóvenes fueron desfilando. Los anfitriones explicaron sus distintas habilidades para el trabajo doméstico y también sus caracteres diferentes, unos más dóciles y otros más rebeldes; y los precios diferentes que se les había asignado para la subasta tras una negociación previa entre la Abadía y las familias. El Padre Juan, muy experimentado en estos encuentros, se entretenía adivinando cuántos y quiénes de los caballeros se interesarían por tal o cual muchacho. La pareja más evidente era la del ganadero con Valentín, un joven de rasgos un tanto bastos y entrado en carnes que solía estar poco solicitado pero cuyo sobrepeso, que le convertía en la opción más económica para un amo no muy solvente, no sería una desventaja sino todo lo contrariopara un hombre de campo al que le encantaba tener abundante y generosa carne para pellizcar, sobre todo por el abultado volumen de sus nalgas. <br /><br />Conocía también bien los gustos del sacerdote por los muchachos bajitos y aniñados y sabía que el gerente no tenía preferencias particulares en cuanto al físico, puesto que todos los jóvenes le gustaban, pero sí era muy exigente respecto a las buenas referencias en lo profesional, por lo que recalcó la destreza manual del muchacho que consideraba más indicado para él. En cuanto a los nuevos clientes, deseó que el anciano viudo no optara por César, un joven atlético encantado de conocerse, con un precio de salida muy elevado que inflaba todavía más su ego, y que probablemente iba a jugar a su antojo con un amo poco experimentado, y se decantara por otros chicos de cuerpos más delgados o más redondos, menos esculturales en fin, pero más cariñosos y atentos. Por último, al militar y el joven ejecutivo, a pesar de su poca experiencia, los consideraba capaces de someter sin mayor problema al travieso al que se llevaran a casa.<br /><br />Los comentarios de satisfacción y aprobación de los caballeros se redoblaron cuando los pupilos se dirigieron cada uno a su puesto en el escenario y se desnudaron. Tras el segundo paseo frente a sus potenciales compradores, pasaron a colocarse obedientemente en las banquetas de castigo exponiendo ante los caballeros sus tesoros más íntimos mientras una etiqueta discreta pero visible recordaba el precio mínimo de puja para cada uno de ellos. Los caballeros se dirigieron con educación pero sin pausa hacia el conjunto de nalgas expuestas ante ellos de forma tan atractiva y seleccionando al mozo de sus preferencias para examinarle con atención; el anciano viudo, que tenía el privilegio de escoger en primer lugar, confirmó los temores del Padre Juan al optar por César. A continuación el Padre no pudo evitar una sonrisa al ver al sacerdote, tal como había adivinado, dirigirse hacia el joven más bajito y aniñado, y posteriormente al ganadero buscar el puesto de Valentín sin ninguna vacilación.<br /><br />La misión de Horacio consistía en estar pendiente si ocurría algo inesperado y controlar junto con el Padre Juan que los caballeros tuvieran acceso a los jóvenes sin que ninguno se entretuviera excesivamente con uno. Tal y como estaba previsto, no hizo falta su intervención en ningún momento y las exploraciones de los chicos se desarrollaron sin ningún incidente.<br /><br />Veinte minutos de tocamientos y comentarios muy favorables sobre la belleza de los muchachos más tarde, los caballeros fueron amablemente invitados por el Padre Juan, ayudado por Horacio, a volver a sus asientos para comenzar la subasta. El Abad, que presidiría la sesión, explicaba las normas y las condiciones del contrato, que sus invitados podían leer puesto que disponían de una copia al lado de cada asiento. Si estaban interesados en alguno de los muchachos, debían pujar ofreciendo como mínimo la cantidad de salida establecida. En caso de que más de un caballero deseara llevarse a casa al mismo joven, deberían ir ofreciendo cantidades mayores. Una vez aclarada la cuestión económica, el señor firmaría un contrato con la abadía y su nuevo criado pasaría a ser de su propiedad. <br /><br />El primer mes sería de prueba para ambos, amo y sirviente. El amo se comprometía a abrir la puerta en cualquier momento a una posible inspección sorpresa por parte de un representante de la abadía que comprobaría que el joven se encontraba debidamente alimentado, cuidado, con buena salud y sometido a castigos severos pero no crueles ni que pudieran poner en peligro su integridad. Para ello habría una entrevista personal a solas entre el criado y el representante de la Abadía que incluiría una exhaustiva revisión de todo el cuerpo del chico que permitiría valorar si las marcas de azotes y castigos podían ser consideradas dentro de un régimen de disciplina razonable. Naturalmente, el joven a su vez debía obedecer a su amo, acatar los castigos, incluyendo los corporales, y cumplir con las tareas asignadas; cualquier función no pactada inicialmente solo podría serle exigida previa formación a cargo de su señor. La sumisión sexual, no obstante, al amo y a cualquier otro hombre al que el amo lo cediera, formaba parte siempre de las funciones mínimas estipuladas en el contrato. Una devolución justificada por desobediencia durante el primer mes supondría el reintegro de la generosa cantidad que el amo había pagado por su sirviente, pero el Abad mencionó orgulloso que las devoluciones consideradas justificadas eran extraordinariamente raras, no llegando ni siquiera a un caso de cada cien. <br /><br />No hubo ninguna pregunta por parte de los caballeros, así que el primer muchacho, que el Abad decidió que fuera el rollizo Valentín, fue traído por Horacio y el padre Juan y presentado de nuevo, desnudo, para ser subastado. Se le colocó nuevamente en la postura de sumisión propia del lugar, arrodillado en su banqueta de castigo con el culo en pompa y las piernas muy abiertas, ofreciendo el ano y los genitales a la vista de sus amos potenciales. <br /><br />El Abad había comenzado con Valentín porque estaba seguro del éxito y la rapidez de su subasta; el ganadero pujó inmediatamente por la cantidad establecida por la familia y, ante la ausencia de otros competidores, adquirió al muchacho sin más miramientos y con un gran brillo de satisfacción en los ojos.<br /><br />La subasta fue de las más exitosas, puesto que cuatro de los jóvenes consiguieron un comprador. Los satisfechos amos fueron obsequiados con un instrumento de castigo de su elección; siguiendo los consejos del Abad y del padre Juan, todos ellos, salvo el sacerdote, que declaró tener ya una gran colección en casa, adquirieron además una buena gama de varas, correas, sacudidores de alfombras, reglas y palas con las que castigar adecuada y frecuentemente, como pensaban hacer, las nalgas de sus sirvientes. El Abad les recordó la conveniencia de azotarlos severamente la primera noche que pasaran a su cargo para que fueran conscientes de su lugar y posición en su nueva casa.<br /><br />*********************************************************************<br /><br />La visita había durado más de lo que esperaba y Horacio, aunque la experiencia fuera muy instructiva, no veía la hora de quedarse libre para ver qué había ocurrido con Tristán. Los temores de que pudiera estar mal atendido, o que su comportamiento no estuviera siendo el más adecuado, resultaron de lo más infundado. Al entrar en la celda del fraile a cuyo cargo lo había dejado por la mañana, se encontró a su pupilo junto con otro joven, el sumiso ocupante habitual de aquella estancia, bajo un perfecto control; ambos se encontraban desnudos, amarrados a una banqueta de castigo, con las manos atadas a la espalda, bien sujetos y amordazados, y con un dilatador firmemente introducido en sus cavidades anales. Sus nalgas evidenciaban haber sido azotadas con cierta severidad; una pesada correa de cuero que descansaba sobre la cama tenía seguramente mucho que ver con el tono todavía más rojo que rosado de ambos traseros, que Horacio comenzó a acariciar con cara de aprobación.<br /><br />- Muy buen trabajo, hermano.<br />- Gracias. Los muchachos han sido un tanto quejicas al introducirles el dilatador, así que les he calentado el culo con la correa.<br />- Bien hecho. ¿Cuánto tiempo llevan castigados?<br />- Unos 45 minutos, podemos irlos desatando. ¿Qué tal ha ido la subasta?<br />- Estupendamente, todo un éxito.<br /><br />Los dos religiosos comentaron la buena educación y amabilidad de los caballeros y la belleza y sumisión de los muchachos subastados mientras retiraban la mordaza de la boca de ambos traviesos, les liberaban de los dilatadores colocados entre sus nalgas y aflojaban las cuerdas que los sujetaban. Horacio fue especialmente suave con Tristán, que se había portado considerablemente bien en una prueba nueva para él, haber sido cedido a otro amo y castigado por este. La cara de circunstancias del joven ablandó a su cuidador, que no pudo evitar cogerlo tiernamente en sus brazos y acariciar su pelo y su piel suave y desnuda mientras le susurraba a la oreja.<br /><br />- Buen chico ... Ya estás de nuevo con papá, nene.<br /><br />La voz un tanto ronca del monje propietario de la celda interrumpió, un tanto a su pesar, la escena.<br /><br />- Lamento ser aguafiestas pero ha pasado el médico mientras Tristán estaba castigado y quiere hacerle una revisión.<br /><br />El requerimiento cogió a Horacio de sorpresa; no contaba con el reconocimiento médico hasta el día siguiente. Al ver su expresión, el otro cuidador vio necesario añadir a modo de aclaración:<br /><br />- El doctor va a estar fuera unos días y está adelantando las revisiones. Ha cancelado además algunas citas para atender con prioridad a los nuevos que no han sido todavía examinados: Tristán entre ellos. Se le veía particularmente interesado, debe haber oído que es un chico muy guapo -añadió guiñando el ojo a Horacio.<br /><br />- Ya ... esto ... ¿Y quiere verle ahora mismo?<br /><br />- Eso es, se encuentra en su consulta.<br /><br />Horacio intentó disimular su contrariedad y relajarse. Habría querido preparar mejor a Tristán antes de la revisión médica pero al fin y al cabo poco tenía que temer: el muchacho era de naturaleza dócil y su entrenamiento avanzaba según sus planes, incluso más deprisa de lo que habría imaginado. El joven aguantaba los azotes con humildad, era cariñoso, sus habilidades para dar placer oral eran ya notables y seguramente aún podrían mejorar, y sobre todo se notaba, probablemente por haber crecido en una casa con un sirviente sumiso, que estaba familiarizado con sus nuevas obligaciones y las comprendía. El único apartado en el que no era todavía un alumno brillante era en la dilatación de su recto; el joven no era un pasivo natural, una cualidad que le podría haber facilitado mucho las cosas, pero su progresión desde el primer día en el que le introdujo su primer dilatador era apreciable y el entrenador conocía muchos ejemplos de jóvenes que, pese a no disfrutar físicamente al ser penetrados, habían aprendido a dar placer a amos, y no necesariamente mal dotados. No había motivo para sospechar a priori que su muchacho no iba a salir airoso del examen médico.<br /><br />- Gracias, hermano. Nos dirigimos hacia allí. <br /><br />Tristán vio a su instructor echar mano de la mordaza, el collar y las esposas, los instrumentos habituales para su traslado cuando se dirigían a algún lugar donde la etiquera era rigurosa. Este detalle, unido al ligero sobresalto, poco habitual, que notó en él, que generalmente era de ánimo muy templado, le indicó que la visita al médico era un ritual de importancia en la Abadía y que su comportamiento debería ser impecable. No hubo la más leve protesta en la introducción de la mordaza, la colocación del collar, ni de las esposas que sujetaron sus manos por delante, ni tampoco ante el hecho de ser llevado completamente desnudo por las áreas comunes del edificio, con las nalgas rojas, que evidenciaban haber recibido un castigo reciente, una vez más perfectamente a la vista de los monjes y de los otros aprendices.<br /><br />Horacio llevó a su pupilo por pasillos y escaleras arrastrándolo del collar con firmeza no exenta de suavidad, siempre un paso por delante de este, hasta la entrada de la consulta del doctor. Tras llamar a la puerta, amo y sumiso se introdujeron en una sala de espera donde otros muchachos, todos ellos desnudos e igualmente amordazados, aguardaban de rodillas el turno para la consulta bajo la estricta vigilancia de sus tutores.<br /><br />Tras unos quince minutos de espera arrodillado, Tristán escuchó a un enfermero comunicar a Horacio que el Doctor estaba listo para recibirles. Esperó a sentir el tirón del collar para levantarse, notando como cada vez dominaba mejor el arte de ponerse en pie con las manos sujetas, y se dejó llevar al interior de la sala de revisiones.<br /><br />El Doctor era un hombre maduro, de alrededor de sesenta años, delgado, de barba cerrada y una expresión severa que apenas dulcificó la contemplación del hermoso cuerpo joven y desnudo que se ofrecía a su disposición. Tras saludar a Horacio, le pidio que retirara todos los artilugios que podían estorbar en su revisión: una vez fuera la mordaza, el collar y las esposa,s el joven se tendió en la camilla con instrucciones de no hablar ni moverse.<br /><br />La exploración manual de pecho, estómago y piernas fue realizada con energía pero sin la brusquedad que Tristán había temido en un principio. El Doctor alabó, para satisfacción de Horacio, el rasurado de los genitales del joven y la suavidad de su piel. El tono rojo del trasero, cuando al muchacho se le ordenó colocarse boca abajo, provocó un nuevo comentario favorable del médico.<br /><br />- Precioso culito. Vamos a examinarlo más atentamente. Colócate en posición, niño.<br /><br />Tristán se arrodilló hundiendo la frente en la camilla y colocando el culo en pompa para mostrar sumisión como era habitual en la Abadía. El Doctor comenzó a acariciarle las nalgas apreciendo su suavidad.<br /><br />- Veo que este jovencito ha sido castigado recientemente. ¿Se le azota a menudo?<br />- Prácticamente todos los días, Doctor. No es malo pero sí travieso.<br />- Es importante que se acostumbre; los amos suelen ser severos. ¿Le pone crema después de azotarle, Hermano?<br />- Sí, Doctor. Siempre.<br />- Hace bien, hay que cuidar esta piel tan suave. Y sin rastro de vello, excelente trabajo. Vamos a examinar el ano; ahora estate muy quieto, niño.<br /><br />El joven intentó no protestar al notar el dedo índice del médico introducirse con decisión en su interior. Pero no pudo mantener su estoicismo cuando notó como el dedo medio también intentaba abrirse hueco entre sus nalgas.<br /><br />- ¿Qué dilatador usa con él, hermano?<br />- Vamos por el número 4, Doctor.<br />- En un día o dos podrá pasar ya al 5; en estos momentos ya podría servir a un amo que no estuviera demasiado dotado. Pero todavía necesita entrenamiento; tardarás un poco en participar en una subasta, niño.<br /><br />Los dedos se retorcían en su interior y Tristán intentaba, con visible esfuerzo, no protestar.<br /><br />- Muy bien; acuéstate de nuevo relajado que vamos a pincharte.<br /><br />El joven no se atrevió a decir palabra aunque las inyecciones no le gustaban precisamente y se trataba de una prueba nueva para él.<br /><br />Por el rabillo del ojo vio al Doctor abrir una jeringuilla de gran tamaño; viendo que había girado la cabeza sin permiso, el médico no duró en tomarlo de la oreja y retorcérsela. El inesperado tirón provocó un sonoro quejido del joven.<br /><br />- La curiosidad mató al gato, niño.<br /><br />Obediente y convencido de que el sentido de la vista solo iba a aumentar sus problemas, hundió la cabeza entre los brazos mientras el Doctor palpaba en preparación para el pinchazo.<br /><br />La aguja se notó más de lo que a Tristán le habría gustado; pero lo realmente malo empezó después, cuando el líquido que se introducía en su nalga iba hinchando el músculo y produciendo un agudo dolor que se iba extendiendo paulatinamente por todo el glúteo izquierdo.<br /><br />- Ooh ...Aah .... Aaaaah .... AAAAAAH ....<br /><br />Para su sorpresa la molestia era peor que la de cualquiera de las palizas que se había llevado hasta la fecha. Complacido y excitado por los gritos, el Doctor mantuvo la aplicación de la aguja lenta para prolongar la agonía del joven hasta que todo el líquido se hubo introducido en su nalga.<br /><br />- Oooooh ... por favor, Doctor ..... Aaaaaah ....<br /><br />Por fin notó como la aguja salía de su carne y era reemplazada por un pedazo de algodón; no obstante, el dolor seguiría todavía un rato más.<br /><br />- Vamos, jovencito. No seas quejica que todavía te falta otra.<br />-¿O ... otra, Doctor? No puedo.<br />- Ya lo creo que puedes, niño, todavía falta el lado derecho. Voy a ponerte la misma cantidad de líquido.<br />- ¿La misma ... ? No, Doctor, por favor.<br />- ¿Cómo dices, niño? ¿Me estás diciendo que no?<br />- Por favor, Doctor .. por favor.<br /><br />La perspectiva de sentir la misma inflamación en la otra nalga hizo a Tristán entrar en pánico. Ni siquiera fue consciente de estar agitando de manera convulsa brazos y piernas hasta que oyó el estruendo del material médico que acababa de tirar. Su agitación le había hecho abrir los ojos y la expresión del Doctor, mezcla de ira y estupefacción, le llenó de miedo.<br /><br />- ¿Pero qué es este comportamiento? ¿Qué tipo de educación estás recibiendo, niño? ¿Y usted por qué no me avisó de que había que atarlo para inyectarle, Hermano?<br />- Lo siento Doctor ... yo ... no pensé que ...<br />- No está usted en esta Abadía para pensar, hermano, sino para enseñar disciplina y obediencia. Voy a tener que poner un parte; ya conoce usted las consecuencias.<br />- Doctor, el muchacho ...<br />- El muchacho necesita un castigo severo, Hermano. Y tal vez no sea el único necesitado de corrección.<br /><br />Horacio tuvo que tragarse la humillación y bajar la cabeza mientras el enfermero salía a buscar al Padre Julián, el responsable de la mazmorra de castigo. Tristán, aterrorizado, intentó pedir perdón pero le temblaba la voz en exceso. <br /><br />- Este travieso va a ser conducido a la mazmorra mientras doy el parte. Mejor que vaya a su celda y espere allí, Hermano.<br /><br />La decepción, la ira y la piedad por el castigo que le esperaba a su pupilo acompañaron a Horacio en el camino a su celda, que nunca le había parecido tan largo ni tan triste.<br /><br />Pero una última sorpresa le esperaba al abrir la puerta; una carta sobre su mesa, cuyo remitente enseguida reconoció por la letra mientras notaba un fuerte pellizco en el corazón.Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-79295888929094190702016-11-24T17:07:00.001+01:002017-10-10T01:54:30.013+02:00Epílogo<div style="text-align: justify;">
Aunque el blog lleva mucho tiempo inactivo, sigue teniendo un número de visitas apreciable y de vez en cuando todavía recibo correos de lectores. Os lo agradezco muchísimo y no es por modestia si digo que me sigue sorprendiendo la buena acogida de un blog amateur y sin ambiciones como este.</div>
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Ya que para mi sorpresa, insisto, el blog sigue teniendo visitas lo aprovecho como plataforma para difundir el nuevo blog en el que he decidido intentar embarcarme. Durante estos años he expandido mis intereses hacia otras áreas del mundo de la dominación / sumisión y del s/m, el spanking me sigue encantando y siempre será mi fetichismo favorito pero se me va quedando pequeño, y me parece más adecuado reemprender la actividad bloguera desde cero con un título nuevo. Si vuestros intereses también van más allá del spanking os puede interesar lo que os cuente desde <a href="http://amosycachorros.blogspot.com/">http://amosycachorros.blogspot.com</a></div>
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Espero volver a tener noticias de algunos de vosotros desde Amos y cachorros. Un abrazo.</div>
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P.D: Si a alguien le sorprende mi cambio de pseudónimo, se debe a que también durante este tiempo he cambiado de rol. Estoy muy orgulloso de mi pasado como sumiso / spankee y todavía recibo de vez en cuando zurras de amos de confianza, pero me he pasado al otro lado y por ahora estoy encantado allí, esperando que mi experiencia me ayude a ser un buen amo y a dar a los sumisetes la disciplina que necesitan.</div>
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Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-43716802772627684722015-04-26T21:01:00.003+02:002015-04-26T21:01:46.939+02:00Tristán: capítulo 4<div style="text-align: justify;">
Os traigo la actualización de la historia de Tristán. Ya sé que tres meses después del capítulo anterior es un poco impresentable; tengo siempre en la cabeza el continuarla, pero de verdad que supone recluirse muchas horas en casa y a uno en su tiempo libre le apetece hacer otras cosas y tal. En fin, entiendo si algunos me mandáis a paseo, pero para el que quiera leerlo y saber como continúa la historia, aquí tenéis el capítulo cuarto. Como en los anteriores, hay azotes, hay morbo, pero también momentos románticos; insisto en que se trata, con todas las peculiaridades que se quiera, de una historia de amor. Que os guste.</div>
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TRISTÁN</div>
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CAPÍTULO 4: EL ADIESTRAMIENTO</div>
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Resumen de los capítulos anteriores: Debido a las dificultades económicas de su familia, el joven Tristán al finalizar sus estudios ingresa en la abadía de una orden religiosa donde forman a sirvientes para señores adinerados. El abad de la orden encarga al entrenador deportivo, Horacio, el adiestramiento del joven.</div>
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A través de las paredes llegaba el sonido de los sollozos de otros chicos y los azotes que los motivaban. Todos los recién llegados estaban recibiendo su ritual de iniciación en la Abadía, el cual consistía en ser azotados hasta las lágrimas por los cuidadores a los que acababan de conocer. Tal vez para otros frailes con mucha experiencia este tratamiento se hubiera convertido casi en una rutina que practicaban con cada muchacho nuevo, pero para quienes recibían el castigo en sus nalgas tiernas y todavía no acostumbradas a la disciplina se trataba desde luego de una experiencia única que nunca olvidarían. </div>
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También Horacio era la primera vez que administraba este tipo de disciplina; aunque todos los componentes del equipo de rugby sin excepción probaban con frecuencia su mano y también su pala de entrenador, la intimidad de la celda en la que se encontraban era algo nuevo para él; lo más parecido que había experimentado era la tranquilidad de un vestuario vacío cuando se habían marchado los otros jugadores y solo quedaban él y algún joven díscolo o perezoso cuyo mal juego o mal comportamiento se habían hecho merecedores de un correctivo. Pero la cálida privacidad de la celda de un pupilo era algo que desconocía; y también la sensación de dominio sobre un muchacho, un dominio no prestado durante el tiempo que duraba el entrenamiento y el juego, sino continuo durante las veinticuatro horas del día. Tristán era suyo, era el primer chico que podía llamar suyo desde que había perdido a Adrián, y estaba en sus brazos.</div>
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El desdichado seguía sollozando; Horacio sonrió al palpar de nuevo sus nalgas prácticamente incandescentes y comprobar el motivo del llanto. Se preguntó si, acostumbrado a los traseros musculosos y robustos del equipo de rugby, habría sometido a un joven de piel tierna y sin entrenamiento físico a una corrección de una intensidad más severa de lo debido. Aunque así fuera, el entrenador no era tan simple de no darse cuenta de que las lágrimas tenían una causa más emocional que física. El joven, hasta ahora acostumbrado a tenerlo todo y no preocuparse más que de sus estudios, se encontraba ante desconocidos que lo habían desnudado y sometido a varias humillaciones y castigos. No sabía cuánto tiempo iba a estar en aquel lugar ni lo que le iba a ocurrir; todo ello tenía una razón de ser y formaba parte de una estrategia encaminada a que se sometiera de forma incondicional a su cuidador, pero Tristán, pese a ser inteligente y despierto, no era consciente de ello más que de forma muy superficial. Solo sabía que se sentía solo, perdido, dolorido, que no sabía si podría volver a sentarse en su vida porque el culito entero y los muslos le quemaban como si estuvieran en llamas, que lo único que tenía era aquel hombre cuyo nombre desconocía, que le había pegado una buena paliza y que probablemente volvería a hacerlo, pero de cuyos brazos no quería separarse jamás y que deseaba por encima de cualquier otra cosa que siguiera besándole con suavidad y acariciándole el pelo. Y la confusión que ello le producía le generaba todavía más lágrimas y le devolvía al comienzo del círculo vicioso.</div>
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El cuidador desató con cuidado las manos del joven y le animó a hacer pequeños movimientos para favorecer la circulación de la sangre por las muñecas entumecidas. Con una suavidad inesperada en un hombre grande y fuerte, lo levantó de su regazo y lo giró para poder examinar bien su culito. Toda la superficie de las nalgas y la mitad de la cara posterior de los muslos tenía una tonalidad casi escarlata; el contraste con la blancura de la espalda y de la parte inferior de los muslos, resaltado por la iluminación de la celda, era de una belleza que dejó sin palabras a Horacio, que no podía sino contemplar con gran placer aquel culo castigado, pensando que era el más bonito que había visto nunca y sintiéndose como si fuera la primera vez que azotaba y sometía a un chico guapo. El placer no se limitaba a la parte visual, sino que los sollozos de Tristán, al que le resultaba doloroso el más leve roce, y el intenso calor que emanaba de las nalgas al acariciarlas envolvían todos los sentidos del entrenador.</div>
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Horacio tuvo que vencer un ligero esfuerzo para hablar, como si temiera romper la perfección del momento, y lo hizo casi con un susurro.</div>
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<br /></div>
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- Duele, ¿verdad, nene?</div>
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<br /></div>
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El incomprensible conato de respuesta redobló los sollozos del desconsolado traviesete.</div>
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<br /></div>
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- Claro que te duele; te va a escocer unos cuantos días. Así recordarás lo que te pasa cuando no obedeces. Ahora quédate aquí un momento muy quietecito. No te muevas ni un milímetro o te zurraré otra vez.</div>
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<br /></div>
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Se levantó de la cama con ciertas dificultades debido a la gigantesca erección que presionaba sus pantalones y que su pupilo no debía ver; este último tampoco habría podido puesto que las lágrimas seguían empañando sus ojos y toda su atención se centraba en el ardor intenso de sus posaderas. En teoría el muchacho no debía estar suelto como estaba, desatado y no agarrado por su cuidador, en ningún momento durante su primera noche, pero la probabilidad de una intentona de escape tras la amenaza de más azotes era muy remota.</div>
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<br /></div>
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Horacio localizó pronto lo que buscaba. Junto a los dilatadores y los instrumentos de castigo se encontraban también los remedios para aliviar los tormentos de los pupilos; en aquella celda y en toda la Abadía el dolor y el placer estarían siempre interrelacionados. El culito que a partir de ahora era responsabilidad suya y debía cuidar necesitaría dosis generosas de pomada para evitar que amaneciera al día siguiente convertido en un enorme cardenal violeta. </div>
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<br /></div>
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Armado con la herramienta que aliviaría las penalidades del traviesete, el entrenador tomó al joven de la nuca y lo guió con suavidad no exenta de firmeza hasta el largo sofá situado en un lateral de la celda. Allí se sentó, colocó el bálsamo a mano y guió a un confundido y aprensivo Tristán para que se volviera a colocar sobre sus rodillas.</div>
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- ¿Qué ... qué me vas a hacer?</div>
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El intento de resistencia fue mínimo, pero el severo cuidador no iba a dejarlo pasar por alto. Empujó al muchacho desnudo sobre sus rodillas y, antes de que tuviera tiempo a reaccionar, descargó dos azotes, uno sobre cada nalga dolorida, provocando aullidos y movimientos de defensa del travieso que neutralizó rápidamente, agarrando sus muñecas con una mano y sus muslos con la otra.</div>
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- Aquí no se hacen preguntas, jovencito. Se obedece. </div>
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<br /></div>
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Recuperada la docilidad del joven, Horacio empezó a aplicarle el ungüento sobre ambas nalgas. El alivio causado por el contacto de la piel ardiente con el bálsamo frío provocó gemidos de placer en el travieso, todavía mezclados con los restos del llanto. La sensualidad involuntaria con la que Tristán movía el trasero abriendo y cerrando las nalgas para recibir la mano de su cuidador mientras ronroneaba y gemía de placer disparó una vez más la erección de este último; sin poder resistir más tiempo la tentación que suponían las apariciones del delicioso y rosado ano ante su vista, lo penetró con su dedo índice confundiendo todavía más el coctel de sensaciones de dolor y placer simultáneos y entremezclados que turbaba al joven.</div>
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Haciendo gala de enorme contención y templanza, Horacio consiguió refrenar la tensión casi dolorosa que el deseo provocaba en su entrepierna, así como el impulso casi incontenible de violar a Tristán allí mismo. El joven estaba al borde de la extenuación y, de hecho, no tardó en quedarse dormido en sus brazos con una expresión tan inocente y desvalida que desató toda la ternura que el entrenador había reprimido desde la salida de Adrián de su vida. Se quedó un largo rato acariciendo el pelo y la cara de su muchacho antes de tomarlo en brazos y llevarlo a la cama. Lo ató con sumo cuidado por si se despertaba durante la noche y tenía algún tipo de tentación de huida y, pese a la gran excitación que sentía, logró por fin dormirse también.</div>
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El forcejeo en las cuerdas que ataban a Tristán le despertó. Rápidamente le agarró con fuerza de la oreja.</div>
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<br /></div>
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- Buenos días, jovencito. ¿Quieres ir a algún sitio?</div>
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- Aaayyy, al baño, señor. Por favor, suélteme la oreja.</div>
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- Pues pides permiso, pero no intentes desatarte o te llevarás una paliza. ¿De verdad necesitas ir?</div>
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- Sí, señor.</div>
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- No te muevas hasta que te dé permiso o cobras.</div>
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Horacio se levantó y desató las extensiones de cuerda que sujetaban al joven a la cama, atento a cualquier movimiento no autorizado por parte de este. Tras atarle las muñecas a la espalda, le permitió incorporarse y lo llevó desnudo y tomado del brazo hasta el baño. Una vez allí el joven se quedó quieto indeciso.</div>
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- Señor, necesito que me desate.</div>
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Un nuevo tirón de orejas avisó al joven de su error.</div>
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<br /></div>
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- ¿No te dijeron ayer que no hablaras si no se te preguntaba, jovencito?</div>
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- Aaayyy, perdón señor, pero necesito que me suelte las manos.</div>
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- ¿Tienes que hacer pis, jovencito?</div>
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- Sííí, señor, uuuuyy.</div>
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Sin dejar de retorcerle la oreja, Horacio arrastró al joven hasta colocarlo delante del retrete y le agarró el pene sin mayores miramientos.</div>
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- Pues venga, ya puedes hacer pis. </div>
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- Pero señor ...</div>
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<br /></div>
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El calor y la presión en la oreja aumentaron si cabe.</div>
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- Estás muy respondón, igual es que quieres otra buena zurra como la de anoche. Si de verdad tienes ganas, lo vas a hacer. Y si no las tienes te daré un buen escarmiento por haberme molestado.</div>
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Tristán no se atrevió a protestar pero no ocurrió nada. Viendo que no se trataba de una cuestión de rebeldía, Horacio le soltó por fin la oreja y le acarició la nuca.</div>
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- Tranquilo, nene. Sé que te da vergüenza pero forma parte de tu adiestramiento. Tómate el tiempo que necesites.</div>
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Poco después el entrenador llevaba al joven de vuelta del baño ejerciendo en su cuello una presión suave, sumamente contento del éxito con el que su pupilo había superado una prueba de sumisión importante. Ahora quedaba el paso siguiente; el propio entrenador se asustó al ver el volumen de su erección, un problema que iban a resolver en ese mismo instante. Se colocó frente al joven y le miró fijamente a los ojos; Tristán mantuvo la cabeza baja, lo cual le ahorró una colleja o un nuevo tirón de orejas.</div>
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<br /></div>
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- Te has portado muy bien en el baño, nene. Y ahora necesito que seas obediente otra vez. Ponte de rodillas.</div>
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El joven permaneció indeciso.</div>
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- No me gusta repetir las cosas dos veces; si las repito va a ser con la mano y te va a doler.</div>
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Tristán se arrodilló sumiso; Horacio le ayudó a no caerse al doblar las rodillas con las manos atadas a la espalda.</div>
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- Así, muy bien. -Le acarició el pelo.</div>
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- Puedes ver que tengo un problema bastante grande ahí abajo, ¿verdad, jovencito? Una de tus obligaciones será la de aliviar a tu amo cuando lo necesite; hoy voy a empezar a adiestrar tu boca. </div>
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- Señor ....</div>
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- Ni una palabra.</div>
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Le acercó la cara al bulto que surgía de los pantalones del pijama antes de sacarlo a través de la bragueta.</div>
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- Abre la boca, jovencito.</div>
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- Mmmm, no pue ...</div>
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Un cachete en la mejilla cortó la débil protesta.</div>
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- Ya sabes que no me gusta decir las cosas dos veces.</div>
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Tristán se encontraba paralizado; volvía a recuperar la sensación de miedo y deseo simultáneos que había vivido años atrás cuando su primo le tocó en la cama que ambos compartían.</div>
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Horacio intentó reanimarlo con un segundo cachete algo más fuerte.</div>
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El tercero fue ya una bofetada en toda regla.</div>
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- Muy bien, esperaba no tener que hacerlo pero hay que castigarte; se ve que la de ayer no fue suficiente y necesitas otra paliza.</div>
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<br /></div>
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Levantó al aterrorizado joven del suelo y lo llevó prácticamente en volandas hacia el sofá haciendo caso omiso de las súplicas. Se sentó y lo colocó sobre sus rodillas en la misma posición en la que la noche anterior le había puesto el bálsamo aliviador, pero ahora con una intención diferente y mucho más dolorosa.</div>
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<br /></div>
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Las nalgas de Tristán estaban todavía tiernas, sensibles y teñidas de rojo de los azotes de la noche anterior; Horacio, que conocía muy bien al arte de la azotaina, golpeó sin demasiada fuerza al principio, sabiendo que el impacto sobre las carnes del joven sería prácticamente el mismo que si pegaba más fuerte. Quería que el correctivo se prolongara y pensaba disfrutarlo de principio a fin; además, aunque nunca lo reconocería, tenía la mano dolorida del esfuerzo de la noche anterior. Si el muchacho necesitaba un castigo más severo recurriría al cinturón o a otro de los instrumentos que tenía a su alcance. </div>
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<br /></div>
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Tristán, que no se veía capaz de aguantar un solo azote más cuando el mínimo roce sobre las nalgas le resultaba insoportable, luchó por contener las lágrimas pero tuvo que ceder al poco tiempo ante la vergüenza de no poder aguantar su castigo como el hombre que hasta el día anterior creía ser y volver a la condición de mocoso incapaz de acatar disciplina y de cumplir con sus obligaciones, que en ese momento eran complacer a su tutor. No obstante, la quemazón que sentía de nuevo en las nalgas le evitaba cualquier atisbo de racionalización; solo podía pensar en el dolor que sentía y en que estaba derrumbándose.</div>
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<br /></div>
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Cuando el joven pasó de los balbuceos y los borbotones de lágrimas a un llanto fluido Horacio sabía que era el momento de dar la azotaina por terminada. El castigo, no obstante, no había concluido sino que pasaba a otra fase. Todavía sin abrazarlo ni reconfortarlo, el joven fue conducido, siempre desnudo y con las manos atadas, a la pared de la habitación. Allí fue desatado con la condición de que colocara las manos en la nuca.</div>
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<br /></div>
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- Vas a estarte ahí quietecito de cara a la pared pensando en tu desobediencia y las consecuencias que te trae. Yo decidiré y te avisaré cuando tu castigo haya concluido; cualquier palabra o cualquier movimiento y pruebas el cinturón; verás que, aunque te parezca que te hayas llevado la zurra de tu vida, te puedo pegar más fuerte y te puede doler más todavía.</div>
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Las lágrimas y el dolor punzante en las nalgas impidieron a Tristán dar más respuesta que un movimiento de cabeza.</div>
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Durante el largo, o al menos así le pareció, rato que duró el castigo de cara a la pared y a medida que sus músculos se iban relajando el joven pudo empezar a reflexionar. Le ayudó a hacerlo que en ese momento comenzó una nueva azotaina en una de las habitaciones contiguas con el ruido consiguiente de las palmadas, gemidos, regañina y posteriores lloros y sollozos. </div>
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<br /></div>
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Pensó en Adrián, en todas las veces que en casa de sus padres había escuchado los mismos ruidos, o presenciado muchas de sus zurras, o incluso colaborado en ellas cuando su padre le mandaba en busca de un cepillo, una pala o una correa haciendo caso omiso de las peticiones de clemencia de su joven criado. Recordó su posición ambivalente ante los castigos; el horror que sentía al principio cuando oía desde su habitación el ruido de los azotes en el despacho de su padre y no se atravía a acercarse a la sala. Luego la costumbre había cambiado su actitud de la pena hacia la curiosidad; su padre había dejado de esconderse o de buscar intimidad cuando azotaba a su sirviente y comenzó a hacerlo donde estuviera en ese momento o donde se detectara la travesura o la falta cometida: la habitación del joven, el salón de estar, la cocina o cualquier parte de la casa, aunque siempre lejos de la madre de Tristán. Adrián era azotado siempre en las nalgas desnudas y no hubiera sido decente que una mujer contemplara el castigo, ni para ella ni para la dignidad del muchacho, que, aunque pareciera paradójico, la mayor parte de amos solían respetar, al menos en algunos puntos.</div>
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<br /></div>
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Así que con el tiempo Tristán pasó a acostumbrarse a presenciar el ritual de castigo del criado de la familia: el padre sentado en el sofá del salón, o en una silla de la estancia que fuera, llamando al joven en tono enfadado, reprendiéndolo mientras este escuchaba cabizbajo, y luego atrayéndolo hacia sí para bajarle pantalones y calzoncillos y colocarlo sobre sus rodillas. Los azotes siempre comenzaban con la mano fuerte de papá; Tristán sentía una cierta excitación al ver como el culo redondo y pálido de Adrián empezaba a enrojecer y paulatinamente se iba tiñendo de un rojo más intenso mientras el muchacho emitía unos gemidos que podría haberse dudado si eran de dolor o de placer.</div>
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<br /></div>
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En caso de falta grave, papá desnudaba completamente al joven y se lo llevaba cogido de la oreja al despacho, donde se encontraba un reclinatorio idéntico a los que se usaban en la abadía. Adrián debía inclinarse sobre él con el culo rojo en pompa para recibir normalmente la vara, instrumento al que el papá de Tristán era muy aficionado. Las marcas longitudinales que iban surcando las nalgas ya previamente enrojecidas eran un espectáculo de una belleza brutal o tal vez de una brutalidad bella; ello, sumado al evidente placer que papá obtenía al infligir este castigo, causaba una sensación de lo más turbadora en su hijo.</div>
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<br /></div>
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Una vez debidamente azotado, Adrián pasaba un buen rato de cara a la pared con los pantalones y calzoncillos a la altura del tobillo, o bien completamente desnudo. Más de una vez Tristán había pedido permiso paterno, y le había sido concedido, para saciar su curiosidad y palpar el calor en las nalgas enormemente rojas del sirviente. Eso sí, tocar pero no acariciar, había matizado su padre, puesto que el castigo todavía no había finalizado y no cabía aún suavizar el escozor.</div>
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<br /></div>
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Ahora Tristán se encontraba del otro lado, en la misma posición y conociendo el ardor y el efecto que provocaban los azotes en las nalgas. Y sabiendo que los castigos no constituían algo esporádico, sino una rutina habitual que se repetiría cada pocos días o incluso diariamente o siempre y cuando no mostrara la obediencia debida. Había infringido las normas al no proporcionar a su tutor el placer al que tenía derecho, y ese punto también lo conocía puesto que sabía que Adrián había cumplido también con ese tipo de servicio para su padre. Su conflicto era que temía volver a enfrentarse, totalmente de cara, al fantasma del que había escapado años atrás en la cama compartida con su primo. No le asustaba que la experiencia pudiera ser desagradable, lo que le daba miedo es que pudiera ser placentera, como lo habían sido los besos y las caricias de su tutor, que era un hombre muy atractivo, la noche anterior; esas sensaciones constituían algo a lo que no se veía capaz de enfrentarse, pero se veía obligado a ello porque no podría soportar una nueva paliza.</div>
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<br /></div>
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El terror de lo que vendría a continuación fue cediendo el paso a una cierta resignación, y, cuando por fin Horacio le levantó el castigo y le permitió frotarse las nalgas, vio complacido la perfecta obediencia que mostraba el pupilo, que hasta ofreció las muñecas colocadas a la espalda para que le ataran de nuevo y se puso de rodillas sin necesidad de más que un gesto rápido y suave por parte de su tutor. En recompensa a su sumisión, Horacio, ya vestido de manera formal alzacuellos incluido, facilitó el ritual tomando suavemente la cabeza del joven y acercándola a su muy abultada bragueta. </div>
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Al abrir esta última y liberar a la bestia de considerable tamaño que necesitaba urgentemente un trabajo de succión, Tristán cerró los ojos y abrió la boca como el criado obediente en el que se estaba ya convirtiendo. La mano de su tutor en su nuca hizo el resto impulsando su cabeza hacia delante y hacia atrás. Aunque pensaba que la prueba se le haría eterna y de hecho la mandíbula y el paladar empezaban a acusar cansancio, fue antes de lo que pensaba cuando Horacio empujó hacia atrás su cabeza suavemente para vaciar en medio de grandes jadeos de alivio su abultada carga sobre los hombros y el pecho de Tristán. En la Abadía no estaba permitido a los tutores eyacular dentro de ningún orificio corporal de sus pupilos, puesto que este privilegio se reservaba a sus futuros amos. El muchacho debería aprender a recibir la descarga en su cara, pero no todo podía ni debía enseñarse el primer día. Por ahora había hecho un excelente trabajo.</div>
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Horacio felicitó a Tristán por su obediencia y le dio varias horas de respiro; tras veinticuatro horas completamente desnudo, le permitió llevar una prenda de ropa por primera vez desde que había llegado a la Abadía. Se trataba de una túnica corta, semejante a una bata de paciente de hospital, que apenas le cubría por debajo de la cintura y debajo de la cual no llevaba ropa interior; una prenda muy práctica para desnudar las nalgas del joven con facilidad siempre que fuera necesario. Sobre todo por un añadido muy bien calculado que consistía en un par de bandas de velcro por cada lado, una situada en medio del torso y otra en el extremo inferior de la prenda, cuya función su cuidador le dio a conocer enseguida; gracias a unas aberturas laterales, la parte de abajo de la bata podía ser levantada y sujetada mediante las tiras de velcro, mostrando bien las nalgas, bien los genitales del travieso, o ambos. El entrenador levantó la parte trasera con la intención de dejar al aire y a la vista de todos el espléndido y colorado trasero del mozo durante el paseo que iban a dar fuera de la celda. Para deleite de Horacio, el traviesillo no se atrevió a realizar ningún comentario ni a protestar por su desnudez.</div>
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<br /></div>
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Tras atravesar el pasillo salieron del edificio y Tristán pudo contemplar por primera vez los hermosos jardines del lugar; no iba atado durante el paseo, pero sí cogido todo el tiempo de la mano firme de su cuidador; la camisa y el pantalón negros de uno, un uniforme oscuro solo interrumpido por el alzacuellos, contrastaba con la blancura de la bata del otro, y también con la desnudez de sus piernas y nalgas. No obstante, el mozalbete se sintió privilegido al cruzarse y contemplar a otras parejas de religioso con joven sumiso a su cargo, en las cuales este último iba atado y era llevado con brusquedad, totalmente desnudo o con una bata idéntica a la suya pero subida en su parte delantera mostrando todas las intimidades del joven tanto por delante como por detrás. Pudo apreciar también el color rojo en diferentes tonos y matices que mostraban la mayoría de los culos de los chicos; más de uno con señales de varas, cinturones o instrumentos de castigo más pesados que la mano de su cuidador.</div>
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<br /></div>
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El tiempo de recreo no significaba que se bajase la guardia en la disciplina de los chicos; de hecho un religioso de edad avanzada, ante una respuesta no lo suficientemente educada por parte de su pupilo, se sentó en uno de los bancos del jardín y lo colocó en sus rodillas para darle unos azotes. Horacio se detuvo pensando en lo educativa que sería para Tristán la contemplación del castigo; sujetó bien al joven pasándole un brazo por los hombros y buscando detrás de su espalda con su mano libre la mano de su acompañante. Observaron entrelazados y en silencio como las nalgas del travieso iban enrojeciendo durante los minutos siguientes mientras el fraile le regañaba por su desobediencia.</div>
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<br /></div>
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Sin modificar la forma en que agarraba a Tristán, Horacio comenzó a caminar de nuevo mientras los azotes todavía continaban, atraído por otro castigo más severo que se preparaba no lejos de allí. El jardín disponía también de reclinatorios donde colocar a jóvenes en posición de sumisión. Dos de ellos contiguos estaban siendo ocupados por sendos traviesos a los que un fraile estaba sujetando las manos por delante y de esa manera elevando aún más sus culos ya en pompa. Una vez bien colocados ambos con los traseros perfectamente ofrecidos para el castigo, el religioso seleccionó una correa de cuero para la disciplina.</div>
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<br /></div>
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Movidos por la curiosidad, la mayoría de los presentes, Horacio y Tristán incluidos, se fueron congregando en círculo en torno al bello espectáculo de la lección de anatomía que ofrecían los dos jóvenes humillados al exponer al sol y a los deleitados espectadores cada detalle de su escroto, ano, periné, y naturalmente las nalgas y los muslos, robustos en un caso y más magros pero igualmente hermosos en el otro. Para incrementar aún más la tensión y el nerviosismo de los traviesos, el Padre que había decidido y organizado aquel castigo se paseó durante unos minutos deleitándose también con la contemplación de un trasero y del otro, palpándolos con delicadeza con las manos o rozándolos con la correa que pronto empezaría a golpearles. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por fin, conseguido ya el dramatismo que buscaba, levantó la correa y la dejó caer sobre una de las nalgas. Al gemido del muchacho castigado le sucedió una marca rojiza en la parte donde había impactado el cuero mientras el otro trasero travieso recibía a su vez su primer azote. La correa fue cayendo de manera alterna y llenando de señales rojas las preciosas nalgas; el canto de los pájaros era el único sonido que se sumaba al de los cintazos y los jadeos y suspiros de los azotados.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque escenas similares de flagelación de nalgas juveniles masculinas fueran de lo más corriente en la Abadía y su contemplación, y por supuesto el administrar los azotes, el entretenimiento favorito de la inmensa mayoría de los frailes, Horacio comprendió que para un pupilo novato como Tristán constituían un espectáculo fuerte. El muchacho habría presenciado muchas veces en casa como azotaban a Adrián pero según le habían contado su padre, como muchos otros, había limitado el castigo corporal en el hogar al sirviente y no lo había extendido a su hijo. Pero ahora el mozalbete se encontraba en una posición muy diferente y su expresión preocupada evidenciaba que se estaba preguntando cuánto tardaría él en encontrarse en el mismo y doloroso lugar que los mozos castigados.</div>
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<div style="text-align: justify;">
Mientras los golpes de la correa continuaban, el entrenador condujo con suavidad a su sumiso a una zona más apartada donde los azotes y los gemidos sonaban un poco más alejados. Buscó un asiento y sentó a Tristán entre sus rodillas. El joven, asustado al principio al no conocer las intenciones de su cuidador, se relajó cuando este lo contempló con expresión benévola y dulce, disfrutando de la belleza de su rostro, y también de sus muslos al empezar a acariciarlos. El contraste entre la fuerza con que le pegaba y la ternura que era capaz de mostrar seguía asombrando y confundiendo a Tristán.</div>
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- No te asustes, nene. Ya sé que impresiona.</div>
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<div style="text-align: justify;">
Le besó en la frente y le acarició el pelo antes de continuar.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sé que ahora todavía no puedes entender esto, pero escúchame. Esos golfillos merecen ese castigo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los azotes y los quejidos seguían sonando en la distancia, pero Tristán ya no les prestaba atención. La voz grave y profunda de Horacio y la mirada penetrante de sus ojos le hipnotizaban.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Aquí se les da cobijo y alimento, como se les va a dar luego en casa de su amo. Tienen la suerte de ser, como tú, chicos muy guapos. Y gracias a eso van a llevar a cabo tareas mucho más leves que otros sirvientes menos jóvenes o menos agraciados; y sus familias van a recibir mucho más dinero que lo que corresponde al salario que se paga por esos trabajos. Tú tambien eres muy guapo, Tristán. La belleza de un joven como tú es lo más bonito que ofrece la vida. Es un don que no puedes desperdiciar. Y la mejor manera de aprovecharlo es complacer a señores mayores que saben apreciar ese don y pagar por él para disfrutarlo. Es lo mejor, nene; para ellos, para vosotros y para vuestras familias.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sonrió al muchacho, que intentaba asimilar aquel punto de vista.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-El cambio es muy duro para ti. Pero dada tu situación y la de tu familia eres un privilegiado al tener el don del cuerpo precioso que tienes. Aquí estás para aprender a utilizar tu don; y te castigaré y te pegaré todo lo que haga falta hasta que te quite todo rastro de terquedad y te enseñe a emplearlo bien. Ese es el objetivo de tu estancia aquí.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hablaba despacio con pausas en las que pasaba la mano por la cara, el pelo, los muslos o las nalgas del joven antes de continuar.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Además de merecerlos, esos chicos necesitan esos azotes. Después de la zurra, como tú ayer por la noche, van a recibir caricias que les van a suponer mucho alivio y a las que se están negando por orgullo y cabezonería. Si eres bueno y sumiso, Tristán, te voy a hacer muy feliz mientras estés aquí; está en tu mano comprobarlo esta noche. Pero antes tendrás que pasar dos pruebas más.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Qué ... qué pruebas, señor?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ya lo verás. No tienes que tener miedo porque las que te he impuesto hasta ahora las has pasado muy bien. Solo confía en mí; ahora vamos a pasar unas horas tranquilas tú y yo. Quiero que me hables de ti, lo quiero saber todo de ti. Si sigues siendo bueno y dulce como ahora será un rato muy agradable; si te pones borrico tendré que atarte y zurrarte de nuevo y te pasarás la tarde de cara a la pared con el culo como un tomate. ¿Está claro?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, señor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo levantó de su regazo y le dio un par de azotes en las nalgas desnudas.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¡Au!</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Eso porque sabes que es mentira, no lo has entendido - Horacio sonreía al tomarle el pelo. -Pero no importa que no lo entiendas aún, solo tienes que obedecerme. Dame un beso.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No puso resistencia cuando su cuidador le ofreció los labios y no las mejillas para que lo besara.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Así me gusta. Te voy a enseñar el resto del jardín, que es una preciosidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un azote, más cariñoso y suave que los anteriores, y la mano de Horacio tomando la suya con firmeza indicó a Tristán que se pusiera en marcha. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No tardaron en encontrarse en su paseo con el padre Juan.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Qué tenemos aquí? ¿Cómo se está portando este mozalbete?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ahora mismo muy bien, Padre, aunque ha sido un poco trasto ayer y hoy por la mañana. Nene, date la vuelta, que el Padre Juan vea lo travieso que eres.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin que Tristán se atreviera a protestar, su cuidador lo giró para enseñar su trasero desnudo y aún rojo al padre Juan, que no pudo evitar acariciarlo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Calentito todavía, jeje. Tienes suerte de estar tan bien cuidado, jovencito. Ya puedes portarte bien o no vas a poder sentarte en mucho tiempo. Y tú, tunante, tienes suerte también, este culito es de los más suaves y bonitos que he visto. Ya puedes tratarlo bien.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Otros compañeros de Horacio que se iban cruzando se acercaron también para felicitarlo y apreciaron también muy favorablemente la sumisión del joven y sus nalgas bien castigadas. Tristán sentía una mezcla de orgullo y humillación al verse expuesto involuntariamente como trofeo o como un cachorro que debía ser adiestrado por parte de un amo evidentemente bien valorado y querido en el lugar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El cariño de los compañeros y el orgullo de pasearse con un chico guapo que le pertenecía redondeó un día que Horacio consideró como el más feliz de toda su estancia hasta entonces en la Abadía. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
*********************************************************************</div>
<div style="text-align: justify;">
Tristán estaba acurrucado en sus brazos y hablaba. A Horacio le gustaba escuchar a su chico, aunque no era un hombre hablador. Cuando hablaba, como antes en el jardín, solía ser para dar instrucciones y entonces por supuesto exigía atención y obediencia. Por lo demás le gustaba pasear en silencio y no necesitaba de cháchara. Pero Tristán tenía que tener un volcán dentro de sí en esos momentos, con toda la situación nueva a la que se tenía que adaptar, y necesitaba expresarse.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una vez vencida cierta resistencia y timidez inicial, el joven empezó a hablar, y de hecho era difícil callarle. Le habló de su padre, de su madre, de sus estudios, de sus experimentos caseros; sus temas de conversación sorprendieron a su cuidador, acostumbrado a los chicos más simplones del equipo de rugby, para el que aficiones como inventos, ordenadores o programación eran algo completamente exótico. Acostumbrado a la nobleza y, por qué no decirlo también, a la cierta zafiedad de los bribonzuelos del equipo de rugby, no tenía ninguna experiencia con un joven con estudios, inteligente, sofisticado, sedentario, un tanto cínico y más acostumbrado a moverse entre máquinas que entre personas. Un nuevo reto añadido a los que ya tenía encima, pero aquel jovencito empollón no le iba a intimidar con su cultura ni iba a permitir que se sintiera superior o que mirara a su amo con displicencia; por muy cerebrito que fuera, no dejaba de ser un traviesete que necesitaba que le abrazaran cuando era bueno y que le calentaran el culo cuando era malo, como cualquier otro chaval de su edad según el punto de vista de Horacio, de los monjes de la Abadía y de los señores que Tristán iba a conocer en su nueva vida. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Decidió no preguntarle por Adrián ese día; aunque por primera vez en mucho tiempo se sentía a gusto y completo con un joven entre sus brazos y no echaba de menos nada, prefería darse un poco más de tiempo antes de atreverse a remover el pasado. De todas formas era casi la hora de cenar y cierto traviesete tenía que pasar por un par de pruebas antes de poder relajarse de nuevo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- De acuerdo, nene, el resto me lo acabarás de contar esta noche. Ahora mírame a los ojos; así, muy bien. Tenemos que continuar tu instrucción, te quedan un par de pruebas que pasar hoy, lo recuerdas, ¿verdad? En primer lugar voy a bañarte. Y digo voy, no vas. Te voy a desnudar, a atar otra vez las manos para que estés quietecito, y te voy a enjabonar y a frotar bien hasta dejarte reluciente. No insistiré en que a partir de ahora estarás callado, hablarás solo cuando se te pregunte y obedecerás; no quiero oír quejas de que si el agua está muy caliente, muy fría o si el cepillo te rasca, salvo que yo te pregunte; si tengo que repetirte algo o si no sigues estas normas ya sabes lo que ocurrirá. ¿Verdad, nene?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, señor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Estupendo; levántate, quítate la bata y extiende las manos mientras busco la cuerda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una vez en la ducha, Horacio sujetó la cuerda que unía las muñecas de Tristán con un gancho en la parte superior de la pared, cuidando que el cuerpo del joven quedase lo suficientemente tenso con los brazos estirados hacia arriba pero sin provocarle gran incomodidad. De haberse portado mal o resistido para ser llevado a la ducha, le habría castigado tirando de la cuerda y tensando todos los músculos de su cuerpo hasta ponerlo de puntillas. Y probablemente una vez en esa postura le habría propinado una buena somanta de azotes con el cepillo de baño, cuyo lado romo de gran tamaño estaba confeccionado de madera maciza y pesada enormemente eficaz cuando se aplicaba sobre las nalgas desnudas y mojadas de algún jovencito díscolo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Abrió el grifo y mezcló la temperatura de la manera que consideró adecuada antes de dirigir la alcachofa sobre el cuerpo desnudo de Tristán. El joven encontró el agua un tanto caliente, pero lo expresó con mucha sutileza sin llegar a quejarse; su cuidador, al que le gustaba premiar el buen compartamiento, añadió un poco de agua fría y le dio un buen remojón mientras enjabonaba el cepillo y también sus propias manos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horacio era todo un amante de la limpieza concienzuda, y cuando lo que había que lavar era a un joven guapo, más todavía. Le frotó con energía el pelo con las manos enjabonadas, que luego dirigió a todos los recovecos de la cara del joven, especialmente el interior, los bordes y detrás de las orejas. Alguna débil protesta fue replicada con un sonoro azote que escocía el doble sobre la nalga mojada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Convertida su cabeza en un montón de espuma que casi le dificultaba ver y respirar, el resto del cuerpo de Tristán fue recorrido por el cepillo con un masaje de intensidad prácticamente exfoliante que iba dejando roja la piel del joven. La contundencia del enjabonado provocó nuevas protestas que el inflexible entrenador resolvió dando la vuelta al joven y propinándole una azotaina con el reverso del cepillo. La pesada madera provocó aullidos de muchos decibelios por parte del traviesete, que volvía a tener el culito en llamas y de un precioso color cereza. Diez o doce impactos del cepillo fueron suficientes para hacerle saltar alguna lágrima y despertar la piedad de su amo, que continuó con su tarea en la espalda del joven sin más quejas ni interrupciones.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para las partes más delicadas, Horacio dejó el cepillo de lado y empleó las manos enjabonadas. Llevó a cabo una buena limpieza del pene del joven, sin olvidar tirar hacia atrás del prepucio y lavar el glande, los testículos y el periné. Dándole la vuelta frotó con cuidado las nalgas rojas y doloridas e introdujo con firmeza dos dedos enjabonados en su agujerito más íntimo, que debía limpiar de forma exhaustiva para la última prueba del día. Miró el pequeño cepillo cilíndrico de su invención que servía para la limpieza más íntima de los chicos; por un momento llegó a considerar el utilizarlo pero pensó que eran demasiadas emociones para un solo día y el cepillo anal era una prueba extra demasiado dolorosa para un principiante.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una vez bien lavado, secado y un tanto escocido por la intensidad del cepillado, Tristán no recuperó su bata sino que fue colocado desnudo de cara a la pared con las manos atadas, ahora detrás de la espalda, y con la advertencia de que sería azotado de nuevo si torcía la cabeza para echar alguna mirada curiosa a su alrededor. Sin miradas indiscretas, por lo tanto, su cuidador preparaba con calma la última prueba del día. Examinó la caja con la colección de dilatadores y estuvo sopesando los de menor diámetro para pensar con cuál de ellos empezar el adiestramiento rectal del joven. El más pequeño tenía un grosor ridículo casi inferior al de un dedo; pero la colección consistía de doce aparatos, lo cual permitía una adaptación progresiva del esfinter del joven a las penetraciones de las que sería objeto. Por ser su primer día y para evitar forzarlo demasiado, tomó el número dos, equivalente a poco más que la introducción de dos dedos, aunque el muchacho tal vez habría aguantado el tres. Tras embadurnarlo bien en lubricante, se sentó en el sofá con el aparato a mano.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Muy bien, nene. Ahora vas a darte la vuelta y venir andando tú solito hasta aquí con papá. La cabeza baja. Así, muy bien. Ahora, ven aquí y túmbate con cuidado sobre mis rodillas. No te preocupes, no es para azotarte salvo que te portes mal. Eso es; buen chico.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Siguió explicando mientras le acariciaba el pelo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ya solo te queda una prueba más hoy y si la pasas te llevarás un premio que te va a gustar. Separa las piernas y estate muy tranquilo. Si no pones resistencia no te va a doler; si te resistes y te pones tenso te dolerá. Por doble motivo, porque además te zurraré. Abre un poco más; un poco más - le separó las nalgas con los dedos. Así, muy bien, ya empieza a entrar. Relaja; relaja. Vaya, se ha salido; ahora hay que volver a empezar. Vamos, separa bien las piernas. Así. Ahora lo empujamos un poco hacia dentro. Muy bien; tranquiiiilo. Un poco más hacia dentro; un poco más ... Vamos, falta poco. Yaaaa está. Ahora muy quietecito para que no se salga; vamos a estar un rato así tranquilitos sin movernos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por ser el primer día solo se trataba de ejercitarle en la introducción del dilatador; luego tendría que acostumbrarse a llevarlo durante ratos largos, pero Horacio era partidario de ir poco a poco. Lo había aguantado muy bien sin quejas; un grado de obediencia que nunca habría logrado sin la azotaina con el cepillo previa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pasado un tiempo prudencial, Horacio extrajo el dilatador y felicitó al joven por su obediencia. Como premio le puso crema en las nalgas para aliviarlas de los efectos del cepillo, y a continuación le vendó los ojos para la sorpresa final. Con la venda y con las manos atadas, Tristán fue conducido desnudo por varios pasillos hasta entrar en un cuarto donde se escuchaban jadeos de otros jóvenes. Lo primero que pensó, por su experiencia previa en la Abadía, es que se trataba de otra sala de castigo donde los muchachos estaban siendo castigados, pero no se oían azotes y los gemidos parecían más bien de placer.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Fue conducido hasta un punto en el que se le hizo arrodillarse en una plataforma en una posición que le resultó familiar. Se dio cuenta de que estaba en la sala de afeitado y que aquella silla para arrodillarse y no para sentarse era donde le habían quitado el vello púbico delantero. Igual que el día anterior, notó que le estiraban los brazos y se los sujetaban por detrás para tensar su torso y poner la zona pélvica a disposición de su cuidador. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una mano bien lubricada agarró su miembro; pasado un cierto susto inicial comprendió que en la Abadía, además de muchos lugares para el castigo, existían también zonas, por lo menos aquella, para el placer. La presión ejercida por la mano, que aunque no podía ver habría jurado que era la de su guardián, que conocía ya en varios registros tanto fuertes como suaves, inflamó su pene y lo predispuso a someterse de nuevo a la misma mano, en la que se notaba la experiencia también en proporcionar ese tipo de alivio a los chicos del equipo de rugby, algo que solía ocurrir tras el entrenamiento en recompensa a servicios similares, generalmente orales, recibidos de ellos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horacio no pudo evitar sonreír ante la gigantesca descarga y lo escandaloso que podía ser aquel muchacho tan callado. Se la guardaría y le castigaría en otro momento por su indiscreción; desató al joven, le acarició el pelo, le besó, le sacó la venda de los ojos y le facilitó una toalla para que se limpiara. Se disponía para regresar a su celda, cenar y acabar tranquilamente el día cuando entró en la sala un monje guiando a otro traviesillo desnudo, maniatado y con los ojos vendados. Se trataba del padre Fermín y no gozaba de la estima de Horacio, que lo tenía por un envidioso y un chismoso. En otras circunstancias habría intentando rehuirlo, pero estaban cara a cara y no tuvo más remedio que darle conversación.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Qué tal, Horacio? No sabes lo que me alegro de que te hayan dado este chico tan guapo. Sabes que alguna gente es muy mala y anda diciendo cosas de ti, que ahora el equipo de rugby va a ir a peor, que no vas a poder con todo, que no estás preparado, uf, no sabes todo lo que llevo oyendo todo el día. Pero no hagas ni caso, ¿sabes?, yo sé que te lo mereces. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Gracias, Fermín.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Y qué tal se porta? Tiene cara de buen chico. Y es guapísimo. Y a ti se te ve muy feliz; oye -añadió, bajando el tono-, me alegro de que lleves también lo de Adrián.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Perdona?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Pues ... bueno, disculpa, si no quieres hablar de ese tema yo no tengo ningún problema. Perdona que lo haya mencionado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿De que hablas, Fermín?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Pero, ¿de verdad no lo sabes? Parece que acabo de meter la pata; bueno, olvida lo que te he dicho.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Fermín, ¿me explicas que ocurre, por favor?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Bueno, pero no le digas a nadie que te lo he dicho; pensaba que lo sabías. Adrián se va a casar.</div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-85165066668105543122015-02-24T17:55:00.004+01:002015-02-24T17:55:58.186+01:00Antonio<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">-¡¡¡Antonio!!!</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Ni el
tono de voz, ni el hecho de que le hubiera llamado “Antonio”
presagiaban nada bueno. Normalmente su padre le llamaba “Toño” y
cuando estaba cariñoso “Toñito”. El nombre completo se
reservaba para </span><span lang="es-ES"><i>esas</i></span><span lang="es-ES">
ocasiones especiales. Una ráfaga pasó por su cabeza. Pero no, no
podía ser por eso, porque había tomado todas las precauciones
posibles para no ser pillado. Sabía las consecuencias.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Encima,
en esa tarde calurosa de agosto, había invitado a sus colegas del
insti a la piscina de su casa, sabiendo que no habría nadie en casa.
Entre sus amiguetes, por supuesto, había llamado a Quique, ese
chaval moreno de pelo en pecho que tanto le había ayudado a pasar
Selectividad… y que, por otra parte, tantísimo le gustaba. Por él
se había colocado ese Speedo rojo que le quedaba tan bien. Se le
notaba la marca del bañador que llevaba habitualmente, pero no
importaba; de hecho le parecía sexy el contraste del moreno con la
piel más blanca del culo. Antes de que llegaran Quique y los otros,
se lo había vuelto a probar frente al espejo y había quedado muy
satisfecho. Era del año pasado y al haber engordado ligeramente
hacía que le estuviera más apretado. Buen paquete y aún mejor
culo: a ver si terminaba de fijarse Quique en él. Lo que no sabía
en ese momento era cómo iba a terminar la tarde.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">El
grito de su padre lo dejó clavado al borde de la piscina, adonde
estaba a punto de lanzarse para seguir gamberreando con sus colegas y
quizás robar un roce con Quique. La mano de su padre le agarró
fuerte por el cogote y le hizo darse la vuelta. Ceño fruncido, ojos
enfurecidos, mandíbula encajada y el puño izquierdo cerrado. Algo
llevaba ahí, pero no, no podía ser. Mil imágenes pasaron por su
imaginación.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">El
agarre del cuello se transformó en un rápido pescozón ¡¡¡delante
de sus amigos!!! Obviamente, entre el grito y el chasquido, la
algarabía de los chavales paró radicalmente y todos se giraron para
ver qué ocurría. Todas las miradas sobre él. Antonio cambió de su
natural palidez a un tono escarlata, premonitorio de lo que iba a
venir a continuación. Pero aún no soltó su padre ni una sola
palabra más. Al menos parecía que iba a tener el detalle de no
echarle una bronca delante de ellos, al borde de la piscina. No, no
lo hizo. Agarrándole de la oreja lo arrastró a una esquina del
jardín.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Los
chavales, metidos en la piscina, no daban crédito. Al principio
estaban petrificados, sin hablar entre ellos, con la mirada fija en
la escena que se desarrollaba en aquella esquina. Por un lado, no
querían mortificar a Antonio aún más, porque eran conscientes de
que durante la bronca monumental que su padre le estaba echando, de
vez en cuando Antonio lanzaba una mirada furtiva hacia ellos. Pero
por otro lado, estaban como magnetizados. Como la situación se
alargaba, en un acuerdo tácito decidieron charlar de cualquier tema,
avergonzados por el pobre Antonio, pero sin quitar ojo,
disimuladamente, a lo que estaba ocurriendo a pocos metros de ellos. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Se
veía a Antonio, cabizbajo, aún chorreando, con el pelo mojado, con
una toalla que se había colocado en torno a la cintura, y a su padre
frente a él, señalándole con un índice amenazador a un centímetro
de su cara mientras soltaba una retahíla en tono bajo, pero
iracundo. Desde la piscina sólo se oían fragmentos sueltos:
“idiota”, “lo siento”, “irresponsable”, “lo siento”,
“tu hermano”, “lo siento”, “consecuencias”, “lo
siento”, “sí que lo vas a sentir. Ahora mismo”.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Antonio
estaba desarbolado. En la esquina del jardín a donde le había
arrastrado su padre ya pudo ver lo que llevaba en su puño izquierdo:
la china que había comprado para disfrutar la tarde con sus colegas,
su esperanza de pasarse un canuto desde los labios de Quique… y
quizás algo más ¡Todo al garete! Y la actitud de su padre hacía
presagiar lo peor.</span></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Tú
estás idiota? ¿Qué te había dicho yo respecto a ESTO?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Lo
siento. Sólo íbamos a pasar un buen rato, sin hacer mal a nadie.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Tú no
estás en tu sano juicio. Eres un irresponsable, metiendo a tus
amiguetes en casa para fumar unos canutos ¿Qué pasa si los vecinos
se enteran y llaman a la policía?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No
pensaba hacerlo aquí en el jardín. Íbamos a ir a mi habitación.
De verdad, que lo siento.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muy
bien, en tu habitación, para darle buen ejemplo a tu hermano. La
estás arreglando, Antonio.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Lo
siento. Pero él no se iba a enterar.
</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No se
iba a enterar, igual que no me he enterado yo, imbécil. Claro que
esto va a tener sus consecuencias, como te imaginas.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
De
veras, lo siento.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Sí que
lo vas a sentir. Ahora mismo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">A
Antonio le daba vueltas la cabeza ¿Consecuencias? ¿Qué tipo de
consecuencias? Ya se veía castigado el resto del verano, sin paga y
sin salir de casa. Pero la ira de su padre le hacía temer lo peor. Y
sus sospechas se confirmaron cuando a las palabras “ahora mismo”
las acompañaron un sonoro azotazo sobre su trasero.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">¿Cómo?
¿Azotes? ¿Con sus compañeros aún en casa? Es cierto que no sería
la primera vez que su padre le propinaba una paliza, pero ya era
mayor y hacía tiempo que las zurras habían quedado atrás. La
última hacía un par de años. Su padre creía en la disciplina
estricta y no dudaba en aplicarla en cuanto cualquiera de sus hijos
traspasaba la línea roja. Hace unas pocas semanas había sido su
hermano el que había recibido lo suyo. El detonante: el boletín de
notas, con todas suspensas, y un comentario del tutor sobre su
actitud: “Con frecuencia se muestra impertinente en clase”.
Bufff. No le faltó tiempo para llevárselo de la oreja a su
habitación y calentarle de lo lindo. Como solía hacer, dejó la
puerta entreabierta para que yo tomara nota.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Pero
no termino de aprender, parece ¿No había escondido la china bien?
¿Cómo la había encontrado? Ahora ya daba igual. La suerte estaba
echada. Al menos no me zurraría delante de los amigos. Eso sería
demasiado humillante. Respiré aliviado (¿aliviado cuando sabía la
que me esperaba?) al notar que, de nuevo de la oreja, me dirigía
hacia el interior de la casa.</span></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Llegados al
salón, colocó una silla en medio y de un zarpazo me quitó la
toalla que aún llevaba puesta agarrada a la cintura. Por un momento
pensé: esto no puede estar pasándome a mí. Soy demasiado mayor
para esto. Me voy a negar. No hay forma de que me pueda obligar a
recibir una paliza como un niñato.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Pero
pronto mi coraje se diluyó como un azucarillo en agua tibia: si me
negaba, las consecuencias iban a ser aún peores, y después de todo,
ya me había advertido de las consecuencias si me pillaba en un
renuncio, en algo tan grave como esto. Tendría que asumir mi castigo
como un hombre. Pero por muy hombre que fuera, no podía contener la
sensación de hormigueo en el estómago, que tan familiar me era
antes de cada azotaina. Lo que más temía ahora era la rabia
contenida de mi padre, que obviamente se iba a descargar sobre mi
trasero.</span></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Se sentó en
la silla y agarrándome fuerte de la muñeca izquierda me acercó a
su lado, enfrente de él, entre sus piernas.</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Ya
sabes lo que te espera. Tú te la has buscado… y la has
encontrado. Por mucho que patalees y te quejes no voy a parar hasta
que crea que has aprendido tu lección. Y como comprenderás, tu
castigo va a ser proporcional con la falta, que no es precisamente
pequeña ¡Ven aquí!</span></div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Y
acercándome más a él, comenzó a desatarme el bañador. Parece que
esta iba a ser memorable, y desde luego a culo descubierto, como ante
los casos más graves. Las piernas empezaban a temblarme ya y no
quería ni mirar qué estaba haciendo mi padre; sólo miraba al
frente, al infinito. Aún no sabía si se contentaría con darme
manotazos o si me aplicaría su temida regla de madera o ese cinturón
ancho que te deja dolorido para unos días.</span></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Como le
costaba deshacer el nudo del todo, tiró por la calle de en medio y
de un tirón me bajó el bañador hasta las rodillas.</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Ya
veo que estás hecho un hombretón desde la última vez que te tuve
que bajar los humos… y los pantalones. Pero no te va a servir de
nada. Ser un hombre se demuestra no con tener vello en los huevos,
sino comportándose como tal. Y eso es lo que te voy a enseñar esta
tarde.</span></div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">En
otras circunstancias, ante esta conversación sobre mis atributos no
habría podido suprimir una erección, pero no era el momento ni el
lugar. En cualquier caso, tengo que admitir que empecé a notar un
cosquilleo en los huevos y en el perineo ¿Qué me estaba pasando?</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Poco
tiempo me dio para pensar, porque de un tirón de mi muñeca
izquierda acompañada de un empujón sobre mi lomo con su mano
derecha, me encontré de bruces contra su muslo izquierdo. Ya conocía
la rutina: el objetivo era exponer al máximo mi culo a sus azotazos,
mientras yo me apoyaba en el suelo con las manos y, de momento,
mantenía los pies en el suelo. Muy, muy humillante.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Son
momentos muy críticos. Totalmente desprotegido, a la voluntad de tu
padre, en esos primeros momentos de verdad te arrepientes de lo que
has hecho y haces propósito de no volver a verte en esta situación.
Aún no ha caído el primer palo y todavía no calibras la dureza con
la que te va a tratar. Tienes la esperanza de que se apiade de ti,
pero te temes lo peor, sobre todo teniendo en cuenta lo que has
hecho.</span></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Creo que mi
padre disfruta con esta incertidumbre, para hacerte reflexionar, y
con ese puntito sádico que sin duda le caracteriza, alarga el
momento de propinar el primer azote. Pero esta vez estaba tardando
demasiado.</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Sabes
una cosa? –casi susurrando, cerca de mi oreja- He oído hablar de
unas personas que se llaman “culeros” ¿Tú no serás uno de
esos, verdad? Sí, esos que llevan droga en el ano. Creo que voy a
cerciorarme de que tú no has caído en ese tema ¡Levanta!</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Y
acompaña su orden de un azote, pero no el primero de una auténtica
zurra, sino simplemente el de un aviso “amable” para que me dé
prisa ¿Qué va a hacer? No puedo creer lo que cruza por mi
imaginación.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Regresa
al salón con un bote que me resulta conocido ¡Claro, el lubricante
que he comprado por si salía bien la jugada con Quique! ¡Mi padre
ha estado husmeando en mi habitación! </span>
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Creo
que esto es tuyo. No sé para qué lo querías, pero yo lo voy a
poner en buen uso ¡Acércate!</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Y vuelvo a
estar entre sus piernas, pero todavía de pie. No puedo creerlo: se
está untando bien un dedo con lubricante.</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Ahora
relájate, porque, si no, puedo hacerte daño. Tú verás. Sepárate
las nalgas e inclínate hacia delante.</span></div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">¡Mi
padre inspeccionándome por detrás! Noto cómo con su grueso dedo
corazón embadurna mi ojete con una buena dosis de lubricante helado.
Un escalofrío recorre mi espalda. Estoy más cerrado que nunca, pero
como si fuera un experto en exploraciones consigue ensartarme en un
par de movimientos. Me duele, pero no me atrevo a moverme. Mi padre
se toma su tiempo mientras consigue dilatar mis esfínteres y pasa a
la cavidad posterior. Allí se deleita un buen rato recorriendo mis
recovecos.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">No
puedo evitarlo y una potente erección empieza a despertarse en mi
entrepierna, cosa que no pasa desapercibida a mi progenitor.</span></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¡Vaya:
te estás poniendo contento! Se ve que estás acostumbrado a este
tipo de actividades. Una pena que no te vaya a durar mucho la
diversión.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Efecto
inmediato: aquello se desinfla ante lo que sea que tiene preparado mi
padre.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Sin solución
de continuidad, me vuelve a arrojar boca abajo sobre su muslo
izquierdo y comienza su perorata, tirándome de la oreja como si
fuera a costarme oír lo que quiere decirme :
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Chaval,
vas a recibir la paliza del siglo –Pausa tensa- Te la estabas
buscando desde hace tiempo con tu actitud desafiante, tus
desplantes, tu desobediencia. Esto último ha sido simplemente la
gota que ha hecho colmar el vaso. Y lo has desbordado con creces.</span></div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Ya había
pasado por esto más veces, pero no quitaba para que me sintiera con
una mezcla de vergüenza, de miedo y totalmente indefenso.
</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Ya
sabes las normas: como intentes esquivar mis golpes, vuelvo a
empezar de nuevo –Tirón de oreja-; como intentes cubrirte con las
manos, doblo la intensidad –Tirón de oreja; y como patalees, te
bloqueo las piernas –Tirón de oreja final.</span></div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Ya no hubo
más.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Ahí
empezó la lluvia de azotes. Como saben todos los que han pasado
alguna vez por esto, el primero es el peor. Mi padre, que tiene
experiencia en el asunto, dilató el momento al máximo, pero cuando
decidió ponerme la mano encima lo hizo sin avisar y con toda la
fuerza que pudo. Lo atestigua el alarido que pegué. Estuve a un tris
de de cubrirme con la mano –de hecho la despegué del suelo un
segundo- pero me lo pensé dos veces, porque no quería arriesgarme a
que cumpliera su amenaza de intensificar los azotes, cosa que parecía
imposible… a no ser que se decidiera a sacarse el cinturón. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">A cada
rato acompañaba los azotazos con advertencias y amenazas. Lo que más
me irritaba era cuando acompasaba las palmadas a las sílabas, porque
sabía que iba a enfatizar cada una con un azote fuerte, para
terminar la frase con una traca final, un trallazo insoportable:
“ya-te-he-di-cho-mil-ve-ces-que-con-mi-go-…” y ya sabía yo que
aún le quedaban cuatro sílabas con sus cuatro azotes, el último
infernal: “no-se-jue-GA”.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">En un
momento determinado se me encendió una luz en la cabeza: ¿Qué
había pasado con mis colegas? ¿Habrían tenido la discreción de
marcharse? Giré un momento de la cabeza (suelo dejarla gacha y no
cabecear, con la tonta ilusión de que todo pase cuanto antes si me
concentro en un punto fijo en el suelo) y vi que estaban mirando la
escena desde la ventana que desde el salón da al jardín. A mi padre
no le importaba lo más mínimo que estuviéramos en una especie de
escaparate; de hecho, posiblemente consideraba que era parte de mi
castigo. Si ya estaba mortificado antes, ahora la situación era
insoportable. Quería que me tragara la tierra.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Y ahí
cometí el error garrafal de intentar zafarme del agarre de mi padre,
que mientras me daba con la derecha, me mantenía en mi sitio con la
izquierda sobre el lomo o enganchándome bien la cadera derecha. No
sé cómo lo logré, pero con la fuerza que la rabia y la vergüenza
me dieron, me puse de pie.</span></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Has
decidido tú que ya he terminado contigo? Creo que estás muy, pero
muy confundido, jovencito – Todo esto dicho entre dientes y con
mucha rabia apenas contenida.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Casi
solo me dio tiempo a llevarme las manos a las nalgas: estaban
ardiendo y no sabía dónde ponérmelas para aliviar un poco el
dolor. En vano, porque en ese instante vi cómo él también se ponía
de pie y se llevaba una mano a la hebilla del cinturón. Esto iba de
mal en peor. No quería ni mirar, pero escuché cómo se deslizaba
por cada una de las trabillas hasta quedar totalmente desplegado.
Sólo pude echar un vistazo para comprobar qué cinto llevaba esa
tarde: si era el estrecho de vestir o ese anchote que suele ponerse
con los vaqueros. Si el uno era malo o el otro era peor. El uno, por
estrecho, marcaba con los bordes, y el otro con su anchura pesaba más
y cubría un área mayor con cada correazo. Miré al suelo, hacia sus
zapatos, y vi que llevaba unos vaqueros. Mala cosa.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">No
quería mirar, pero sabía que estaba doblándolo para que fuera más
manejable y para que el impacto fuera aún más doloroso. Cuando oí
que lo chasqueaba contra su mano izquierda, como para comprobar el
peso y la fuerza, supe que la parte más complicada de mi castigo
estaba a punto de comenzar. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Sin mediar
palabra, me agarró del brazo y me llevó al borde de la mesa del
comedor.</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¡Agárrate,
que vienen curvas!</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Con
esta parte de mi disciplina no estaba yo tan acostumbrado porque no
habíamos llegado a estos extremos con frecuencia, pero
instintivamente agarré fuerte los bordes laterales de la mesa. Creo
que así se puede descargar algo de tensión, si aprietas fuerte. O
al menos esa era mi esperanza.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">De lo
siguiente se encargó él. Me empujó la cabeza hasta que la apoyé
en la superficie de la mesa, pero la dirigí al lado contrario de la
ventana, porque me mortificaba la idea de que siguieran los demás
mirando. A continuación, se colocó detrás de mí y con un pie
separó mis piernas hasta que consideró que estaba suficientemente
expuesto e indefenso: en esa postura resulta más complicado apretar
las nalgas para protegerse.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Se
colocó a mi izquierda y me anunció que recibiría series de veinte
correazos (sin especificar cuántos en total). Tendría que contarlos
y si perdía la cuenta o me saltaba alguno, volvería a empezar la
serie. Aquí yo sabía que el riesgo estaba en que a veces cambiaba
el ritmo y podía perder la cuenta. Ya me había ocurrido alguna vez.
Además, sabía que tenía la costumbre de enfatizar los dos últimos
latigazos, de manera que al ir acercándome al veinte el corazón se
me aceleraba.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Y
empezó. Me había propuesto no llorar, pero aquí ya no pude más, y
entre sollozo y sollozo en un par de ocasiones me debí equivocar,
porque tuve que empezar de nuevo, y eso que una vez ya iba por el
catorce, creo.</span></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No sé
cuántos palos me llevé. En un par de momentos, pensé que había
acabado; pero no, volvió a empezar con la orden: “¡Cuenta!”</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Estaba
tan agotado que pasaron un par de minutos antes de darme cuenta de
que había terminado por fin. Por pura precaución me quedé echado
sobre la mesa, a la espera de instrucciones, no fuera que tomara por
desobediencia cualquier movimiento por mi parte y volviera a empezar.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Cuando
lo consideró oportuno, se acercó de nuevo a la mesa, y sin mediar
palabra me agarró de la oreja y me arrastró hacia mi cuarto.
Avergonzado, con los ojos llorosos, ni siquiera quise ver si los
chavales seguían mirando.</span></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Antonio,
vas a quedarte en tu habitación, de espaldas a la pared, en aquella
esquina, hasta nuevo aviso. Ah, y no se te ocurra moverte ni
vestirte. Aún no sé si he terminado contigo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">Y se
despidió propinándome un sonoro azotazo en la nalga derecha. Por
supuesto, dejó la puerta entreabierta para que mi hermano aprendiera
en culo ajeno una lección inolvidable.</span></div>
<br />
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-59236961595536652082015-01-19T23:50:00.001+01:002015-01-19T23:50:38.555+01:00Tristán: Capítulo 3<div style="text-align: justify;">
Hago otro paréntesis de nuevo en mi retiro del mundo bloggero para proseguir con la historia de Tristán. En este capítulo podréis ver cómo transcurre su primer día en la Abadía. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Creo que este relato es más complejo que los de Chiquitín y agradezco mucho a quienes me escriben diciendo que les gusta o por lo menos que aceptan bien este cambio de registro (que a lo mejor no lo es tanto como me parece); no sé si alguien más lo verá como una historia de amor. Yo a veces tengo la sensación de estar escribiendo novela rosa, y lo grave es que me gusta :-) Pero claro, es novela rosa a mi manera un tanto peculiar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En fin, lo importante no es lo que me parezca a mí sino a vosotros, porque vuelvo a decir que estos relatos existen gracias a la gente que me escribe y me anima a continuar. Por enésima vez me disculpo por la poca frecuencia con la que actualizo la historia; los últimos meses han sido bastante frenéticos y ahora con el nuevo año he tenido ocasión de dedicarme un poco más de tiempo a mí mismo y proseguirla. Un beso grande a mis lectores y mis lectoras (que son más de las que me habría podido imaginar).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
TRISTÁN</div>
<div style="text-align: center;">
CAPÍTULO 3: HORACIO</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Continuación del capítulo 1, La revisión, y del capítulo 2, El Abad)</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Resumen de los capítulos anteriores: Debido a las dificultades económicas de su familia, el joven Tristán al finalizar sus estudios ingresa en la abadía de una orden religiosa donde forman a sirvientes para señores adinerados. El abad de la orden encarga al entrenador deportivo, Horacio, el adiestramiento del joven.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tras hablar con el Abad, Horacio se dirigió a la guardería, que era como los frailes llamaban al lugar donde se atendía a los pupilos recién llegados, con el corazón palpitándole de entusiasmo y miedo a la vez. Su sueño se acababa de cumplir; había conseguido el goloso puesto de adiestrador de pupilos, un codiciado privilegio reservado a los monjes ordenados de mayor edad, estando todavía en la treintena y siendo solamente un Hermano colaborador, no un Padre miembro de la Orden. Ignoraba cómo sentaría este ascenso en la comunidad de la que llevaba formando parte solamente unos pocos años; pensó en los que se alegrarían por él pero también en quienes lo envidiarían y criticarían. Pero no era esto lo que le preocupaba al Hermano Horacio, que no era ambicioso y si deseaba el puesto no era por otro motivo que dar un paso más para desarrollar su vocación y gran pasión de educar y dominar a chicos jóvenes, sino el reto y la nueva responsabilidad que se abrían ante él. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hasta aquel momento se había limitado a las actividades deportivas; en el campo de juego y el vestuario él estaba al mando, daba órdenes, felicitaba y castigaba, repartía besos, pellizcos y collejas, les daba palmadas cariñosas en el culo a sus jugadores cuando le obedecían y azotes cuando eran desobedientes, pero solo durante el tiempo del entrenamiento y a todo un grupo de muchachos de los que luego cada uno tenía su adiestrador personal que hacía el papel de papá o de amo durante el tiempo que duraba su formación como sirviente. Cuando al final de la tarde acababan los entrenamientos, a pesar de los recuerdos de los buenos momentos pasados junto a sus traviesos deportistas no podía evitar sentirse solo y envidiar a los frailes que recibían a sus pupilos para darles alguna clase, tal vez bañarlos, secarlos, desnudarlos, ponerles el pijama, jugar con ellos, abrazarlos, sentarlos en sus rodillas, darles masajes, castigarlos por sus diabluras del día, mandarlos a la cama con el culito bien caliente … </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Realmente la vida en la Abadía era entretenida y dejaba poco tiempo para la melancolía; al no tener pupilos a su cargo, Horacio cenaba en el comedor con los monjes, donde la cena se animaba con el castigo público de algún novicio que hubiera desobedecido o infringido las normas del lugar. Con frecuencia eran dos o tres los muchachos que eran traídos del cuello o de la oreja desnudos y con las manos atadas a la espalda al comedor a la vista de todos los presentes para ser castigados. A Horacio le había llamado la atención la disposición en una sola y larga línea de la mesa del comedor en la que los comensales tenían solamente compañeros a los lados pero no en frente, como si estuvieran ante un escenario; la misma no tenía otro fin que el de permitir a todos los presentes disfrutar del hermoso espectáculo que tenía lugar en todas las comidas y cenas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El Abad empezaba reprendiendo al novicio o a los novicios y ordenando a uno de los Padres la lectura de los artículos de la regla de la Orden que este hubiera transgredido. A continuación el mismo Abad se sentaba en la silla colocada con ese propósito y ponía al muchacho desnudo y maniatado sobre sus rodillas, mientras otro monje hacía lo propio de haber un segundo traviesillo necesitado de azotes. Durante los siguientes minutos, los frailes contemplaban en silencio y con deleite la azotaina proporcionada por la mano fuerte del Abad junto con los deliciosos gemidos del novicio cuyas nalgas comenzaban a cambiar de color; todo ello mientras el monje encargado de la lectura repetía una y otra vez la norma transgredida para recordar la causa del castigo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los azotes duraban hasta que el Abad consideraba que el trasero colocado sobre sus rodillas estaba ya suficientemente caliente. En ese caso hacía levantar al muchacho y pedía la ayuda del monje lector para colocarlo sobre la banqueta de castigo en la posición de sumisión, con las piernas muy separadas y las nalgas ardientes colocadas en posición prominente, dejando el ano y los genitales del novicio travieso a la vista de toda la comunidad, así como su cara, la cual asomaba entre sus piernas abiertas muy colorada, en parte por la sangre que bajaba a la cabeza al estar esta más baja que el cuerpo y en parte por la vergüenza. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero la humillación del joven no acababa aquí, sino que el Abad, tras minuciosa observación de su orificio más íntimo, generalmente acompañada de la introducción de uno o dos dedos para comprobar su grado de dilatación, pronunciaba un par de números dirigiéndose al monje lector y ayudante; la primera cifra era la longitud y la segunda el grosor del dilatador que el joven tendría que llevar colocado durante toda la cena. El monje lector obedecía las órdenes del Abad y extraía de entre la gran colección de dilatadores en forma de falo colocados al lado de las banquetas de castigo el adecuado para la ocasión y se lo facilitaba al Abad, el cual con gran maestría lo introducía lenta y meticulosamente hasta el final entre nuevos gemidos y a veces gritos tenues, o incluso no tan tenues, por parte del travieso novicio. Una vez el falo de cera había desaparecido entre las nalgas intensamente rojas del joven, quedando solo la base del mismo a la vista, la comunidad aplaudía el virtuosismo con el que se había ejecutado el merecido castigo y comenzaba a disfrutar de la cena, aderezada por los murmullos periódicos del joven atado que sollozaba ante el escozor de sus nalgas y de su recto. Los muchachos con experiencia en recibir este castigo esperaban con ambivalencia el final de la cena, puesto que la llegada de los postres se celebraría con la extracción del dilatador, lo cual suponía un alivio para el muchacho castigado, pero solamente parcial puesto que no significaba que su tormento hubiera acabado. Y es que no se le desataba todavía porque debía tener lugar aún la parte final del correctivo, que consistía en que el Abad aplicase con firmeza y mano experta las disciplinas eclesiásticas, un látigo formado por varias tiras de cuero, sobre el culito cuya rojez se había disipado en parte. Las marcas del instrumento sobre las nalgas nuevamente coloradas y escocidas suponían una segunda ronda de aplausos y vítores por parte de los monjes que disfrutaban del postre y del café.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque el Hermano Horacio disfrutaba enormemente de las disciplinas de los novicios en comidas y cenas y siempre que el equipo de la Abadía conseguía alguna victoria el Abad le invitaba a ser su ayudante y azotar a uno de los traviesos como premio y agradecimiento, las cambiaría encantado por comer a solas con un chico guapo al que pudiera considerar suyo, al menos durante las semanas que solía llevar su instrucción hasta que estuviera listo para enviar con su amo. Todo esto pasaba por su cabeza mientras se dirigía a la guardería y esperaba impaciente a que le dieran noticias sobre el pupilo que le había correspondido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por fin fue invitado a entrar; la visita a la guardería siempre era un placer y un espectáculo digno de contemplar; algunos de los muchachos recién llegados, desnudos y con las manos atadas, esperaban agrupados turno ante la sala de afeitado, en cuyo interior cuatro chicos, puesto que no había espacio ni personal disponible para más, estaban colocados en posición en banquetas especiales, prácticamente idénticas a las de castigo puesto que su función era facilitar el rasurado de nalgas, ano, periné y parte trasera de los muslos. Una vez acabado el afeitado trasero serían movidos a las banquetas de afeitado delantero, puesto que el vello púbico estaba totalmente prohibido tanto para pupilos como para novicios.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y allí estaba su mancebo; con un guiño y una sonrisa cómplice, el Padre Juan, uno de los encargados de la selección de pupilos que había traído muchachos nuevos ese día, y que evidentemente estaba informado de la decisión tomada por el Abad y no la censuraba, le señaló el culito que le pertenecía a partir de aquel instante. Un hormigueo sacudió el cuerpo de Horacio al ver los muslos firmes y las nalgas redondas y robustas; si él hubiera tenido que elegir entre los cuatro hermosos culos desnudos expuestos en la sala, hubiera elegido aquél sin dudarlo. A partir de aquel instante aquel trasero le pertenecía y podría acariciarlo, pellizcarlo, penetrarlo o azotarlo a su voluntad; su sueño más ansiado se estaba haciendo realidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Procurando dominar la excitación y la alegría que le embriagaban y pensando en el bien del muchacho, al que debía transmitir dominio y seguridad, se acercó a él y le acarició la espalda y el culito apreciando la suavidad de su piel.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Precioso potrillo -opinó dando unas palmadas suaves en las nalgas todavía pálidas en contraste con dos de los otros muchachos, cuyos traseros enrojecidos estaban siendo ya embadurnados de espuma por sus cuidadores. -Y por lo que veo, se ha portado bien por ahora. ¿Cómo se llama?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Tristán. Parece manso, sí, ha estado muy tranquilo todo el día, no como estos dos que han tenido que probar ya el cepillo – respondió el Padre Juan mientras le facilitaba la espuma de afeitar y le guiñaba nuevamente el ojo. -Pero cuidado con los que parecen mansos, que luego son los que dan más guerra.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Pues más te conviene que no sea así, ¿vale, guapo? -Tras darle un par de azotes, untó con espuma los muslos del muchacho. Las nalgas, deliciosas, carecían de vello, limitándose este a la zona perianal, en la que el Hermano Horacio comenzó también a extender la espuma con mano decidida pero delicada. El jadeo del muchacho al sentir la espuma fría se intensificó cuando su nuevo cuidador, enormemente deleitado con aquel ronroneo ambiguo entre el placer y el disgusto, aprovechó para penetrar su agujerito virgen con el dedo índice. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mientras la espuma se endurecía y se adhería al vello que debía ser eliminado, el Padre Juan tomó del brazo a Horacio y le facilitó la ficha de su nuevo pupilo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Te ha tocado un caso especial. No solo por lo guapo que es el chico y el culete tan bonito que tiene, redondito como sé que te gustan a ti además, que ya he notado como se te va la vista detrás de los jugadores robustos de tu equipo – le guiñó el ojo a su compañero de nuevo mientras le acariciaba afectuosamente la cabeza. -No es un bribonzuelo como los que tienes en el equipo de rugby y el de fútbol, es un chaval de buena familia, aunque venida a menos. Su padre, muy educado, ha sido cliente nuestro y ahora se ve en la tesitura de tener que llamarnos para vender a su muchacho para tapar deudas y agujeros. Es universitario y su destino no es arreglar tuberías ni limpiar cacharros sino ser secretario personal de algún caballero distinguido. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El Padre Juan se calló de una forma en la que a Horacio, que siempre se había entendido bien con él, no le costó ver que había algo más que a su compañero le costaba contarle.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Qué ocurre, Padre? Es estupendo que me asignen a este chico, es ideal para mí. Y en cambio me mira usted con cara de circunstancias … Ah, ya. Las envidias; sé que muchos frailes me van a criticar, ya me tienen manía desde hace tiempo por los éxitos del equipo de rugby, y van a decir que no estoy preparado para hacerme cargo de un pupilo … Y cuando vean el culo tan bonito de Tristán, se van a poner verdes. Cuento con ello y con demostrarles que se equivocan.</div>
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<br /></div>
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El Padre Juan sonrió y negó con la cabeza.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ojalá fuera eso, Horacio. Eres un chaval muy inteligente y sé muy bien que sabes estar por encima de las habladurías y las maledicencias.</div>
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<br /></div>
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- ¿Entonces qué ocurre?</div>
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<br /></div>
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- En realidad no tendría que ocurrir nada. Pero no me gusta callarme las cosas contigo y prefiero que te enteres por mí. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No entiendo nada.</div>
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<br /></div>
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- Se trata de Adrián.</div>
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<br /></div>
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- ¿Adrián? ¿Mi Adrián?</div>
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<br /></div>
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- Hace tiempo que no es tu Adrián, Horacio.</div>
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<br /></div>
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El silencio de Horacio al escuchar el nombre de Adrián fue elocuente. El Padre Juan le cogió del brazo cariñosamente y lo condujo a un rincón de la guardería para hablar con calma, ajenos a la azotaina que tenía lugar a su lado. Uno de los cuidadores castigaba a un muchacho que había opuesto resistencia a dejarse atar al banco de afeitado y que, una vez colocado en posición, gemía ante el escozor de los impactos de una poderosa pala rectangular de madera recia.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Horacio, sé que Adrián fue muy importante para ti, pero debes mirar hacia delante.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Eso lo he oído ya antes.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No seas insolente. Te di muchas azotainas cuando eras novicio, a ver si voy a tener que recordarte el respeto que les debes a tus mayores.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Disculpe, Padre, pero no entiendo por qué me habla de Adrián ahora.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Este chico que te han asignado, Tristán, es el hijo del primer amo de Adrián.</div>
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<br /></div>
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Horacio era la viva imagen de la estupefacción.</div>
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<br /></div>
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- No puede ser.</div>
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<br /></div>
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- Pues lo es. </div>
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<br /></div>
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- ¿Pero el Abad lo sabe?</div>
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<br /></div>
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-Lo ignoro, Horacio. Probablemente se trate de una casualidad. Una enorme casualidad.</div>
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<br /></div>
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- ¿Cree que no debería encargarme entonces del chico?</div>
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<br /></div>
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- Todo lo contrario. Ahora estás con nosotros y no puedes decirle al Abad que el pasado sigue pesando para ti. Tú eres su predilecto entre los Hermanos, no, no me lo discutas, es así. Tienes que demostrarle tu profesionalidad; que vas a tratar a este chico igual que si no tuviera ninguna relación contigo. Porque en realidad no la tiene; si su padre no hubiera acogido a Adrián lo habría hecho cualquier otro. De hecho Adrián fue siempre bien tratado en esa casa, aunque no te guste reconocerlo. </div>
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<br /></div>
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- Perdone que no me apetezca escuchar eso. Adrián fue desgraciado en aquella casa … al menos al principio.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Claro que te echaba de menos al principio, pero se acostumbró a su nueva vida. Y tú deberías hacer lo mismo de una vez. Y no hay más discusión.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- De acuerdo, Padre.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sé que tienes un don con los chavales y que vas a tratar muy bien a Tristán. Este momento es complicado para ti, pero para él mucho más. Ya no tiene a su familia; necesita un padre que le dé mucho cariño y mucha firmeza. Y hay un padre en ti, lo he visto en como tratas a los jugadores de tu equipo.</div>
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<br /></div>
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- Muchas gracias, eso espero.</div>
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<br /></div>
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- Claro que sí. Ahora mismo este chico necesita un buen afeitado. Y luego su primera lección de obediencia y de sumisión. Sé que lo vas a hacer muy bien porque sé que vas a disfrutar haciéndolo. Y que vas a enseñarle a que él también disfrute haciendo gozar a su amo; aunque eso vendrá con el tiempo; hoy el pobre no va a disfrutar cuando le ates y le azotes. Manos a la obra; ya está bien de charla.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El Padre Juan dio por terminada la conversación con una palmada en el trasero de Horacio. Era de los pocos frailes de la Abadía, aparte del Abad naturalmente, a los que Horacio le permitía esa familiaridad arrastrada de su época de novicio. </div>
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<br /></div>
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Reconfortado dentro de su confusión, el Hermano volvió al cubículo donde se encontraba su pupilo con su hermoso trasero expuesto ante él. La espuma se habría reblandecido ya y estaría listo para el afeitado. Le acarició las nalgas antes de hablarle:</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Cuál era tu nombre, chaval? - Lo recordaba perfectamente pero el muchacho había perdido su individualidad, era un chaval más, un sirviente más en espera de que le asignaran un amo, y así es como debía sentirse. </div>
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<br /></div>
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- Tristán, Padre.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No soy un sacerdote, Tristán. Llámame Señor por ahora. Luego te explicaré más. -Le separó las nalgas para comprobar que la espuma estaba ya blanda.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, Señor.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Estupendo, chaval, veo que aprendes rápido a comportarte y espero que siga siendo así. Ahora voy a rasurarte completamente el culito y la pilila. Son las normas de este lugar y aquí es sagrado el cumplimiento de las normas.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Le dio un suave azote mientras preparaba la maquinilla de afeitar y le cambiaba la hoja.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ahora debes escucharme bien, Tristán. ¿Me estás escuchando?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un azote, en esta ocasión fuerte, advirtió al joven de su error.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Cómo debes responder cuando se te pregunta?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, señor.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Esto está mejor. Estás atado para evitar que te muevas y que te haga daño. Te voy a rasurar zonas muy delicadas y cualquier movimiento por tu parte puede hacer que te corte. Y además del posible corte, si te mueves te castigaré. Te daré una buena zurra en el culo. Y si hablas sin que te haya hecho una pregunta, te azotaré también. ¿Lo has entendido, Tristán?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, señor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Qué te va a pasar si te mueves?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Que me cortaré.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un nuevo azote, en esta ocasión en la otra nalga.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Has contestado mal, hijo. ¿Por qué?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Porque no he dicho señor?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El traviesillo no pudo evitar dar un respingo ante el tercer azote. La mano de su cuidador, cuya cara no había podido ver todavía, era fuerte.</div>
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<br /></div>
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- Exacto, contesta otra vez.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Que usted me puede cortar, señor.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Podría cortarte, efectivamente. ¿Pero qué más te pasará?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Que usted me castigará, señor. -La voz del muchacho era poco más que un gemido.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Y cómo te castigaré?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Me dará unos azotes. En el culo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Perfecto, veo que lo has entendido. Ahora estate muy quietecito y acabaremos pronto con el culo. Luego te soltaré para cambiarte de posición y afeitarte el pito y los huevecitos; cuando terminemos podrás ir al baño si lo necesitas y te pondré en la fila junto a los otros pupilos para presentaros ante el Abad. Ahora voy a empezar. </div>
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<br /></div>
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******************************************************************************</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tras comprobar la suavidad de la piel entre las nalgas y en el periné, ya completamente libre de vello, Horacio procedió a desatar a Tristán para cambiarle de postura y pasar al afeitado del vello púbico. Le liberó las piernas y a continuación las manos. Animó los tímidos movimientos de muñecas y tobillos para desentumecerse con una palmada en las nalgas todavía ofrecidas ante él.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Muy bien, chaval. Levántate con cuidado.</div>
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<br /></div>
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Le ayudó un poco empujándolo del torso para compensar el ligero mareo al erguir de nuevo la cabeza tras haberla tenido agachada durante un buen rato. Al alzarse y darse la vuelta, el pupilo y su cuidador se miraron por primera vez a los ojos. Con su expresión de perplejidad y cierto temor, Tristán le resultó tan irresistiblemente guapo y dulce como le habían comentado. Sintió una punzada de ternura que le desgarraba y le asustó recordar que solamente se había sentido así una vez en su vida, en el momento en que fue consciente de que estaba enamorado de Adrián. Se quedó quieto durante un breve instante intentando vencer el fuerte impulso de estrechar a aquel chico desconocido entre sus brazos.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por su parte Tristán estaba experimentando también una sensación muy confusa; ese cuidador era muy diferente de los viejos frailes de expresión severa con los que había tratado desde su llegada a aquel lugar. Aunque sería al menos diez años mayor que él era mucho más joven que los otros y no llevaba hábito sino ropa de deporte que marcaba su cuerpo grande y atlético. Vio o quiso ver en él una dulzura que no había en ningún otro lugar ni ninguna otra persona en aquella estancia y lo invadió un vivo deseo de no separarse de él y que solo él fuera quien debía instruirle durante los próximos días.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ninguno de los dos sería capaz de decir cuanto tiempo transcurrió, si fueron segundos o minutos, antes de que Horacio consiguiera recomponerse y conducir a su pupilo del brazo, con firmeza pero sin brusquedad, hacia la banqueta para el afeitado delantero. Lo que parecía un asiento bajo con una rampa y un gran respaldo detrás no era para sentarse, sino que el travieso debía arrodillarse sobre el presunto asiento y sentar el culete sobre la superficie inclinada que había encima de este y cuya función era hacer sobresalir sus genitales y tensar la piel alrededor de ellos. Tras colocarlo de rodillas en el asiento, su cuidador tiró hacia atrás de los brazos del joven para atarlos a las correas de sujeción que había detrás del respaldo. La movilidad del travieso, ya muy limitada, se impedía completamente con las correas que sujetaban los muslos y las pantorrillas. Tristán apenas intentó comprobar que su inmovilidad era total, pero, tal vez por la costumbre o por la esperanza que había decidido depositar en su atractivo y viril cuidador, esto le produjo menos angustia que cuando había sido atado anteriormente a la banqueta de afeitado trasero.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Muy bien, jovencito. No puedes moverte, pero tampoco lo intentes porque vamos a trabajar una zona todavía más delicada. Y no hables si no se te pregunta; en esta posición no puedo darte azotes en el culo, pero sí bofetadas en la cara que duelen más. Por ahora lo estás haciendo muy bien y solo tienes que seguir calladito y obediente. ¿De acuerdo?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, señor.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tras comprobar la firmeza de las correas, Horacio untó los tiernos genitales del joven con espuma y a continuación, mientras esta se reblandecía, se colocó a un lado del joven, donde este no podía verle, y le acarició el cabello con suavidad no exenta de firmeza.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Muy bien, así, calladito y tranquilo. Tenemos que esperar un poco.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al joven le hubiera gustado preguntar por qué era tan importante que le afeitaran, qué tipo de lugar era aquél, cuánto tiempo iba a estar allí y muchas otras cosas, pero tuvo cuidado de no hacerlo. Desde su nueva posición podía ver la sala en el que se encontraba y las escenas que hasta entonces, con la cabeza hundida entre las piernas, solo había podido escuchar. Frente a él, y probablemente también a sus lados, varios chavales, como él completamente desnudos, eran afeitados, unos por delante y otros por detrás. Uno de ellos, que colocado en la misma posición que él intentaba forcejear con sus ataduras, recibió dos bofetones por parte de su cuidador, un monje de avanzada edad de gafas y pelo cano. Los quejidos, rayando en gritos, que empezó a proferir cuando, en parte por seguridad y en parte por castigo, el monje procedió a apretar sus ataduras, motivaron, además de dos nuevos bofetones, la colocación de una gruesa mordaza en la boca del travieso. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero no faltaba algún que otro comportamiento más rebelde e incluso insolente; Tristán vio desfilar ante él a otro chaval al que un corpulento y fuerte fraile llevaba colgado a los hombros, como si se tratase de un saco, con los tobillos y los muslos atados para que no pataleara. Su trasero, desnudo y expuesto sobre el hombro del monje, mostraba un intenso color casi granate y señales de haber sido azotado con algún tipo de correa. Pero era evidente que los azotes no habían bastado para aplacar al traviesillo, el cual, a pesar de llevar las manos atadas a la espalda y de la mordaza que atenazaba sus gritos, todavía intentaba revolverse dentro de sus ataduras e importunar a su portador, el cual propinó un contundente y merecido azote con la mano que le quedaba libre a las nalgas del granuja, el cual, dolorido, se tranquilizó al menos por el momento. Tristán pensó que probablemente estaba siendo transportado a alguna celda de castigo donde lo corregirían con la severidad que necesitaba, como habían hecho con algún otro bribonzuelo que se había mostrado sarcástico e impertinente a la llegada a la Abadía.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horacio, que no pudo evitar reparar en la escena, consideró más adecuado no decir nada y dejar que su nuevo pupilo sacara conclusiones por sí mismo respecto a las causas de que aquel travieso estuviera siendo expulsado de la sala. Ninguna descripción de los castigos al que sería sometido a continuación el infractor inquietaría tanto a Tristán como los que su imaginación pudiera inventar. Cuanta menos información se le proporcionara y en más incertidumbre se moviera, más rápido se alcanzaría el objetivo de toda aquella parafernalia, que era la sumisión total del joven y su adaptación a la nueva vida que le esperaba en casa de su amo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tristán se sintió extraño al incorporarse otra vez y verse sin rastro de vello. Tras unos breves instantes de libertad para moverse y desentumecer brazos y piernas, no pudo evitar una mueca de disgusto al ver a su guardián tomar de nuevo cuerdas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Me vas a atar otra vez?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horacio lo miró con cara de disgusto; dejó las cuerdas que estaba preparando encima del atril de donde las había sacado y se aproximó a él con rapidez. Con una mano sobre el cuello le hizo inclinarse y con la otra le dio media vuelta para poner su trasero a su disposición. Un par de azotes fuertes, uno en cada nalga, castigaron la curiosidad del travieso.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Por qué te estoy castigando, jovencito?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No lo sé, señor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En esta ocasión fueron cuatro los azotes, dos en cada nalga. Horacio no iba a dejar que un chico listo se hiciera el tonto; Tristán debía aprender cuanto antes que no se le iban a explicar las normas más de una vez.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Seguro que no sabes por qué te estoy castigando? Igual lo entiendes mejor si te doy con la correa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Por haber hablado sin permiso, señor?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Eso es. Vas aprendiendo. Esto por no haber contestado a la primera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los dos azotes finales sobre la parte superior de los muslos, una zona especialmente sensible, provocaron un sofocado grito de dolor del joven.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horacio retiro la presión sobre su cuello y le permitió incorporarse. Ya sin más preguntas ni resistencia, Tristán se dejó atar docilmente las manos a la espalda y vendar los ojos. No había ningún secreto ni nada que no se pudiera ver, pero la desorientación espacial ayudaría a la sumisión del joven.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Sígueme.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La instrucción verbal fue acompañada de un leve tirón tras haber agarrado al muchacho del brazo. Fue conducido desnudo fuera de la sala, suponía que en compañía de otros pupilos, y no fue capaz de conservar el rastro del camino que estaba recorriendo. En un momento, tras haber caminado por varios pasillos, notó que la presión sobre su brazo se aminoraba, animándolo a reducir el paso al entrar en una nueva sala, en la que se detuvo tras haber rozado otros cuerpos desnudos. Mientras le pareció que su cuidador se colocaba detrás de él, oyó una voz fuerte a media distancia:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Muy bien, muchachos. Esperad aquí quietecitos unos minutos a que llegue el resto de vuestros compañeros. El que hable o se mueva será castigado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Silencio y calma total tras el aviso, solo interrumpidos por las disculpas de otros jóvenes que iban entrando al chocarse o al rozarse con otros. Una vez llegados todos, las siguientes voces que rompieron el silencio eran de adultos, probablemente monjes que murmuraban. Tristán giró la cabeza hacia el lugar del que venían los susurros, pero la mano firme de su cuidador volvió a colocarle mirando al frente. Finalmente la voz que había dado el primer aviso habló de nuevo, y esta vez pudo comprobar que se trataba de la del Padre Juan:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Atención; vuestros cuidadores os van a retirar la venda de los ojos y a desatar las manos para que podáis saludar al Abad. No hace falta deciros que vuestro comportamiento ante él debe ser excepcional.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tristán notó que su cuidador, que seguía detrás de él, le retiraba la venda y le desataba las manos. El pequeño murmullo que se levantó fue rápidamente apagado:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¡Silencio! ¡Y manos a la espalda!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando sus ojos se acostumbraron de nuevo a la luz y la sangre volvió a circular de nuevo por sus muñecas, Tristán pudo contar a unos quince o dieciséis chavales de su edad, alrededor de los veinte años, aunque varios parecían más jóvenes, colocados en círculo, desnudos, con el vello púbico totalmente afeitado y con las manos a la espalda, y detrás de ellos a otros tantos monjes y cuidadores de edad madura, algunos con hábito y otros en ropa de calle, unos casi ancianos y otros en los últimos años de lo que se podría considerar mediana edad, pero ningún otro con ropa de deporte ni tan joven como el que le había sido asignado a él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Vio al Padre Juan y a otros monjes vestidos con hábito saludar a un hombre con barba gris de unos 60 años que entraba en la sala y que se trataba evidentemente del abad. Tras saludar muy afablemente a los monjes, se colocó en el centro del círculo y miró a los preciosos mancebos desnudos que le rodeaban con gran satisfacción.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Buenas tardes, muchachos. Bienvenidos a la Abadía. Este lugar va a ser vuestro hogar durante unas cuantas semanas, mientras dure vuestro entrenamiento. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Comenzó a caminar en círculo por entre los chicos acercándose uno a uno a ellos y mirándoles sucesivamente a los ojos mientras hablaba.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Como ya sabréis, vuestras familias os han traído aquí para que aprendáis a comportaros y a obedecer; no estáis de vacaciones. Dentro de poco estaréis sirviendo en casas de señores muy respetables; tendréis que trabajar duro en tareas de la casa y también tendréis que complacer a vuestros amos en cuestiones más personales. La función de la Abadía es enseñaros; nos interesa no solamente el prestigio de nuestra institución, también la situación económica tan complicada en la que dejaríais a vuestra familia si vuestro amo os devolviera. Por eso no vamos a dejar que eso ocurra. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Vuestro cometido es muy sencillo: obedecer a vuestros mayores; en particular a vuestro cuidador que se va a encargar de vosotros durante vuestro aprendizaje. Y las normas de nuestra casa son igual de fáciles: no preguntar, no hablar si no se os pregunta, bajar la mirada y hacer todo lo que se os dice. Y aceptar el castigo cuando se incumplen las normas. Seréis tratados con severidad, mucha, pero nunca con crueldad. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ante cualquier desobediencia o infracción menor, seréis azotados. Tendréis que acostumbraros a la vara, el cepillo y el cinturón; vuestros amos no dudarán en usarlos así que vuestros cuidadores menos aún. Si la falta fuera más grave, seréis conducidos a la sala especial de castigo que regenta el Padre Julián -Tristán reparó en el susodicho, que se encontraba junto al padre Juan con una expresión grave y muy severa, y sospechó que a ninguno de los traviesillos presentes le apetecía estar en su compañía.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Muy bien, vamos a empezar vuestro entrenamiento con una prueba muy sencilla: una inspección personal. Consta de dos partes, repito, dos partes. En la primera se os inspecciona por delante, en la segunda por detrás. Por delante deberéis de levantaros con una mano los testículos, separando las piernas para mostrarme la parte inferior de los genitales. A continuación, os cogeréis también con la mano el pene y le daréis para atrás al prepucio para mostrar el glande. Los que esteis circuncidados basta con que lo levantéis y me enseñéis la parte inferior. ¿Entendido?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- La segunda parte es la inspección por detrás. Tenéis que daros media vuelta e inclinaros hasta tocar con los dedos la punta de los pies. Con las piernas bien separadas para enseñarme el ano y el periné. Os separaré las nalgas para inspeccionaros bien. Empezaremos por ti. -Se dirigió al muchacho que estaba al lado de Tristán, que se consideró afortunado de no haber sido el primero y poder así aprender de los posibles errores que cometiera su compañero.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El joven se levantó los testículos tal como se les había indicado mientras el Abad se ponía en cuclillas para observarlo bien. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Bien. Prepucio.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El travieso tiró hacia atrás enseñando el glande. A continuación inclinó el pene hacia arriba para mostrarlo bien mientras el Abad le palpaba los testículos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Media vuelta. Ángulo recto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nuevamente el muchacho hizo lo que se le decía pero los brazos le colgaron solamente hasta apenas más abajo de las rodillas, lo cual le valió un par de azotes y una amonestación verbal del Abad antes de separar con ambas manos las nalgas y echar un buen vistazo a las zonas más íntimas del traviesete. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A continuación vino el turno de Tristán, que se esmeró en prestarse dócilmente a la inspección, aunque no se libró tampoco de un azote por no conseguir tampoco llegar a tocarse los tobillos con las manos al colocarse en ángulo recto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
********************************************************************* </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Finalizada la inspección por parte del Abad, los muchachos fueron de nuevo atados, sus ojos vendados, y conducidos desnudos del brazo de sus instructores a la celda de cada uno. No hubo el menor conato de rebelión por parte de ninguno, y Horacio, que había asistido a veces a insubordinaciones delante del Abad, se dijo que parecía haberles tocado en esta ocasión una buena remesa de mozos, más dóciles que en otras ocasiones. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y por fin llegó el momento que Horacio llevaba esperando tras todo un día de tantas emociones. Se encontraba en la celda que compartiría con su chaval durante las próximas semanas. Comprobó que estaban en su sitio los instrumentos de castigo y los dilatadores que emplearía con él. Le embriagó una oleada de placer al estar por fin los dos solos. No sabría decir hasta qué punto le excitaba más o le resultaba indiferente el saber que tenía a su disposición al hijo del antiguo amo de Adrián y que iba a poder hacer con su muchacho lo mismo que él había hecho con el suyo, como si se tratase de una treta del destino o de un ciclo condenado a repetirse. En cualquier caso hervía de deseo cuando sentó al muchacho, todavía maniatado y desnudo, sobre sus rodillas y le sacó la venda de los ojos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tristán miró a su alrededor con una aprensión que fue aumentando al contemplar los objetos que había en aquella habitación: gran variedad de cuerdas y correas, una mesa sobre la que descansaba una gran variedad de cinturones, palas, cepillos, sacudidores de alfombras, disciplinas o pequeños látigos, y otros instrumentos cuya función no podía ser otra que la de azotar su trasero, una banqueta similar a la que habían usado para afeitarlo y, lo que más le aterró, una colección de utensilios de forma fálica de diferentes grosores cuya función conocía puesto que había espiado alguna vez como su padre los empleaba con Adrián, el sirviente que habían tenido durante años.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La habitación por lo demás era luminosa, amplia y confortable. La cama era igualmente grande pero el joven enseguida intuyó que ello se debía que estaba pensada para dos, lo cual incrementó su tensión y lo llevó al borde del pánico. Su cuidador lo percibió enseguida y el temor que vio en los ojos de su pupilo acabó de disparar su libido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Muy bien, chaval. Por fin estamos los dos solos; debes tener mucha hambre después de un día de tantas emociones. Pero antes tendrás que ganarte tu comida siendo cariñoso conmigo; eres un chico muy, muy guapo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Con una mano comenzó a acariciarle los muslos mientras con la otra lo sostenía por los hombros. Enseguida acercó la cara del muchacho a la suya. El roce de la barba provocó en Tristán un brusco y casi reflejo espasmo de rechazo. Su resistencia, que evidenciaba que el chico no tenía ninguna experiencia con hombres mayores que él, incrementó si cabe la excitación de Horacio, en cuyos ojos el joven ya no encontraba la dulzura que había creído ver antes, sino una lujuria que le asustó y le trajo el recuerdo de una experiencia de tiempo atrás con un familiar suyo mayor que él. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Llevado por una atracción que nunca quiso reconocer, Tristán había buscado la compañía de su primo durante un verano en el que los dos, uno todavía un adolescente y el otro un joven de más de veinte años ya con amplia experiencia y mucho éxito con las chicas, se habían hecho inseparables pese a la diferencia de edad. Una noche, en la que se vieron forzados a compartir cama en casa de sus tíos, el primo más mayor, que necesitaba descargar su tensión sexual con mucha frecuencia, comenzó a masturbarse sin que le importara la presencia del pequeño, algo que no era la primera vez que ocurría. Pero en esa ocasión el joven decidió buscar una posible fuente de mayor placer que su mano derecha y comenzó a acariciar a su primo más pequeño por debajo de la sábana. Tras recorrer su espalda y su vientre, la mano exploradora bajó el pantalón del pijama de Tristán y recorrió con gran deleite sus nalgas y su sexo, completamente tieso para gran vergüenza del adolescente. Animado por la visible excitación del chico más joven, el mayor le dio media vuelta y buscó su lengua con la suya. El roce de la barba incipiente, que evidentemente difería mucho de la experiencia de besar a una chica, recordó de alguna forma a Tristán que se encontraba con un hombre y, temeroso de estar cruzando una línea prohibida, se había levantado de la cama como si estuviera impulsado con un resorte. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La experiencia no tuvo ninguna importancia para su primo, que, más divertido que inquieto por el pánico que había provocado, quiso tranquilizar a su compañero de cama:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Tranquilo, tío. ¿Qué pasa, nunca te has tocado con un amigo? No es igual que con una chica, pero cuando hay mucho calentón te lo puedes pasar bien. Y no me dirás que no te estaba gustando. Pero tranquilo, que no te vuelvo a tocar. Vuelve a la cama, ¿vas a dormir en el suelo o qué?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Su primo olvidó lo que había pasado y Tristán intentó olvidarlo hasta aquella noche en la que la barba de Horacio le picó como lo había hecho entonces la del otro joven, también mayor que él, y de nuevo sintió una mezcla de deseo y miedo ante lo prohibido que lo hizo caer casi de bruces al intentar levantarse con brusquedad de los muslos de su cuidador, olvidando que tenía las manos atadas a la espalda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horacio lo sostuvo y, tras atraerlo de nuevo, le propinó una bofetada. El cachete logró atenuar la rebelión durante un instante, pero enseguida el muchacho volvió a intentar apartar la boca de la de su cuidador. Este lo levantó para lanzarlo prácticamente encima de la cama y colocarse encima de él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No te estás portando bien, nene. Recuerda que tienes que ser obediente; solo quiero ser cariñoso contigo. No me obligues a castigarte.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tristán respondió con un grito que Horacio cortó con otra bofetada. El cuidador había aprendido durante los entrenamientos de fútbol y de rugby a abofetear muy bien a los chicos; golpeaba con sus fuertes dedos en la mejilla evitando a la perfección los moratones, los labios rotos y los daños en el oído. No obstante, tampoco los dos bofetones siguientes lograron que Tristán le dejara hacer lo que, por la manera en que el muchacho lo había mirado antes en la sala del afeitado, estaba sinceramente convencido de que ambos deseaban. Debía vencer su resistencia y sabía como hacerlo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Está bien, nene, eres tú el que me obligas a hacer esto. Te has ganado una buena paliza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se incorporó sentándose al borde de la cama y arrastró al muchacho de una pierna hasta acercarlo lo suficiente como para poder agarrarlo y colocarlo sobre sus rodillas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Durante los siguientes treinta minutos Tristán recibió el primer castigo de azotes de verdad de su vida de mano, y mano fuerte, de Horacio. Habría azotainas que el muchacho recibiría con una mezcla de dolor y placer, y su cuidador pensaba enseñarle a disfrutar con el castigo y la sumisión, pero no esa noche. Era necesario doblegarle y para eso aquella zurra debía ser dolorosa. Todos y cada uno de los azotes fueron descargados sin calentamiento previo con toda la fuerza de la mano del entrenador, que se vanagloriaba de poder arrancar lágrimas de un travieso, incluso de uno muy experimentado en castigos, sin necesidad de emplear ningún otro instrumento. Contemplar cómo enrojecían las apetitosas y redondas nalgas del joven pasando sucesivamente del rosa tenue al rojo suave, al rojo intenso y al rojo oscuro, y sentir sobre ellas el calor cuando las acariciaba brevemente antes de seguir azotándolas, le provocó un placer solo comparable al que le producían los gritos y gemidos del joven, muy similares a los que se oían en las celdas contiguas donde los culitos de otros traviesos empezaban a familiarizarse también con el tratamiento que recibirían durante los días y semanas siguientes, y probablemente durante los años siguientes en casa de sus amos. Horacio, que experimentaba una gigantesca erección que su pupilo no podía dejar de percibir, aunque la atención de este estaba centrada en la intensa quemazón que sentía en todas las nalgas, se dejó llevar por el placer frenético que le movía a practicar un arte en el que no tenía rival, que era el de zurrar sin cansarse durante un tiempo inverosímil el trasero de un muchacho. Sobre todo uno redondo y precioso como el que tenía en sus rodillas, más bonito todavía por el color intenso y la hinchazón provocada por los azotes, mientras la víctima del castigo aullaba, ya no para llamar la atención o pedir un auxilio que sabía que no llegaría, sino como única medida posible de autoconsuelo estando sus manos atadas y su cuerpo completamente inmovilizado sin poder apartar el ardiente culete de la lluvia de azotes que seguían cayendo implacables sobre él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando el joven se encontraba ya al límite, Horacio, que se enorgullecía también de su habilidad de empujar a un travieso todavía más allá cuando su trasero no podía más, dejó de centrar su atención en la parte baja de las nalgas, de tono ya granate tras haber recibido más de doscientos o incluso de trescientos azotes fuertes sin pausa alguna, y desvió la atención de su implacable mano derecha hacia la parte más tierna y sensible de los muslos del joven. Tristán, que jamás había sido azotado y ahora estaba recibiendo una zurra que habría hecho temblar al novicio más travieso y curtido de la Abadía, no podía imaginarse que una azotaina pudiera tener esa intensidad. Transportado fuera de sí más allá del dolor por una nueva larga ráfaga ininterrumpida de impactos sobre sus muslos, su azotador logró su objetivo: un llanto inconsolable brotó como un manantial de sus ojos, ya húmedos desde hacía un buen rato. Esa era la catarsis que Horacio había esperado y provocado; el joven se liberaba de todas sus angustias ante su nueva situación por medio de unas lágrimas que se retroalimentaban por la autocompasión que le causaba el dolor punzante en todo el trasero, que el desdichado imaginaba prácticamente desollado o en carne viva, y la vergüenza de no haber sido capaz de aguantar como un hombre sus primeros azotes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horacio incorporó al chaval sollozante, lo estrechó con fuerza entre sus brazos y lo besó en la frente y las mejillas, todavía enrojecidas a causa de las bofetadas, mientras le acariciaba con la misma ternura las nalgas ardientes e increiblemente doloridas. Tristán, al principio reacio, acabó echándose en los brazos que le rodeaban y respondiendo a los besos y a las caricias. De todos los acontecimientos de aquel día, en el que su vida había dado un giro de ciento ochenta grados, ninguno le resultaría tan inexplicable como la necesidad que sentía de la presencia y el abrazo de ese hombre, que le acababa de pegar la mayor paliza de su vida. Esta vez no apartó su boca cuando Horacio la buscó con la suya. El saber que ese desconocido no dudaría en volver a pegarle, y de hecho no dudaba que lo volvería a hacer durante los próximos días, por alguna causa irracional era precisamente lo que lo atraía.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por su parte Horacio, sumido en el placer de sentir la lengua de Tristán en la suya mientras palpaba con ambas manos su trasero, que irradiaba calor como una estufa, y por primera vez en mucho tiempo sintió el fantasma de Adrián abandonar su mente. </div>
<div>
<br /></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-88294512617760871652014-09-18T01:08:00.001+02:002015-01-19T23:51:30.702+01:00Tristán: capítulo 2<div style="text-align: justify;">
Muchas gracias a los lectores, y también curiosamente muchas lectoras, que me han escrito tras la publicación del primer capítulo de Tristán y me han animado a escribir el segundo. Aquí lo tenéis, espero que os guste y, si tenéis un momentillo para escribir una línea o dos, no dejéis de hacer comentarios:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
CAPÍTULO 2:
EL ABAD</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
“Reverendo
padre Abad:</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No somos una
familia de muchos medios, vivo de un modesto negocio y durante años
me he sacrificado mucho, al igual que tantos otros padres, para que
mi hijo tuviera la mejor educación y el mejor futuro posible. Pablo,
mi único hijo varón, aunque siempre ha sido un poco holgazán,
nunca dio excesivos problemas en su niñez, siempre ha sido un
muchacho cariñoso y obediente, hasta que hace ya un par de años
empezó a frecuentar compañías indeseables y a llegar a casa tarde,
desaliñado, oliendo a vino o a perfume barato de mujer … Supongo
que me comprende y le ahorro a usted, así como a mí mismo, el
bochorno de entrar en más detalles. Si la primera vez que Pablito no
se presentó a cenar y tuvo a su pobre madre en vilo durante varias
horas me hubiera sacado el cinturón y le hubiera recibido con una
buena paliza, como de hecho tenía pensado hacer... pero cometí el
error de expresar mis intenciones claramente a su madre, y ella
intercedió en seguida en su favor. Con la azotaina nos habríamos
ahorrado seguramente la segunda, la tercera y todas las demás noches
de borrachera, consumo de drogas, derroche del dinero y del
patrimonio familiar, ...</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No obstante,
aunque tarde, la situación llegó a tales extremos que reaccioné
por fin recientemente, un día en el que le faltó al respeto a su
madre; sin pensar siquiera en lo que hacía, de manera instintiva le
arreé un par de bofetones, lo llevé cogido de la oreja hasta su
habitación y cerré la puerta para castigarlo como es debido sin
mediaciones de mi esposa ni de mis hijas. Por fin hice lo que quise
hacer desde el primer instante en que empezó su mal comportamiento;
le hice desnudarse completamente, de hecho yo mismo le quité los
calzoncillos al no querer sacárselos él mismo, me senté en su cama
(que él tenía sin hacer, por supuesto), lo puse como el Señor lo
trajo al mundo sobre mis rodillas y le di una larga y contundente
azotaina. A pesar de los gritos, sollozos, súplicas y quejidos de
Pablo, y también de su madre y sus hermanas al otro lado de la
puerta, no paré hasta que el dolor en la mano me impidió continuar.
La tenía inmensamente roja, pero nada comparado con el tono granate
del culito del sinvergüenza, que se había convertido por fin en el
niño adorable que había sido antes. Lloraba desconsoladamente; lo
puse un rato de cara a la pared desnudito y con las nalgas ardientes
para que reflexionara, y luego cuando le levanté el castigo él
mismo se echó en mis brazos pidiéndome perdón, llorando de nuevo y
prometiendo cambiar. Después de tanta tensión por fin volvíamos a
ser padre e hijo y a sentirnos cerca el uno del otro.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pero se
imaginará que el propósito de enmienda duró poco y este caradura
está volviendo a las andadas … Se ha apartado demasiado del camino
y no va a ser tan fácil encarrilarlo, pero pienso cumplir con mi
deber como padre de corregir a este chico y conseguir que no eche a
perder su vida. Para evitar problemas con su madre y sus hermanas,
que a ratos reconocen que tengo razón pero que enseguida se ablandan
y quieren ablandarme a mí, tengo la intención de tomarme unas
vacaciones, dejar unos días la tienda en manos de mi mujer, y
llevarme al granujilla a una cabaña que utiliza un primo mío
durante la temporada de caza pero que en esas fechas estará
desocupada. Sin vecinos ni nadie que nos moleste, Pablo y yo solos,
por fin podré disponer de tiempo y lugar para proporcionarle todo el
cariño y la atención, pero sin duda también todos los azotes y el
castigo que necesita. Quiero recuperar al niño obediente al que
tanto echo de menos, y estoy seguro de que, aunque no sea consciente
de ello, él también necesita, creo que más que nunca, la firmeza
de la mano dura de su padre.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Estas
vacaciones son la última esperanza que tengo para evitar perder a mi
hijo, pero para su éxito necesito su ayuda. Aunque en su interior
sigue siendo un crío, el chaval tiene ya el cuerpo de un hombre, con
unas nalgas recias y firmes para las que la mano de su padre ya no es
suficiente a la hora de darles todo el escarmiento que necesitan. A
través de un vecino que también tuvo problemas similares con su
hijo hace un tiempo, he conocido el estupendo catálogo de artículos
de disciplina que elaboran los religiosos de su Orden y que son lo
ideal para los propósitos de un padre desesperado como yo .......”</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Abad fue
interrumpido en su lectura al escuchar el sonido de nudillos
golpeando la puerta de su despacho. Era el Padre Isidoro, el
responsable del taller de la Abadía.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Buenos
días, Reverendo. No quiero entretenerlo, pero ya tenemos listos los
nuevos pedidos para esta semana, necesitamos su firma.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Por
supuesto, Padre, pase.
</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
Isidoro acercó el listado de artículos de disciplina que debían
salir en el correo del día, junto con las direcciones de los
clientes, y que solamente necesitaban la autorización del Abad para
poder enviarse. La firma del responsable de la Abadía se estampó
debajo de la larga lista de varas, correas, cuerdas, cepillos,
banquetas de castigo, supositorios, y largo etcétera de herramientas
de disciplina que en breve saldrían hacia todos los barrios de la
capital y los pueblos de la comarca. Unos pedidos esperados con mucha
ilusión por sus receptores, aunque naturalmente no tanto por los
jóvenes cuyos traviesos traseros eran los destinatarios finales de
todos esos eficientes instrumentos de castigo.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Perfecto,
ahora mismo se lo firmo. ¿Alguna novedad en el taller?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Hemos
recibido una petición de los hermanos de la sede del suroeste,
Reverendo. Parece que han tenido un gran incremento de la demanda y
nos preguntan si tenemos excedentes.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pues lo
veo complicado, fíjese en todo el correo que tenemos esta semana –
el Abad señaló la pila de cartas que tenía encima de la mesa, al
lado de la que había estado leyendo hasta ese momento-. Y la
correspondencia ha sido ya filtrada previamente por el Padre Germán;
salvo algún error por su parte, que sería extraño, todas estas
solicitudes serán aceptadas. Tan pronto podamos les daremos una
lista de todos los instrumentos de corrección que deberían estar
listos para la próxima semana. Ya me comentará si necesitan
refuerzos en el taller para la producción.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pues es
posible, Reverendo, cada vez tenemos más peticiones. Parece que hay
mucho traviesillo portándose mal en todas partes.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Abad
sonrió.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Eso
siempre lo ha habido y lo habrá, Padre. Más bien diría que hay
más padres y amos preocupándose por enderezar su comportamiento, y
que va dándose poco a poco a conocer la ayuda que pueden recibir
por parte de nuestra Orden. Así que me alegro mucho de oírlo,
aunque me apena no poder ayudar a nuestros compañeros. Tal vez en
la sede del Noroeste sí dispongan de excedentes.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Me
alegro, Reverendo. Y tengo el placer de comunicarle otra buena
noticia: ya tenemos listos los nuevos cepillos y los nuevos
termómetros. Cuando quiera pásese por el taller y se los
mostraremos.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La cara del
Abad se iluminó; la eficiencia de su equipo no dejaba de
impresionarle.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Estupendo,
Padre, será un placer. ¿Le viene bien dentro de una hora, cuando
haya acabado de revisar el correo?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Perfecto;
nos encantaría realizar una demostración práctica. ¿Da usted su
autorización para que empleemos a chicos de la sala de castigo?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Naturalmente;
creo recordar que hay como cinco o seis muchachos sancionados ahora
mismo. ¿Le bastaría con dos de ellos? Dígale al Padre Julián que
se los proporcione; a ser posible novicios de la Orden. Debemos ser
siempre más severos con ellos que con los pupilos del internado.
</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Más
que suficiente; muchas gracias, Reverendo. Estaremos esperándole.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
De nuevo una
tarde de mucho trabajo, pensó el Abad al verse solo de nuevo. Aunque
un tanto contrariado porque iba a tener menos tiempo para sus
actividades de investigación, presenciar la demostración de los
nuevos cepillos y termómetros iba a ser desde luego una actividad
muy agradable. Aunque no podría demorarse mucho porque debía darle
también tiempo a recibir a los nuevos pupilos que acababan de llegar
ese mismo día, especialmente al jovencito hijo de un antiguo cliente
en el que el Padre Juan había puesto tantas ilusiones y cuya
adquisición había llegado finalmente a buen puerto. ¿Era Tristán
su nombre? Un muchacho al parecer tan especial iba a requerir de un
entrenamiento igualmente especial para su amo y el Reverendo Padre
tenía ya en mente una idea un tanto arriesgada pero que valía la
pena intentar.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Aunque le
gustaba leer el correo de sus clientes, se veía obligado a hacerlo
por encima ante la falta de tiempo; a fin de cuentas el padre Germán,
encargado de recibir y contestar la correspondencia, ya había
realizado el primer filtro y separado las solicitudes de compra de
artículos de disciplina que cabía estimar de las cartas de
agradecimiento, las reclamaciones (pocas), las solicitudes de
información y de visitas, y las de compras que no reunieran los
requisitos considerados imprescindibles.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Abad
recordó la polémica desatada en su día, hacía ya años, respecto
a la venta de estos artículos de disciplina de fabricación
artesanal, hasta entonces de uso únicamente interno dentro de la
Abadía para la corrección de los novicios o que tal vez se
regalaban en ocasiones a clientes especiales. Su calidad y eficacia,
unidas al aumento de peticiones y a las necesidades económicas de la
Abadía en aquella época, hicieron que un grupo de monjes propusiera
su comercialización, una práctica que ya era frecuente en otras
sedes de la Orden. El éxito fue enorme, permitió financiar unas
costosas obras de restauración de todo el complejo en torno a la
Abadía, y le convirtió a él, el monje que había sido cabecilla
del grupo propulsor de la idea, en el nuevo abad del lugar tras la
jubilación del anterior.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La condición
de los altos cargos de la Orden para aceptar la fabricación de
instrumentos de disciplina con fines comerciales había sido, no
obstante, un riguroso control que asegurara el uso correcto de los
mismos. Los solicitantes debían enviar una carta firmada a la
atención del Reverendo Abad en la que expusieran las razones que
motivaban la petición, así como además el nombre y la foto tanto
del caballero que los iba a emplear como de los jóvenes a los que
pertenecían las nalgas necesitadas de corrección. Los solicitantes
debían ser señores respetables, que hubieran pasado de la
cuarentena y que explicaran el vínculo que les unía a los muchachos
a los que deseaban azotar; normalmente se trataba de familiares que
necesitaban poner en su sitio a un hijo, sobrino, yerno o nieto
díscolo, o bien de amos o mayordomos con criados poco obedientes o
capataces con aprendices holgazanes. Los muchachos necesitados de
castigo debían ser naturalmente varones jóvenes de edad legal y los
azotes debían aplicarse exclusivamente en los glúteos y la parte
superior trasera de los muslos.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Dio un visto
bueno a la carta que estaba leyendo tras dar un vistazo a las fotos
del papá desesperado, un simpático hombre que intentaba parecer
recio pero que no podía evitar un cierto aire bonachón, y del
granujilla, un guapo joven moreno con una mirada pícara que
concordaba con las andanzas como Casanova y juerguista narradas por
su padre. El Abad sonrió al observar la lista de peticiones
paternas, que consistía en una vara, una correa, una pesada
zapatilla de esparto, un contundente cepillo de madera de roble, un
manojo de cuerdas para atar y someter al descarriado joven, una
mordaza y una banqueta de castigo para situar las nalgas traviesas en
la posición óptima para los azotes. El traviesete no iba a olvidar
fácilmente las lecciones que su papá iba a impartirle durante las
vacaciones en la cabaña de caza.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pero por
desgracia sus muchas obligaciones impedían al Abad leer íntegramente
los textos de las cartas. Se limitó a echar un vistazo y revisar
algunos párrafos sueltos del resto de solicitudes antes de darles el
visto bueno:</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
“...
Debido a un reciente ascenso laboral, me he mudado a una casa más
grande para cuyo mantenimiento necesito contratar personal. Me han
recomendado a dos muchachos de confianza, al parecer buenos y
obedientes; a pesar de las buenas referencias, conozco cómo son los
jóvenes, soy muy estricto con respecto a la disciplina y considero
que nada mejor que calentarles el trasero con la mayor frecuencia
posible para mantenerlos a raya. Aunque tengo una mano fuerte,
prefiero asegurarme su sumisión disponiendo también de una buena
vara...”</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
“... Mi
hija se acaba de casar con el hijo de unos buenos amigos de nuestra
familia. Tanto mi mujer y yo como nuestros consuegros estamos muy
contentos con el enlace; nuestro yerno es un joven cariñoso y muy
bien parecido. Su padre lo ha educado con mano firme y hasta el día
de su boda le ha propinado frecuentes azotainas. Varias veces estando
yo de visita, lo ha cogido de la oreja cuando no había ninguna
señora presente y, delante de mí y de otros amigos, le ha bajado
pantalones y calzoncillos, lo ha puesto sobre sus rodillas y le ha
zurrado en el culito durante no menos de quince o veinte minutos
hasta ponérselo rojo como un tomate y mandarlo lloroso de cara a la
pared. El día antes de la boda mi consuegro me enseñó el secreto
que según él ha mantenido a su chico obediente y respetuoso a lo
largo de su adolescencia y primera juventud: un recio cepillo de
madera de roble que convierte a los traviesillos más recalcitrantes
en niños dóciles y mimosos. Y me encomendó, puesto que mi hija y
mi yerno vivirán con nosotros a la vuelta de su luna de miel, que
continuase impartiendo al muchacho la disciplina que todo joven de su
edad necesita aunque sea ya un hombre casado. Por desgracia no pude
recibir como obsequio de mi consuegro el eficiente cepillo; este era
todavía necesario en su casa, puesto que mi yerno tiene un hermano
menor todavía soltero algo holgazán y necesitado con frecuencia de
mano dura; yo mismo he presenciado, de hecho, alguna azotaina
impartida de manera simultánea a ambos hermanos, cada uno inclinado
sobre una de las rodillas de su padre, seguida de un buen rato cara a
la pared con los dos culitos rojos y calientes al aire. Tras una
ardua búsqueda, por fin he encontrado en su catálogo algunos
cepillos igualmente hermosos y contundentes que podrán servir para
cumplir mis obligaciones como suegro...”</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
“... Llevo
diez años como entrenador de fútbol y nunca me había enfrentado a
un equipo tan desobediente como el de esta temporada. Hay dos
cabecillas que son quienes desestabilizan el grupo y no me gustaría
tener que echarlos del equipo porque son buenos jugadores; pero no
pienso dejar que desciendan de categoría y echen por la borda el
trabajo de años. Y desde luego todos sus compañeros son
responsables por hacerse cómplices de estos dos gamberros; en
resumen, todo el equipo necesita jarabe de palo. El otro día,
después de varias semanas sin rendir en los entrenamientos y tras
ser derrotados jugando en casa frente a los colistas de la tabla,
hablé muy en serio con los chavales, que estaban muy arrepentidos y
se mostraron conformes en endurecer los castigos por faltar a los
entrenamientos o desobedecerme durante ellos. Después de cada
entrenamiento ellos mismos deciden, con mi visto bueno naturalmente,
quienes han sido los tres más flojos y esos se llevan en ese mismo
momento una buena azotaina con el culo al aire delante de sus
compañeros, sanción que ellos mismos han considerado como la más
efectiva. El masajista y uno de los chicos, el que mejor haya jugado,
me ayudan en la tarea y cada uno colocamos sobre nuestras rodillas a
un jovencito desobediente y le zurramos con la mano en el culito como
calentamiento. A continuación les hacemos inclinarse y poner las
manos en los tobillos para azotarles con las palas grandes de madera
de las que disponemos para ese fin; cuando pierden un partido, todo
el equipo es azotado. El método está siendo un éxito y los chicos
colaboran, incluso castigando a sus compañeros con azotes más
fuertes que los míos o los del masajista. El problema es que este
año las estamos utilizando tanto que dos palas se han roto y
necesitamos reponerlas urgentemente ...”</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La carta que
venía a continuación había sido marcada como dudosa por el padre
Germán:</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
“... El
comportamiento de mi nieto es intolerable y considero responsable del
mismo a mi hijo, que pese a prometérmelo reiteradamente, se ablanda
luego y no lo castiga como debe; pero ¿cómo va a hacerlo si él era
un crío cuando nació mi nieto, nunca ha sabido ejercer de padre y
es el primero que se emborracha cada dos por tres e incumple sus
obligaciones más básicas? De hecho ni siquiera tiene instrumentos
como es debido para azotar a su hijo; yo mismo le regalé una
preciosa vara de abedul y una alpargata que han sido usadas en los
traseros de varias generaciones de varones en mi familia, incluyendo
al propio padre de mi nieto, que las ha perdido. El único remedio
que veo es irme a vivir una temporada con ambos, mi hijo y mi nieto,
y establecer un régimen de disciplina como es debido, calentándoles
a los dos, al padre y al hijo, el culo como los traviesetes que son.
Una buena zurra todas las noches para mandarlos con las nalgas bien
rojas a la cama, además de ponerlos sobre mis rodillas cada una de
las veces que no obedezcan; no van a poder sentarse desde el momento
en que llegue yo a esa casa hasta que por fin su comportamiento se
haya enderezado. Necesito para ello en primer lugar una vara y una
alpargata de suela bien dura para reemplazar a las que mi hijo ha
perdido ...”</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Efectivamente
la carta se apartaba de la ortodoxia, aunque no tanto como para
rechazar completamente la petición del abuelo. Se le enviarían los
instrumentos de castigo que necesitaba, pero con una indicación de
que no azotase a padre e hijo de manera conjunta, o de lo contrario
el muchacho jamás aprendería a respetar a su padre; el trasero de
este último no debía ser desnudado, ni mucho menos castigado,
delante del chico. A pesar de que debía contar ya con cierta edad,
el papá tenía una apariencia juvenil que permitía plantear una
excepción; desde luego su comportamiento merecía muchos azotes,
tantos como el muchacho o probablemente más, y debía empezar a
recibirlos cuanto antes.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Mientras
acababa por fin de revisar el correo, llegó a los oídos del Abad el
bullicio característico que le confirmó que los nuevos pupilos se
encontraban ya en el edificio. Su despacho se encontraba próximo a
los baños, que era el primer lugar al que llevaban los monjes a los
chicos nuevos para bañarlos y afeitar sus partes íntimas antes de
presentarlos ante la comunidad. Pronto distinguió el sonido de
azotes golpeando los temerosos traseros de los recién llegados,
resultado tal vez de cierta resistencia a ser desnudados para el baño
o a dejarse frotar y restregar por las enérgicas manos y cepillos de
los frailes. Insistir en que ya eran mayores y preferían bañarse
ellos mismos solo serviría para que los culitos de los traviesillos
rebeldes recibieran una generosa ración de azotes, que provocarían
un escozor extra al caer sobre la piel mojada, antes de ser
vigorosamente frotados y enjabonados por las mismas manos y cepillos
que acababan de darles su merecido.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Los impactos
de las poderosas manos de los religiosos, muy ejercitadas en dominar
a muchachos jóvenes, sobre nalgas en la mayor parte de los casos
vírgenes en lo que a azotes se refiere enseguida provocaron gemidos
y sollozos de una irresistible ternura que, aunque se repitieran
todos los días de llegada de novatos al lugar, siempre conmovían al
Abad. Y le complacía que las severas atenciones que los inocentes
jóvenes estaban recibiendo tuvieran como objeto, al menos en parte,
complacerle a él, ante quien los nuevos pupilos debían presentarse
guapos y relucientes. Por supuesto el fin de aquellos primeros
castigos no era solamente enseñar sumisión ante el máximo señor
del lugar, sino que se trataba de sanciones ejemplarizantes que
tenían por objeto que aquellos traviesetes no acostumbrados aún a
la disciplina fuesen conscientes de lo que se esperaba de ellos y lo
que les podía ocurrir ante la más mínima desobediencia.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La escena
que no podía ver, pero sí escuchar, le recordó que tenía una
pendiente una gestión relacionada con uno de los chavales recién
llegados a la Abadía. Pidió que mandaran lo antes posible a su
despacho al hermano Horacio mientras seguían llegándole los dulces
ecos de azotainas y gemidos provenientes de los baños.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pocos
minutos más tarde, el miembro más joven de la congregación llamaba
a su puerta y pedía educadamente permiso para entrar. Lo primero que
hizo fue disculparse por presentarse ante el Abad con ropa de
deporte, puesto que estaba entrenando a los novicios en ese momento y
le comunicaron que el Reverendo Padre deseaba verle urgentemente.
Este último sonrió; era imposible no mostrar indulgencia ante los
anchos y muy deseables brazos y muslos del atractivo hermano. Su
barba semicerrada aumentaba aún más su belleza viril y el
magnetismo que desprendía.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pasa,
muchacho. ¿Puedo ofrecerte algo de beber?</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El tono
distendido de su superior relajó a Horacio, que temía que le
llamaran para una reprimenda. Acepto un vaso de agua y esperó
obediente y curioso a saber por qué había sido llamado al despacho
del Abad a esa hora inusual. Este último, perspicaz, se apresuró a
acabar de tranquilizar al joven Hermano.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No te
apures, no te he llamado porque haya ningún problema con tus
entrenamientos. Al contrario, los padres y hermanos de la Abadía
hablan muy bien de ti, y los dos sabemos que algunos de ellos no son
fáciles de convencer. Y también los novicios y los pupilos están
muy contentos contigo; el deporte mantiene su mente despejada de
travesuras gracias a la estupenda tarea que estás desempeñando.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Vaya,
muchas gracias, Reverendo. -La modestia del joven, levemente
ruborizado ante los piropos, agradó al Abad.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Se sucedió
un momento de silencio mientras el superior, al que le gustaba
conversar sin prisas, contemplaba complacido los hermosos muslos de
su subordinado, entre los cuales se infiltraba algo de vello púbico
debido a lo corto del pantalón de deporte. El Abad creyó recordar
haber bajado más de una vez con sus propias manos ese mismo
pantalón, aunque no podría asegurar que no se tratara de otro
modelo idéntico.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
En ese
momento, entre el jaleo atenuado que se filtraba desde los años, se
destacó con claridad el compás producido por madera impactando de
manera continua y rítmica sobre piel desnuda, seguidos de los gritos
de súplica del muchacho objeto de castigo. El hermano Horacio sonrió
al identificar el sonido, muy habitual en la Abadía en la hora del
baño de los muchachos, de una dolorosa azotaina propinada a algún
jovencito con el reverso del cepillo empleado para enjabonarle. Los
cepillos de baño en la Abadía eran largos, sólidos y pesados y
frotar los cuerpos de los traviesetes era solo una de las dos
funciones que cumplían con gran eficacia, siendo la otra calentar
bonitos traseros hasta volverlos de color rojo oscuro. A pesar de que
sabía bien cuánto escocía y conocía el ardor en las nalgas al
sentarse horas o incluso días después de una sesión con el
cepillo, o tal vez precisamente por eso, al Hermanole gustaba mucho
usarlo con los jugadores a los que entrenaba, sobre todo con los de
culitos redondos y algo regordetes.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Parece
que los chicos nuevos son traviesos, Reverendo. - Se permitió
bromear.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
De
ellos quería hablarte precisamente, Horacio. De uno de ellos en
concreto.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Lo
conozco acaso?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No,
pero llegarás a conocerlo bien. Quiero que te encargues de
adiestrarlo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El hermano
Horacio no estaba seguro de entender el sentido de esas palabras.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Quiere
decir en el equipo de rugby, Reverendo?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Me
refiero a su adiestramiento como pupilo, Horacio. -Ante la extrañeza
del joven, que ya se había imaginado, aclaró: -Serás liberado de
horas como entrenador para encargarte de uno de los nuevos. Este es
un buen momento de que tengas pupilos a tu cargo como la mayoría de
los hermanos y de los padres. El chico se llama Tristán y lo ha
traído el Padre Juan en la remesa de hoy. Preséntate ante él e
infórmale de que serás tú quien estará a su cargo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El hermano
Horacio conocía bien la mirada que le estaba dirigiendo el Abad. Se
trataba de una orden que solo cabía atacar; cualquier réplica o
discusión no serviría de nada, salvo tal vez para ganarse algún
castigo. Su superior le dio permiso para retirarse y lidiar a solas
con su confusión.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Resuelta la
cuestión de la atención a ese nuevo pupilo tan especial que el
Padre Juan había traído hoy a la Abadía y que en esos momentos
habría sido ya bañado y tal vez afeitado, el Abad consultó el
reloj y se dirigió sin más dilación al taller donde le mostrarían
la exhibición de los nuevos productos de castigo. No le gustaba
hacer esperar ni aprovecharse de su cargo para no cumplir con la
puntualidad que era norma en la Orden.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Al llegar al
taller, el Padre Isidoro lo recibió con una sonrisa y con los nuevos
modelos de cepillo y termómetro preparados en una mesa para la
exhibición. Junto a él se encontraban dos novicios que colaboraban
en el taller y que seguramente se habían encargado de ejecutar con
habilidad artesana los diseños del Padre. Y enfrente, dos banquetas
de castigo que muy pronto estarían ocupadas.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Estupendo,
Padre, veo que tiene ya todo listo. Chicos -se dirigió a los
novicios- ¿podéis avisar al Padre Julián para que traiga a los
traviesos?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Ahora
mismo, Reverendo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Uno de los
jóvenes desapareció diligente para reaparecer tres minutos más
tarde acompañado del Padre Julián. Cada uno de ellos acompañaba, o
sería más exacto decir empujaba, a un amedrentado novicio cuya
reclusión en la sala de castigo había sido interrumpida bruscamente
con fines desconocidos pero probablemente poco placenteros. Los
guapos jóvenes castigados comparecían, como era natural en la
Abadía en esas circunstancias, completamente desnudos y con las
manos atadas; mientras el novicio, compañero al fin y el cabo, había
tomado a su recluso del brazo, el Padre Julián, más severo,
aumentaba la humillación del suyo arrastrándolo sin compasión de
la oreja. Los dos traviesetes caminaban aturdidos, no solamente por
sus ataduras y por el aturdimiento que les provocaba la vergüenza de
su desnudez y su castigo público, sino también por el causado por
la penumbra de la sala de penitencia a la que se les había confinado
por alguna desobediencia o travesura. Sus nalgas y muslos mostraban
también, tanto por su vivo color casi granate como por las marcas de
muchos azotes con diferentes instrumentos, las huellas de su estancia
en aquella sala que tanto temor causaba a los novicios y pupilos de
la Abadía.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muchas
gracias, Padre Julián. Coloque por favor a este par de golfos en
posición para su nuevo castigo.</div>
</li>
</ul>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Encantado,
Reverendo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Con sonrisa
propia de quien lleva a cabo una tarea que le resulta muy grata, el
Padre Julián condujo a su presa hasta una de las banquetas libres en
medio del taller, y solo al llegar a su destino soltó su oreja para
inclinarlo sobre el mueble. Las banquetas de castigo eran
reclinatorios con espacios separados para ambas rodillas y una rampa
en la parte delantera en los que se hacía arrodillar a los traviesos
con el tronco inclinado hacia abajo hasta dejar la cabeza a no muchos
centímetros del suelo; por otra parte, el hueco considerable entre
las rodillas obligaba al joven a separar mucho las piernas.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El resultado
era que las nalgas, así como el periné, el ano, los testículos y
las partes más íntimas del muchacho, totalmente exhibidas, se
convertían en la zona más visible y prominente de su cuerpo
mientras su cara quedaba oculta y sus brazos y piernas podían ser
fácilmente atados e inmovilizados. Esta postura, donde todos los
encantos del joven mostraban al público toda su belleza, así como
su vulnerabilidad para un castigo, se conocía en la Abadía como la
posición de sumisión. Era frecuente ver en las salas comunes con
fin ejemplarizante a uno o varios muchachos que debían permanecer
largo rato, a veces más de una hora, en posición de sumisión en
una de aquellas banquetas, normalmente con los traseros enrojecidos y
con marcas de vara o del instrumento con el que se les hubiera
castigado anteriormente. Un espectáculo que tanto el Abad como el
resto de frailes, especialmente los más maduros, encontraban siempre
enormemente estimulante.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Una vez
colocados en posición, el Padre Isidoro realizó una breve
explicación de los nuevos productos fabricados en el taller.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Por fin
podemos presentar hoy los nuevos modelos de termómetro y cepillo de
castigo en los que llevamos trabajando las últimas semanas. El
termómetro es naturalmente de uso rectal y la varilla sensora de
temperatura, como se puede apreciar, es larga y gruesa. Sin
interferir para nada en su función de medir la temperatura interna
del novicio o pupilo, sirve también para dilatar su culito, con
fines de castigo o de simple entrenamiento.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Mientras
hablaba el Padre procedía a una demostración práctica con un
modelo de varilla marcadamente fálica, de longitud y espesor
notables, que fue introduciendo muy lentamente en uno de los novicios
desnudos; las protestas del joven, más sonoras y suplicantes a
medida que la cánula iba abriéndose camino en su interior,
provocaron la sonrisa y también la excitación de los presentes
durante los varios minutos que duró su agonía. Una vez introducida
la varilla en su totalidad, el traviesete tendría que mantenerla
todo el resto del tiempo que durara la demostración.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El
termómetro fue aplicado solamente a uno de los novicios; para el
segundo, igualmente atado y colocado en posición de sumisión, el
Padre Julián había reservado un tormento no menos sofisticado que
pasó a explicar una vez que el termómetro estuvo firmemente anclado
en el recto de su compañero. Se trataba de un pequeño cepillo de
mango cilíndrico y delgado rodeado en toda su superficie exterior
por cerdas finas y romas que tenía intrigado al Abad, que esperaba
ver un gran cepillo de baño robusto, pesado y de enormes
dimensiones.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Y esta
es una invención que debemos a una idea del Hermano Horacio. Este
cepillito parece inofensivo pero funciona como un auténtico taladro
que, introducido en el culete de un travieso durante el baño, es
extremadamente eficaz para la higiene más íntima, además de como
método de castigo de los más dolorosos.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
embadurnó el pequeño instrumento de limpieza en jabón y comenzó a
frotar vigorosamente el interior del ano del joven novicio; los
chillidos y los ojos llenos de lágrimas del desdichado hicieron
patente la efectividad de la diabólica invención nada más serle
introducida. El mango cilíndrico permitía el movimiento de las
finas cerdas tanto en dirección longitudinal, hacia dentro y hacia
fuera del muchacho, como circular, retorciéndose en el interior del
recto y limpiándolo con suprema y no menos dolorosa eficacia.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<br />
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Acabada la
demostración, el Abad rompió a aplaudir, acompañado del Padre
Julián e incluso de los dos novicios que habían ayudado a
inmovilizar a sus compañeros y que, pese a que no dudaban que tanto
el termómetro como el cepillo les serían aplicados más pronto que
tarde, habían disfrutado enormemente de ver a sus compañeros
recibiéndolos y no podían sino reconocer lo ingenioso de la idea.
El patriarca de la Abadía felicitó efusivamente al Padre Isidoro y,
como muestra de alegría, dio orden de desatar a los dos novicios
castigados y todavía sollozantes y escocidos. Tras una breve charla
con unos y con otros, tuvo que despedirse cuando el Hermano Horacio
entró para avisarle de que los nuevos pupilos, entre ellos el
esperado Tristán, estaban listos para recibirle.</div>
</div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-6127776340794203142014-08-04T19:09:00.000+02:002015-01-19T23:51:42.865+01:00Nuevo relato: Tristán<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
Muy buenas. No sé si los antiguos lectores seguís entrando de vez en cuando; no he vuelto a la actividad bloguera, pero sí he escrito un nuevo relato, ambicioso en el sentido en que si tiene éxito mi idea sería hacer una especie de spankonovela. Los que hayáis leído las historias de Chiquitín vais a encontrar muchas similitudes en los nuevos personajes, sobre todo en el protagonista; y si algunos sois amantes de la literatura, el germen de la idea me vino de <i>Tristana</i>, de Galdós, donde hay un personaje de padre-amante-amo maduro que alimenta en mí muchas fantasías. De ahí el nombre del personaje como homenaje.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
Este primer capítulo se publicará próximamente en Malespank, junto a los relatos de Chiquitín, pero quería que lo tuvierais antes aquí como primicia. Se agradecen mucho los comentarios, aquí o a mi email que tenéis al final del relato; incluso los negativos, siempre que se expongan de manera constructiva. Besos y feliz verano.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>TRISTÁN</b></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
CAPÍTULO I:
LA REVISIÓN</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Si les parece me
gustaría conocer al chico.</div>
</li>
</ul>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Los padres
de Tristán llevaban ya un buen rato de café, pastas y conversación
de ascensor. Esta era una de las ocasiones en las que el Padre Juan
habría deseado tener más habilidad para el trato social; era
consciente de la complicada situación que atravesaba esa familia y
de la humillación que para ellos suponía solicitar que su único
hijo varón se formara dentro de la Orden para ser asignado como
sirviente a un caballero acaudalado. Pero no disponía de más
recursos ni circunloquios para plantear con más delicadeza la
cuestión que le había llevado a esa casa.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Eso no
significaba que para él la selección de muchachos fuera una tarea
rutinaria; no era una frase tópica que todos y cada uno de los
jóvenes con los que trataba a diario eran especiales para él. Y la
actitud de sus familias era también de lo más variopinta; algunas
apenas disimulaban la indiferencia, otras su alivio por resolver el
problema de un hijo díscolo, con problemas de disciplina o sin un
futuro claro; incluso en algunos casos era patente la codicia por la
recompensa económica que recibirían del nuevo amo de su vástago.
No era este el caso; se trataba de un matrimonio que había
disfrutado de una posición acomodada, como era evidente tanto por el
mobiliario de la casa como por su forma de comportarse, y seguramente
hasta muy poco tiempo atrás jamás habrían considerado verse un día
en esa situación ni habían necesitado nunca plantearse cuánto ni
cómo de rápido puede cambiar la vida de una persona o de toda una
familia pasando de tener sirvientes a servir. Su sentido de la honra
les había impedido mencionar la cuestión del dinero, y de hecho
nada en su forma de actuar hacía suponer que la cuestión económica
les preocupara, aunque el Padre Juan estaba muy al tanto de la
situación real que atravesaban.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No obstante,
no había lugar para la preocupación en ese sentido; la Orden no iba
a malvender a Tristán y sólo ofrecería al chico a un amo que
correspondiera con una contraprestación monetaria, no sólo
apropiada a los valores del joven, sino generosa. Los Padres tenían
más experiencia que nadie en actuar como intermediarios entre
señores acaudalados faltos de personal de servicio masculino, o a
veces simplemente necesitados de compañía, y jóvenes varones en
situaciones complicadas necesitados de trabajo y de apoyo, a veces
tanto económico como emocional; habían sido de hecho pioneros en
esas funciones y sabían perfectamente llegar a los mejores acuerdos
para ambas partes. Si era cierto lo que había llegado a sus oídos
acerca de las virtudes de Tristán, y el plan que había concebido
para el muchacho llegaba a cumplirse, le esperaba un próspero futuro
y los problemas de la familia estarían solucionados. Pero al maduro
sacerdote, sin ser en absoluto pesimista, le gustaba mantener la
prudencia y no dar rienda suelta a su imaginación.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La mirada de
la madre no pudo disimular por un instante una cierta altanería e
indignación ante lo directo de la pregunta de su invitado. Pero
enseguida recompuso su máscara de perfecta anfitriona y dejó
responder a su marido:</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Naturalmente,
Padre, sé que es usted un hombre ocupado. Tristán está en su
habitación, ¿le digo que venga?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No se
preocupe, le examinaré más cómodamente en su habitación.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Un atisbo de
inquietud turbó la mirada de la madre.</div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Podemos
estar presentes mientras habla con él, Padre?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Si
insisten, el papá de Tristán puede venir conmigo. Lo lamento pero
usted deberá esperarnos fuera, señora.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La madre
solo pudo musitar un "de acuerdo, Padre" mientras apartaba
turbada la vista. El padre, que también había comprendido a la
perfección que la entrevista iba a exigir el desnudo integral del
muchacho, se encaminó taciturno, seguido de cerca por el sacerdote,
a la habitación de su hijo y llamó a la puerta con los nudillos,
gesto que no tenía más función que la de trámite cortés e
informativo, en ningún caso de consulta. El sacerdote juzgó
favorablemente que el señor de la casa entrara en la estancia con
decisión y sin esperar respuesta; los muchachos acostumbrados a
vivir bajo una autoridad paterna fuerte no solían tener grandes
problemas en adaptarse a su nueva vida.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Buenos
días, Tristán.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 1.27cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
Juan se fiaba mucho de sus primeras intenciones sobre los chicos
aspirantes a formarse en la Abadía, especialmente después de casi
treinta años de experiencia seleccionándolos, y la que tuvo de
Tristán no pudo ser más favorable. Dos cosas agradaron en especial
al sacerdote: la primera y más evidente, la belleza despreocupada
del muchacho, agradable contrapunto a la coquetería y narcisismo que
con frecuencia veía y corregía en la abadía de la Orden, tanto
entre los novicios como entre los jóvenes sirvientes a los que
seleccionaban y formaban. El muchacho no tardaría en malearse y
aprender a servirse de sus encantos, pero al menos sus padres no
habían hecho ya ese trabajo por él. Y todavía más refrescante le
pareció su ausencia de malicia; lejos de intentar mostrar una
forzada naturalidad, fingir estar leyendo un libro o mostrar
desinterés, Tristán evidenciaba haber estado escuchando la
conversación de los adultos detrás de la puerta, de la que
solamente había tenido tiempo a despegarse uno o dos pasos,
recibiendo a su visitante en medio del cuarto sin poder disimular su
ansiedad ante la posibilidad de ser desnudado y examinado
atentamente. Y más agitado aún se habría mostrado el inocente de
haberse podido imaginar que el Padre Juan tenía además la intención
de, en caso de que el examen fuera favorable y obtuviera el visto
bueno para su incorporación a la Abadía, comenzar su entrenamiento
en ese mismo instante castigándole por su indiscreción.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Dónde
están tus modales, jovencito?</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La
recriminación paterna sacó al guapo joven parcialmente de su
atoramiento, o al menos le indicó el primer paso a seguir.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Buenos
días, Padre, ¿cómo está?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Bien,
Tristán, gracias. ¿Puedo sentarme? – El sacerdote señaló la
silla de la mesa de estudio del joven; naturalmente el permiso se lo
solicitaba al padre del joven, que asintió con la cabeza.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
Juan apartó la silla, se quitó la chaqueta, colocó su cartera a un
lado y se sentó con calma, apreciendo el nerviosismo y la actitud
obediente de Tristán, que miraba en todas las direcciones con la
cabeza semiagachada y las manos a la espalda. Naturalmente en la
Abadía le reforzarían la costumbre de mostrar sumisión a los
hombres maduros, pero aquel no era un mal comienzo.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Una vez
sentado en posición cómoda para la inspección que iba a realizar,
con gran placer por otra parte, el sacerdote recorrió
apreciativamente con la vista el cuerpo del joven, que no era alto ni
bajo, ni delgado ni entrado en carnes. Naturalmente su forma de
vestir adolescente era inadmisible, con una camiseta de algún grupo
musical y un pantalón de chandal, pero eso sería de lo primero que
se encargarían de corregir en la Abadía.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Acércate,
por favor. Voy a examinarte.</div>
</li>
</ul>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Tristán miró a su padre,
que observaba la escena con aparente calma, de pie junto a la puerta
con los brazos cruzados.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Haz todo lo que te
diga el padre, hijo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El muchacho
obedeció y dio dos pasos acercándose al sacerdote, el cual le animó
con señas a aproximarse a él hasta que lo tuvo a una distancia
suficientemente corta como para tomarlo de la mano y colocarlo de pie
justo a su lado agarrado por la cintura. Por fin había llegado la
parte con la que el Padre Juan disfrutaba realmente, que era el
contacto con el joven y las primeras lecciones de disciplina.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Lo miró
fijamente a los ojos con una media sonrisa; el muchacho, tímido, no
supo sostenerle la mirada.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Estás
nervioso, hijo?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Un
poco, Padre.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Igual
que tu padre, en la Orden queremos lo mejor para ti, así que no
tienes nada que temer. Basta con que seas bueno y obediente. Está
claro?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Sí,
Padre.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muy
bien. Ahora mantén la mirada baja, como la tienes ahora, y habla
solo para responder cuando se te pregunte. De acuerdo?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Sí.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Se dice
sí, Padre cuando te habla un sacerdote. Sí, papá, si te habla tu
padre. Sí, señor, cuando te hable cualquier otro hombre maduro.
Que no lo tenga que repetir. Está claro?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Sí,
Padre.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muy
bien. Pon las manos en la nuca y no las muevas de ahí hasta que te
lo diga.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Obediente,
Tristán se colocó en una posición de sumisión que pronto sería
muy familiar para él.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muy
bien, Tristán. Ahora voy a bajarte los pantalones y los
calzoncillos y tú vas a estarte quietecito.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No hubo
respuesta; el muchacho respondía a la sumisión a gran velocidad.
Tampoco el padre hizo muestras de inmutarse ni de hacer nada que no
fuera seguir contemplando la escena a cierta distancia.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Con mano
experta y acostumbrada a desnudar jovencitos, el Padre Juan deslizó
el pantalón del chandal del muchacho hasta las rodillas, dejando al
aire unos deliciosos muslos firmes y no excesivamente vellosos. El
slip de pequeños lunares, casi infantiles, del muchacho le agradó
mucho, así como el temblequeo de sus piernas, que el joven no era
capaz de dominar.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Al levantar
la mirada, le enternecieron la mirada suplicante y los ojos húmedos
de Tristán, que se cruzaron con los suyos un brevísimo instante
antes de dirigirse hacia abajo de nuevo. Haciendo caso omiso de la
súplica, el sacerdote agarró con firme suavidad el elástico del
slip y lo bajó hasta que hizo compañía al pantalón de deporte
dejando los genitales, las nalgas y los muslos del joven al
descubierto.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
Juan echó un vistazo a los genitales y comprobó con la mano derecha
su consistencia; separó el pene y tiró muy levemente del prepucio,
lo que provocó un gemido de súplica muy excitante por parte del
muchacho. Aparte de comprobar que todo estuviera en orden, y de
asegurarse que el joven varón era tal, puesto que alguna anécdota
circulaba en la Orden relativa a alguna chica a la que su familia
había intentado colar disfrazada de chico, el reconocimiento tenía
como principal función humillar al aspirante y facilitar su
sumisión. Los caballeros que solicitaban los servicios de la Abadía,
con alguna excepción, no estaban excesivamente interesados en el
miembro viril de su personal doméstico, sino más bien en la parte
posterior de su anatomía, que era la parte clave de la inspección y
lo que el sacerdote iba a revisar a continuación.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Asegurándose
de que Tristán seguía con las manos en la nuca y la cabeza baja, lo
hizo girar 180 grados con un movimiento de muñeca para poder
contemplar su trasero. Al hacerlo no pudo evitar un murmullo
apreciativo de gran satisfacción; los monjes de la Abadía ofrecían
a sus clientes un servicio de calidad muy especializado y, dado el
número limitado de chicos a los que podían adiestrar en sus
instalaciones y la avalancha de solicitudes que recibían, solo
admitían para su formación a los más guapos. Y su criterio
respecto a la belleza de un muchacho incluía necesariamente unas
nalgas bonitas, puesto que esta parte de la anatomía masculina era
siempre la predilecta de sus selectos clientes.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El sacerdote
se consideraba, con razón, un experto en nalgas de muchachos, y las
de Tristán, redondas, carnosas, sin vello y muy suaves al tacto,
como el sacerdote no tardó en comprobar, harían sin duda las
delicias de su dueño y subirían considerablemente tanto el precio
que el caballero pagaría por el chico como las posibilidades de este
último de disfrutar de una posición desahogada en la casa como
favorito del amo y señor del lugar, acorde con sus estudios y sus
orígenes nobles. Como toda rosa tiene su espina, el don que la
naturaleza le había otorgado al joven venía irremediablemente unido
a una contrapartida; el afortunado amo que finalmente pagara por
llevarse a casa a Tristán no podría ni querría evitar la tentación
de azotar una y otra vez y hacer enrojecer aquel apetitoso trasero
por los motivos más nimios. Al joven le esperaba mucho bienestar
material pero también muchas y dolorosas azotainas. Mientras
comprobaba con ambas manos la suavidad de los glúteos que se
ofrecían ante él, el Padre Juan pensaba en las manos firmes,
reglas, varas, cepillos, palas, cinturones y largo etcétera de
instrumentos de castigo que los atormentarían y enrojecerían
durante los días, y probablemente años, siguientes. Una amplia
sonrisa inundó su rostro al pensar que su mano sería la primera en
inaugurar aquella larga sucesión de azotes dentro de pocos minutos.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Se dirigió
al padre de Tristán, que contemplaba la escena con cierta
preocupación.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Le
felicito por tener un hijo tan guapo, señor. Creo que no vamos a
tener ningún problema para colocarlo en una buena casa. Te estás
portando muy bien, Tristán. Ahora voy a desnudarte del todo para
continuar; date otra vez la vuelta, por favor.</div>
</li>
</ul>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Padre …</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿No me
has oído? Haz lo que se te dice. - El Padre Juan reforzó la orden
con un ligero pero sonoro manotazo en la nalga del joven.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La razón
por la que Tristán tenía reparos en darse la vuelta se evidenció
alegrando la vista del sacerdote; el ser manoseado le había
provocado una erección. Probablemente el muchacho tenía una
tendencia natural a la sumisión que iba a hacer más fácil la tarea
de los frailes durante las semanas siguientes; el Padre Juan pensó
que todo le estaba saliendo a pedir de boca y vio más próximo su
plan de que el muchacho fuera el próximo secretario personal de
cierto caballero.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Haciendo
caso omiso del travieso pene del aspirante, el Padre Juan le dio
permiso para retirar las manos de la nuca, algo imprescindible para
poderle quitar la camiseta. Complacido por su docilidad, le bajó a
continuación los pantalones del chandal y los slips hasta los
tobillos para luego sacárselos.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Una vez
completamente desnudo, Tristán, al que se le recordó una vez más
que mantuviera siempre la mirada baja, observó con inquietud cómo
el religioso abría la cartera que había traído consigo con sus
instrumentos de trabajo. De ella extrajo un cuaderno y una cinta
métrica, con la que midió la altura del chico, el largo del torso,
las piernas y los pies, y el ancho del cuello, el pecho, la cadera,
las nalgas y los muslos, apuntando todos los números
meticulosamente. Durante las mediciones, la mano del religioso
recorría y palpaba todas las zonas del cuerpo del joven, comprobando
la suavidad de la piel y tomando nota de lunares, cicatrices o marcas
identificativas. El informe sería entregado a su futuro amo y debía
ser lo más detallado posible.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Cuando
Tristán pensó que la inspección había finalizado, todavía
quedaba la parte favorita para el Padre Juan.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Ven
conmigo, Tristán.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Tomando al
muchacho del brazo, lo acercó a la cama y le ordenó colocarse de
rodillas encima de la colcha.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muy
bien, ponte a cuatro patas y separa bien las piernas. Más. Un poco
más. Vale, baja la cabeza y apóyala en las manos manteniendo las
piernas bien separadas. Perfecto.
</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Esta
postura, en la cual el ano, los genitales, el periné y todas las
partes más íntimas del muchacho quedaban perfectamente expuestas a
la vista en todo detalle, era conocida en la Abadía como la posición
de sumisión y los novicios debían adoptarla con frecuencia ante sus
prefectos o ante cualquier autoridad. Era muy efectiva naturalmente
para aplicar castigos, pero también para revisiones médicas,
administración de enemas o simplemente para recordarles a los
novicios su posición subordinada.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El sacerdote
acarició la espalda del joven con una mano mientras con la otra iba
recorriendo el escaso vello que había entre sus nalgas, la zona
perineal y el escroto, que, según la norma, sería afeitado
inmediatamente después de la entrada de Tristán en la Abadía. A
continuación, considerando que el pupilo estaba preparado ya para la
siguiente prueba, exploró su ano con el dedo índice, muy adiestrado
en estas prácticas, introduciéndolo poco a poco en su totalidad,
haciendo de nuevo caso omiso de los quejidos del humillado joven.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Tranquilo,
no te muevas o te dolerá más.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
En muchachos
traviesos, rebeldes o cuya dilatación indicaba que ya habían
realizado algún juego similar por su cuenta, el Padre introducía
dos dedos en esta parte de la revisión física, pero era evidente
que Tristán nunca había sido adiestrado en la dilatación de su
orificio más íntimo, y el objetivo de la prueba no era el dolor
sino la humillación. Extrajo pues el dedo, para alivio del joven, y
le dio un par de palmadas cariñosas en las nalgas.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muy
bien, Tristán. Descansa y siéntate en la cama mientras hablo con
tu papá.
</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Tras una
breve visita al lavabo para lavarse las manos, puesto que el Padre
Juan era un gran amante de la pulcritud, se dirigió en voz baja,
aunque siendo consciente de que Tristán podría oírles si ponía
empeño, al señor de la casa.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El
muchacho presenta unas aptitudes óptimas. Si usted da su
consentimiento, puedo llevármelo a la Abadía para comenzar su
instrucción. Creo que podemos conseguirle un excelente hogar, y una
recompensa económica muy generosa para usted.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Usted
cree? ¿En una casa respetable?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
De las
mejores de la ciudad.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Está
seguro? … Quiero decir que Tristán se ha pasado la vida
estudiando. He oído que se colocan más fácilmente los chicos con
habilidades manuales que conocen un oficio.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Efectivamente
para los universitarios la demanda es mucho menor; pero existe, y
los estudios abren las puertas de ocupaciones más agradables.
Precisamente son los caballeros más influyentes los que necesitan
de ayudantes con estudios para llevar la contabilidad, ejercer de
secretarios, acompañarlos en sus viajes, entretenerlos con una
buena conversación … En los mejores casos, algunos de nuestros
clientes son hombres maduros solteros o viudos sin descendencia
directa que buscan un heredero. No quiero echar campanas al vuelo,
pero Tristán, si se muestra sumiso y cariñoso con su amo, reúne
las condiciones para ser adoptado y convertido en hijo legítimo.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
Juan se arrepintió, ante la expresión melancólica de su
interlocutor, de no haber expuesto la cuestión con más tacto.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Entiendo
que es un golpe para usted pensar en que su hijo pase a tener otro
padre y otro apellido, pero se trata de su futuro. Si no cambian las
circunstancias en su familia, es una gran oportunidad para él. Y en
el feliz caso de que sí cambiaran, podrían hablar con el caballero
y readquirir a Tristán antes de la adopción.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El hombre
meditó unos instantes; a pesar de que era él quien había acudido
ante la Orden, y aún siendo consciente de que era la mejor opción
para su hijo, no podía evitar tener grandes dudas y miedos.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Verá,
Tristán no ha sido educado para servir a un amo. Nunca le he
azotado; ¿le van a dar muchos azotes?</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Los ojos
húmedos del progenitor enternecieron al sacerdote, que le sonrió
con benevolencia.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Usted
ya conoce la respuesta a esa pregunta. El muchacho parece bueno y
dócil, pero todo joven de su edad necesita castigo. Y a ninguno le
hace daño en realidad que le pongan el culete bien rojo de vez en
cuando, por mucho que lloriqueen y se quejen. Traviesillos de más
alta cuna que él se han adaptado perfectamente a la disciplina.
Hacemos un seguimiento y comprobamos siempre que nuestros pupilos
están bien tratados en casa de sus amos. Usted ha sido nuestro
cliente y lo sabe.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El padre de
Tristán se quedó sorprendido; desde luego estos curas lo saben
todo, pensó. Efectivamente, él ya había tratado con la Orden.
Habían actuado de intermediarios para conseguirle a Adrián, un
picaruelo guapo y encantador que se había encargado del
mantenimiento de la casa durante los años de mayor esplendor de la
familia; y también se había encargado de otras tareas más íntimas
que le habían dado mucho placer a su amo .... El cual por ironías
de la vida ahora había tenido que recurrir de nuevo a los servicios
de la Orden por motivos bien diferentes ....</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
Juan, pragmático, le sacó de sus meditaciones:</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
De
hecho, Tristán debe superar todavía una prueba más antes de
venirse con nosotros. Debo darle una azotaina y comprobar que es
capaz de resistirla con entereza. No tiene por qué presenciarla si
no lo desea; le pegaré con la mano y no demasiado fuerte, aunque le
escocerá el culito durante un buen rato. Luego en la Abadía sí
que tendrá que probar otros instrumentos de castigo más dolorosos.
Debe acostumbrarse a la disciplina de su nueva vida cuanto antes.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Por un
momento el padre de Tristán parecía a punto de echarse a llorar,
pero se recompuso rápidamente.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
De
acuerdo, tiene usted razón, Padre. Sí prefiero quedarme y estar
cerca de mi hijo en este momento; me gustaría pedirle que me
permita abrazarle y consolarle al final del castigo. O incluso si ve
más conveniente que sea yo mismo quien lo azote, lo haré.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No, yo
le azotaré, debe acostumbrarse desde ahora a que seamos los
religiosos quienes nos ocupemos de él y le castiguemos. Pero en
cuanto a consolarle, naturalmente, de hecho iba a sugerirle que lo
hiciera. Será, eso sí, también un abrazo de despedida. Luego
firmaremos los papeles y me llevaré al muchacho sin más dilación.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Padre
Juan nunca supo cuánto escuchó Tristán de la conversación, pero
sospechó que el joven ya sabía que iba a ser azotado antes de que
se lo explicara. El sacerdote se sentó en la cama y ordenó a su
nuevo pupilo que se sentara sobre sus rodillas para hablar con él.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Muy
bien, jovencito. Te falta una última prueba antes de venirte
conmigo. Antes has sido indiscreto y has estado escuchando detrás
de la puerta; lo lamento pero tengo que castigarte. Siempre que no
te portes bien vas a ser castigado a partir de ahora.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El joven le
miraba con una tierna expresión de cordero degollado.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<ul>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Me va
a pegar, Padre?</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Te voy
a dar unos azotes en el culo, que es lo que hacemos en la Abadía
con los chicos traviesos. Y tú los vas a resistir como un hombre.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pero,
¿me va a pegar fuerte? No me pegue fuerte, por favor.</div>
</li>
<li><div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
No seas
mimoso ni repliques, jovencito. Ponte de pie y colócate sobre mis
rodillas.</div>
</li>
</ul>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Tristán se
levantó y miró a su padre, lo cual le hizo ser consciente de nuevo
de que estaba desnudo y le avergonzó. El padre le confirmó con la
cabeza que debía obedecer, matando la última esperanza del joven de
librarse de los azotes. Con lágrimas en los ojos, se colocó sobre
las rodillas del Padre Juan, que se remangaba la camisa con expresión
de deleite al contemplar el hermoso culo virgen que iba a azotar por
primera vez.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Tras
acariciar brevemente las nalgas suaves y agarrar firmemente la
cintura de Tristán con la mano izquierda, el sacerdote levantó en
alto la derecha y la dejó caer sobre el trasero expuesto en su
regazo. El joven dio un respingo y elevó las nalgas, exponiéndolas
involuntariamente al segundo azote. Los sollozos fueron inmediatos y
sonaron deliciosos a los oídos del Padre Juan. Unas marcas rosáceas
surgieron enseguida en ambas nalgas y no tardaron en intensificarse.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Los azotes
se prolongaron, con algún breve descanso, durante cinco muy intensos
minutos. El padre del muchacho contemplaba el castigo con
sentimientos muy encontrados; con el corazón encogido por una parte,
pero por otra recordando el placer de los momentos muy similares que
había vivido colocando a Adrián también completamente desnudo en
su regazo y propinándole largas azotainas enormemente dulces para
él, aunque amargas para el chico.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Cuando
recibió permiso para levantarse de las rodillas del sacerdote,
Tristán se fundió en un abrazo con su padre. Los besos y caricias
de este consiguieron frenar lo que parecía un lloro inconsolable; la
mano paterna se deslizó desde la cintura hacia las nalgas ardientes
y muy rojas, acariciándolas con suavidad mientras felicitaba al
traviesillo por su entereza.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://www.blogger.com/null" name="__DdeLink__1_266851668"></a>
El Padre Juan, para el que la zurra había sido también una
experiencia muy intensa, no pudo evitar emocionarse ante la escena de
cariño paterno filial, pese a haber presenciado instantáneas
similares tantas veces con anterioridad. Efectivamente, Tristán era
diferente y muy especial, como lo eran todos los muchachos que
entraban en la Abadía.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<br />
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>¿Te
apetece leer el segundo capítulo de la historia? Envía por favor
tus comentarios a spainkophile@yahoo.es</i></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-67427388582399705392014-01-30T20:28:00.001+01:002014-01-30T20:28:10.506+01:00Hasta luego<div style="text-align: justify;">
Para no tener pendientes a los lectores fieles del blog esperando por lo que no va a venir, doy el aviso de que voy a dejar de actualizar Spanking para chicos, al menos durante los próximos tiempos. No me gusta dar nada por definitivo; ya tuve una vez un parón de actividad en el blog durante varios meses y al final decidí volver: aunque no lo veo probable, no descarto que eso vuelva a pasar, y por eso esta entrada se llama "Hasta luego" en lugar de "Adios". </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como suele ocurrir, no hay ninguna razón en concreto por la que dejar el blog ahora, sino la acumulación de muchas: principalmente la sensación de repetirme y las ganas de hacer cosas nuevas después de dedicarme a esto durante casi seis años y de más de 200 entradas. Para ser completamente sincero, también ha contribuido la poca colaboración por parte de los lectores, con unas cuantas y valiosísimas excepciones, y un cierto hartazgo del mundo del spanking tras muchos correos de pesados que te hacen perder el tiempo para no quedar nunca y / o armarizados que pretenden que te cites con ellos mostrando una desconfianza absoluta y negándose a dar teléfono ni foto ni nombre. Reconozco que el blog no ha sido absolutamente altruista sino que esperaba que una de sus funciones pudiera ser el contactar con gente que valiera la pena, y en ese sentido el fracaso no podría ser más estrepitoso. Naturalmente sí conozco a gente que vale la pena, y mucho, en el mundo del spanking, pero juraría que ha sido siempre por otras vías y no a través del blog. Pero eso no quita que me lo haya pasado muy bien compartiendo el material que he ido encontrando por Internet y que la experiencia haya merecido mucho la pena, además de que ha sido una agradable sorpresa conseguir sobrevivir tanto tiempo a la censura, no contaba con llegar ni al primer año.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero la razón principal de ser de esta entrada es <b>enviar un fuerte abrazo y mostrar el mayor de los agradecimientos a los colaboradores habituales del blog</b>, que me han informado de escenas de spanking inéditas, o que me han mandado sus dibujos o sus relatos, y sin los cuales Spanking para chicos no habría durado ni la mitad de tiempo. Muchas gracias de verdad y pediría un fuerte aplauso para ellos si fuera posible aplaudir online.<br />
<br />
Por último, no me gustaría abandonar la colección de escenas de spanking en películas, así que para quien encuentre alguna, pongo a disposición mi correo electrónico, <a href="mailto:spainkophile@yahoo.es">spainkophile@yahoo.es</a> y mi web en YouTube <a href="http://www.youtube.com/user/spankingparachicos?feature=watch">http://www.youtube.com/user/spankingparachicos?feature=watch</a>, para divulgarla. Y el blog tampoco desaparece, el contenido va a seguir ahí y durante bastante tiempo seguirá habiendo visitas que llegan a través de Google, así que si puedo ayudar a alguien que quiera recoger el testigo añadiendo algún enlace a su blog, o dar alguna orientación respecto a lugares o formas donde publicar algo sobre spanking, me escribís igualmente y os ayudo en lo que pueda.<br />
<br />
¡Y ya está bien de dar la lata! Besos y que disfrutéis mucho, de Internet y sobre todo de la vida.</div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-49312885740831520932014-01-22T23:35:00.002+01:002014-01-22T23:35:59.135+01:00Comics segunda parte<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Gracias a un colaborador del blog, hoy puedo ofreceros una segunda parte de la entrada que publicábamos recientemente sobre spanking en el comic. Podeis ver a Lucky Luke zurrando a Billy el niño con y sin pantalones, además de a muchos superhéroes castigando a villanos traviesillos.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinIjhkkOJVH8zs8dO0s4ZHC2ekZRWeg00axoOINltZ71XQTDb1j8K35fTzqWusR5SQ4Knt_0HoSRvrX0eAZRBjoKJZv6dyLbJPRzpT4NLxGDfSeVdfeJf_cxMNgnE8-mPapsPGdXRgPFGD/s1600/1943+-+Captain+Marvel+Adventures+N-%C2%A6+22+(Captain+Marvel+sp+Boys).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinIjhkkOJVH8zs8dO0s4ZHC2ekZRWeg00axoOINltZ71XQTDb1j8K35fTzqWusR5SQ4Knt_0HoSRvrX0eAZRBjoKJZv6dyLbJPRzpT4NLxGDfSeVdfeJf_cxMNgnE8-mPapsPGdXRgPFGD/s1600/1943+-+Captain+Marvel+Adventures+N-%C2%A6+22+(Captain+Marvel+sp+Boys).jpg" height="145" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgofB2MJFsCq5f0gGPPaGx87t2szl4-TDdVI4cfQLbiTURwkJ6e4-cITiJxGal80s-aMlBkaIIHP9Ri9R6-Gl6FscyXYB_J9VpVnFor2P1dRS0vyK2V5DalBYDEkvLWBWw84mXLGu3zBGod/s1600/1943+-+Whiz+Comics+44+(Captain+Marvel+sp+Publisher).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgofB2MJFsCq5f0gGPPaGx87t2szl4-TDdVI4cfQLbiTURwkJ6e4-cITiJxGal80s-aMlBkaIIHP9Ri9R6-Gl6FscyXYB_J9VpVnFor2P1dRS0vyK2V5DalBYDEkvLWBWw84mXLGu3zBGod/s1600/1943+-+Whiz+Comics+44+(Captain+Marvel+sp+Publisher).jpg" height="320" width="230" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9mjbPh4FhHB2b4wKq59iZ9HYFPuG174iH3yBrih_EIWp9GadashQDI20BVd_Yb3HmTadK0QoskhUXb7nUrXQa2RPMTssj0_1RNpyjZshaSFxxmWFEibpPIjZNyz1Cpf7apJcqYVjQpb7M/s1600/1946+-+Captain+Marvel+Adventures+68.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9mjbPh4FhHB2b4wKq59iZ9HYFPuG174iH3yBrih_EIWp9GadashQDI20BVd_Yb3HmTadK0QoskhUXb7nUrXQa2RPMTssj0_1RNpyjZshaSFxxmWFEibpPIjZNyz1Cpf7apJcqYVjQpb7M/s1600/1946+-+Captain+Marvel+Adventures+68.jpg" height="320" width="226" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQgoWMxiPzVkKPBK5BOGVHnZG6IoLW9gK_hjIunLwthadFrosPIvpcx1AjehCCiYQkezxAlHRv2vnHSbfJBZyehFy3DIQDUAivz3IA8uipT22OKL8rtbF27_DSJOPfOFQXthHFbLwdOiQY/s1600/1948+-+Marvel+Family+N-%C2%A6+20+(Captain+Marvel+&+Mary+sp+Krugg)+1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQgoWMxiPzVkKPBK5BOGVHnZG6IoLW9gK_hjIunLwthadFrosPIvpcx1AjehCCiYQkezxAlHRv2vnHSbfJBZyehFy3DIQDUAivz3IA8uipT22OKL8rtbF27_DSJOPfOFQXthHFbLwdOiQY/s1600/1948+-+Marvel+Family+N-%C2%A6+20+(Captain+Marvel+&+Mary+sp+Krugg)+1.jpg" height="320" width="227" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnvFOlnQCrK_6ZM6GXReJmAY2XE6a6FzR3Hg5oP3btTLo24FAayobY-6yErMkLr8omcKVvRIrOXiydyGQGK4C90nLWah8OQVjJ1EbL8fQY9s0sRbtHNr8b1EjILI5TL4QlP0LS0YyEqaJG/s1600/1951+-+Captain+Marvel+Jr.+N-%C2%A6+93+(Robot+sp+Dr.+Sivana).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnvFOlnQCrK_6ZM6GXReJmAY2XE6a6FzR3Hg5oP3btTLo24FAayobY-6yErMkLr8omcKVvRIrOXiydyGQGK4C90nLWah8OQVjJ1EbL8fQY9s0sRbtHNr8b1EjILI5TL4QlP0LS0YyEqaJG/s1600/1951+-+Captain+Marvel+Jr.+N-%C2%A6+93+(Robot+sp+Dr.+Sivana).jpg" height="320" width="218" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipKCihUD4d-m-Ixx_ueAaywhWysLBuC-KssQ2C2AjtV27j-QO397vwVVMIDzUn_NHHzB05ewF20QjVi5dmCn6aa_TFV7Yb6OVXF5oP5ZpPUhOLVxEYmMohFVx1h1jHC6ALJw4XhTMo9Cgm/s1600/Billy+The+Kid+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipKCihUD4d-m-Ixx_ueAaywhWysLBuC-KssQ2C2AjtV27j-QO397vwVVMIDzUn_NHHzB05ewF20QjVi5dmCn6aa_TFV7Yb6OVXF5oP5ZpPUhOLVxEYmMohFVx1h1jHC6ALJw4XhTMo9Cgm/s1600/Billy+The+Kid+2.jpg" height="185" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJWIBhCQ89awBxuLognxHBPGHxFH__vKs07PEEt1CSq5Gw_ttPHMYABz0t34P4tO9a4fjPANM-GtsVTW-uNHBgb6JPkJHmFLSsIOvTMrZcm_i71Prb0h9lgFtM_kvXvBV-PvnJON4f-mOn/s1600/Billy+The+Kid+3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJWIBhCQ89awBxuLognxHBPGHxFH__vKs07PEEt1CSq5Gw_ttPHMYABz0t34P4tO9a4fjPANM-GtsVTW-uNHBgb6JPkJHmFLSsIOvTMrZcm_i71Prb0h9lgFtM_kvXvBV-PvnJON4f-mOn/s1600/Billy+The+Kid+3.jpg" height="320" width="231" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW88Ny6mjOdATUfAqpu82bkd8p4xWCMDxiChyBE7pgCiuym4sJAtYWzivdgEmgv7Wn64nmnOcBIKtKgPg3VQXmiYxpwSZhjicWY7dhyoXdjuARZGOl55W_CXMXBkW0ST0A30bKiWP3kCGl/s1600/The+Creeper.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW88Ny6mjOdATUfAqpu82bkd8p4xWCMDxiChyBE7pgCiuym4sJAtYWzivdgEmgv7Wn64nmnOcBIKtKgPg3VQXmiYxpwSZhjicWY7dhyoXdjuARZGOl55W_CXMXBkW0ST0A30bKiWP3kCGl/s1600/The+Creeper.jpg" height="320" width="257" /></a></div>
<br />
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Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-5396379972434154732014-01-16T05:38:00.000+01:002014-01-16T05:38:00.725+01:00Visita al director<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvymHdiP1i4BPPHg3CjFC_U_INFGCmxznA1moPT0rdHvda5mHwAolFzw0SHFmjkMLrxVbGpudSHtWfPA6tqKEE_A6c6q3bR1T9N7GRjA6wQSNRU2fm7DatEikz1g7YYpk8Pxre7GJoRQ/s640/hardknox.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvymHdiP1i4BPPHg3CjFC_U_INFGCmxznA1moPT0rdHvda5mHwAolFzw0SHFmjkMLrxVbGpudSHtWfPA6tqKEE_A6c6q3bR1T9N7GRjA6wQSNRU2fm7DatEikz1g7YYpk8Pxre7GJoRQ/s320/hardknox.gif" width="320" /></a></div>
<br />
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<br /></div>
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Aquí tenéis una bonita animación del artista <a href="http://www.belasco-comix.com/?zx=2f053eacc5ff47be" target="_blank">Belasco</a>, del que ya habíamos hablado <a href="http://azotesparachicos.blogspot.com.es/2010/09/belasco.html?zx=857e719839f02319" target="_blank">en una ocasión</a>, con una escena de castigo en el despacho del director con la pala típicamente americana.</div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-27938315991835456452014-01-09T05:36:00.000+01:002014-01-09T05:36:00.609+01:00Pep Guardiola<div style="text-align: justify;">
Y hoy hablamos de fútbol. Para mí el único interés de los partidos son las palmadas que a veces intercambian los jugadores, o las que les da el entrenador. Uno de los más cariñosos, y estrictos a la vez, es Pep Guardiola. Este vídeo es de cuando estaba en el Barça y no dudaba en repartir collejas y azotes entre los jugadores:</div>
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<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/dRDLjEmucqE" width="420"></iframe>
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Y ahora que está en el Bayern no ha perdido las buenas costumbres:<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/Ep7xHa3RAFk" width="420"></iframe></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-22427217744468910302014-01-02T04:50:00.000+01:002014-01-22T23:32:18.324+01:00Comics<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Empezamos el año recopilando escenas de azotes en los comics (tebeos para los no iniciados). Es un trabajo arduo, porque, mientras las películas siempre acaban apareciendo, muchas novelas gráficas, como se dice ahora, no existen en Internet, o como mucho podemos encontrar su portada. Así que estoy seguro de que hay un montón de azotainas en tebeos que no conozco, o que sí conozco pero nadie ha escaneado; si alguien tiene alguna y desea compartirla, será bienvenido.</div>
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<br /></div>
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Empezamos con el popular Lucky Luke, que le calentaba el culete a Billy el niño en la portada de una de sus historietas. Y se trata de una versión censurada, porque en el interior Billy recibe la azotaina con los pantalones y los calzoncillos bajados; pero no soy capaz de encontrar esa escena. Sí he encontrado unos muñecos, tal vez figuras de merchandising, que reproducen la zurra, aunque nuevamente en versión censurada con los pantalones puestos:</div>
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<br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCJME5HfGI_FxtJka24fdyZ1X0qIF9rA9X24Zl8Z1Nn3YY_TKyCxqRIlLTsKmoz0gquvjDxY8JtjhtKPFL_FuP_OTPcWB3g4NvjOLexBajRC-BvlXHuXFJa7paDAadjaxE95m-u_AY_dw/s1600/ll_01_001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCJME5HfGI_FxtJka24fdyZ1X0qIF9rA9X24Zl8Z1Nn3YY_TKyCxqRIlLTsKmoz0gquvjDxY8JtjhtKPFL_FuP_OTPcWB3g4NvjOLexBajRC-BvlXHuXFJa7paDAadjaxE95m-u_AY_dw/s320/ll_01_001.jpg" height="320" width="241" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEincK0jb7Aoyl_wfUx00g79Ah6y-YO5LSMJLzcx6VjsVTTwItnIDdlAe8mD3BsNRoR4HXOc2xMIq0Z5ABwVld3I90WJK-S_UcfRV_-Yp1K9AS7ga6nrR8eXJUPqdfO4E_-a19ELee3BGlAj/s1600/copyrighter.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEincK0jb7Aoyl_wfUx00g79Ah6y-YO5LSMJLzcx6VjsVTTwItnIDdlAe8mD3BsNRoR4HXOc2xMIq0Z5ABwVld3I90WJK-S_UcfRV_-Yp1K9AS7ga6nrR8eXJUPqdfO4E_-a19ELee3BGlAj/s320/copyrighter.jpg" height="320" width="304" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
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Los malvados hermanos Dalton también recibían su merecido alguna vez. He aquí el hermano más listo zurrando al más tonto en <i>Ma Dalton</i>:</div>
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<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglLYrMeSpNSBqblhDfyYa4TnyBLbldysNvP3V62JIuZiA6F9-M_MffeuaBeTSO20UFLwoU-ryQgYojRogMB05Obxcz_-mhLVUKaqIU1jlwkNb9b3X3aHBDj71n-E0d9Ue3xSy3jM3oTHR7/s1600/joe_dalton_spanking_averell_by_niky94-d6nt77l.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglLYrMeSpNSBqblhDfyYa4TnyBLbldysNvP3V62JIuZiA6F9-M_MffeuaBeTSO20UFLwoU-ryQgYojRogMB05Obxcz_-mhLVUKaqIU1jlwkNb9b3X3aHBDj71n-E0d9Ue3xSy3jM3oTHR7/s320/joe_dalton_spanking_averell_by_niky94-d6nt77l.jpg" height="234" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
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<br /></div>
Más azotes del comic franco-belga; he aquí un personaje que desconocía, un tal Achille Talon (talón de Aquiles):<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq40-RA7XtriGFlpApDBzZJLZ2IrrOkU5zB0YpYWfmmXl5gB4Y3GlL2VaolKYydIShLuTDmOwRZ10lvH6Lxqv2D6qfOD2uKVvl7o8WmUfxI44wu2j0HzP9xMV1DG49CPCAI_Ah9vZCI6te/s1600/Couv_132111.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq40-RA7XtriGFlpApDBzZJLZ2IrrOkU5zB0YpYWfmmXl5gB4Y3GlL2VaolKYydIShLuTDmOwRZ10lvH6Lxqv2D6qfOD2uKVvl7o8WmUfxI44wu2j0HzP9xMV1DG49CPCAI_Ah9vZCI6te/s320/Couv_132111.jpg" height="320" width="242" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Y el amo de la "bande dessinée", Hergé, también dibujó escenas de azotes. A continuación el capitán Haddock de Tintín, un personaje que siempre me ha parecido supersexy, castigando a un traviesillo en <i>Tintín en el país del oro negro</i>:</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikkMzxOp48jrO2TygQ8iFdd8v9CtxsWllqwLkpS9QpwYu7uRUyHrc8TBd9CgYhyphenhyphenJcuU_qsYrsMxzH38PBRM2RXbTIg1G5WumT63m2souJJBQOHaQSgG-a8IZkUAgsx3IWjB3Hci1qGOVlW/s1600/Haddock-fessant-Abdallah.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikkMzxOp48jrO2TygQ8iFdd8v9CtxsWllqwLkpS9QpwYu7uRUyHrc8TBd9CgYhyphenhyphenJcuU_qsYrsMxzH38PBRM2RXbTIg1G5WumT63m2souJJBQOHaQSgG-a8IZkUAgsx3IWjB3Hci1qGOVlW/s320/Haddock-fessant-Abdallah.jpg" height="180" width="320" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Y otra azotaina obra de Hergé en <i>El valle de las cobras</i>. Podéis ver que el estilo del dibujo es el mismo que en Tintín, pero se trata de otra serie no tan conocida con otros personajes:</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-8l-YVXcWB_7b_KmWiSqaR-HtPVlINLyOv9lb9AkrT2oaFk9a2ZhkMWP0xp0DR05uzDKu3Fi5H8DRUnY0ZiB1yGsEyDhyphenhyphenhun2jjCc8T0VvjjcNWpGYpRdF-8TtihH2EJ_WDCRFdOIY_0c/s1600/Tintin11.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-8l-YVXcWB_7b_KmWiSqaR-HtPVlINLyOv9lb9AkrT2oaFk9a2ZhkMWP0xp0DR05uzDKu3Fi5H8DRUnY0ZiB1yGsEyDhyphenhyphenhun2jjCc8T0VvjjcNWpGYpRdF-8TtihH2EJ_WDCRFdOIY_0c/s320/Tintin11.jpg" height="104" width="320" /></a></div>
<br />
Pasamos al comic americano. He aquí una escena de Juez Dredd:<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG1ZXrODbBVb1vansGA30sZOIWjBQRw4Q7WPhALqiHGKd0TCnKHFjHErMKOA1ptjfCXu8Ue-AWw7vWw_CWI4sGu3tF2ZIE5Jd-h3a0LaRzorolAwYvWvbvh8VslEb69XjPryjTQP52fqwk/s1600/hyp1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG1ZXrODbBVb1vansGA30sZOIWjBQRw4Q7WPhALqiHGKd0TCnKHFjHErMKOA1ptjfCXu8Ue-AWw7vWw_CWI4sGu3tF2ZIE5Jd-h3a0LaRzorolAwYvWvbvh8VslEb69XjPryjTQP52fqwk/s320/hyp1.JPG" height="320" width="313" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0DKZNJl0XwP2AnohQpoVyHyclcz20Y7pzF0miGwGnRgxW7_dG9GahcIAskMpGYPlFsI9UEri7HiCkbjCSJBEEn4ZizKatf0p8dnnnkOb9MY2_CatW3B4m2Z4OXOrdwMSeJcCTPZuvZKMA/s1600/hyp2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0DKZNJl0XwP2AnohQpoVyHyclcz20Y7pzF0miGwGnRgxW7_dG9GahcIAskMpGYPlFsI9UEri7HiCkbjCSJBEEn4ZizKatf0p8dnnnkOb9MY2_CatW3B4m2Z4OXOrdwMSeJcCTPZuvZKMA/s320/hyp2.JPG" height="177" width="320" /></a></div>
<br />
Y mas superhéroes variados, sin que falte Superman:<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXunwXrzmf7WGUkh5jLZ4kRu5jX9MOe924WMiynnEbeGYsgEcWGO_LxPI0y1yqLnGBZVgqi0Xjj67EoTbcGZEWzDQI5qBox6U6q-rJ9QybP-cpQTzGOz_LAKrXMfhvzElMkWVPXVaCvebP/s1600/spankzam.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXunwXrzmf7WGUkh5jLZ4kRu5jX9MOe924WMiynnEbeGYsgEcWGO_LxPI0y1yqLnGBZVgqi0Xjj67EoTbcGZEWzDQI5qBox6U6q-rJ9QybP-cpQTzGOz_LAKrXMfhvzElMkWVPXVaCvebP/s320/spankzam.jpg" height="320" width="291" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQys7TLYsCqzZWoysPfHU873B_54nNHBLlkTAUDp94ysZsn9ZEP3H0y6B6HIWq6qrZGqWn_HH6cJfvunecpca2Itp80bzzouXMZuzOjHlcooZbUZiFvyknsw6XPqLTO-rdbTKahZNda69z/s1600/supespank1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQys7TLYsCqzZWoysPfHU873B_54nNHBLlkTAUDp94ysZsn9ZEP3H0y6B6HIWq6qrZGqWn_HH6cJfvunecpca2Itp80bzzouXMZuzOjHlcooZbUZiFvyknsw6XPqLTO-rdbTKahZNda69z/s1600/supespank1.jpg" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxsWs5hnvLQRHx6krPI6MWXmxNV5-c7BAee_eJZhcIhbIFc2VCsYEP0dK5GG3kC5DuEgA4HYOW6waajOyImO-GBcsTVTtcrZ4U49fdZWCksGMk6PQhheJ4eGC98OFJfYCdPVJ6VgCEhBtL/s1600/planche-13.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxsWs5hnvLQRHx6krPI6MWXmxNV5-c7BAee_eJZhcIhbIFc2VCsYEP0dK5GG3kC5DuEgA4HYOW6waajOyImO-GBcsTVTtcrZ4U49fdZWCksGMk6PQhheJ4eGC98OFJfYCdPVJ6VgCEhBtL/s320/planche-13.jpg" height="320" width="244" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1hOI9TIJJte8yVMHjCmTPmoyyED_lE_gG78u3axXRtHnwrosuc31OrJdH19Rkz-qAxL1ib3qToDQnt71MZo2HFpvpowpmXJ2R6uY8iELMPT8SnopwVL3o70CddkcWqy6wdGXjO9LbhQne/s1600/uhhh3te.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1hOI9TIJJte8yVMHjCmTPmoyyED_lE_gG78u3axXRtHnwrosuc31OrJdH19Rkz-qAxL1ib3qToDQnt71MZo2HFpvpowpmXJ2R6uY8iELMPT8SnopwVL3o70CddkcWqy6wdGXjO9LbhQne/s320/uhhh3te.jpg" height="209" width="320" /></a></div>
<br />Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-82884240654230963652013-12-29T03:25:00.000+01:002013-12-29T13:42:37.324+01:00La sal de la tierra negra<div style="text-align: justify;">
Cerramos el año con una curiosa escena de azotes que he encontrado en una película polaca bastante ignota, <i>Sol Ziemi Czarnej</i>, algo así como<i> La sal de la tierra negra, </i>de 1970<i>. </i>No la he podido ver porque solo la he encontrado en polaco a pelo, pero parece que trata de una parte del país que se han disputado diferentes estados a lo largo de la historia. La peli empieza con un chaval que organiza una pelea durante una fiesta en su pueblo; es sacado a rastras del lugar por un grupo de amigos y llevado ante me imagino que su padre, que manda poner a todos los implicados en fila y bajarse los pantalones para colocarse sobre sus rodillas. Los azotes no se ven claramente, pero la fila de hombres esperando su turno para ser azotados me parece muy excitante.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/ClhYb8nT74s" width="420"></iframe></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-30014243974666696802013-12-18T02:44:00.000+01:002013-12-18T02:44:00.609+01:00Navidad<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
En el blog también celebramos la navidad; os deleito con christmas y postales navideñas que he recopilado de distintas páginas y blogs. Muy felices fiestas a todos los lectores.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMXkGOETgS1weBLeu58ri1caQc9WnqTEH6qWZfUkiGk4z994xMJUsMwhtg9LGO381EJPKg2g1Ds4Pthl6-yoNPnjLAG-t3qIo12Y0K2qv7H6FV3aw8GlzfFRIt4xUOV_x3fnx9Pggd1Yzk/s1600/4.+3rd+day.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="279" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMXkGOETgS1weBLeu58ri1caQc9WnqTEH6qWZfUkiGk4z994xMJUsMwhtg9LGO381EJPKg2g1Ds4Pthl6-yoNPnjLAG-t3qIo12Y0K2qv7H6FV3aw8GlzfFRIt4xUOV_x3fnx9Pggd1Yzk/s320/4.+3rd+day.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpcJtHY1lhGOn2TigkBNk1Vduh7n7WFYy6l2nahW2Jq9Lq4FeYMk16b9kwAX9hxLa3VdRR41pYxyPA4YhGPTsLYgn0XXsnH_looKUgqqPzf16FFSqK1k5npOG6cI-CNq8wKDCJplNmx_Kv/s1600/Christmas_Damien.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpcJtHY1lhGOn2TigkBNk1Vduh7n7WFYy6l2nahW2Jq9Lq4FeYMk16b9kwAX9hxLa3VdRR41pYxyPA4YhGPTsLYgn0XXsnH_looKUgqqPzf16FFSqK1k5npOG6cI-CNq8wKDCJplNmx_Kv/s320/Christmas_Damien.jpg" width="214" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgohiU0ofoerwuuW1GuEKm_OKXB8rHJr9eoRKQMgbiT7vmS7fKAaNilcFtPjWi1SUMHAt3v8zISaHYZzio2kEIpUNvv7cEoxeTZDzt_4eyka-qgEZDLH6UtOv4DYoaQ_pqIty2SuWqkV1r_/s1600/Christmas_Darren.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="203" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgohiU0ofoerwuuW1GuEKm_OKXB8rHJr9eoRKQMgbiT7vmS7fKAaNilcFtPjWi1SUMHAt3v8zISaHYZzio2kEIpUNvv7cEoxeTZDzt_4eyka-qgEZDLH6UtOv4DYoaQ_pqIty2SuWqkV1r_/s320/Christmas_Darren.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRXpCA_71JwwMw4GxeBf05VCgqRnKcQ3weabTYuQmmxe_gUxbxqhnxhPtGos7WfcmKjA9PDNjDYiWXX1iFTeTgwbqLOQiKVF6SAcPfxQhHgZ_zWMpNHf9VCMWggZi4bv7AYhGbZk6eynEQ/s1600/Christmas_JamesBruce02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRXpCA_71JwwMw4GxeBf05VCgqRnKcQ3weabTYuQmmxe_gUxbxqhnxhPtGos7WfcmKjA9PDNjDYiWXX1iFTeTgwbqLOQiKVF6SAcPfxQhHgZ_zWMpNHf9VCMWggZi4bv7AYhGbZk6eynEQ/s320/Christmas_JamesBruce02.jpg" width="228" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiE_BCXxqrP4BHww7VUJun23p18oSB8QtPfLQ5iY__ZBF8rRLvUVieantOrgrgI-HtertIQLcIzA2-u1VZB6_l3_eTqi13Tvo4xW1IoXftdhKH_CB5nP06awutGBXTfEMKQishZyiCw_R0/s1600/JockSpank_Christmas02a.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiE_BCXxqrP4BHww7VUJun23p18oSB8QtPfLQ5iY__ZBF8rRLvUVieantOrgrgI-HtertIQLcIzA2-u1VZB6_l3_eTqi13Tvo4xW1IoXftdhKH_CB5nP06awutGBXTfEMKQishZyiCw_R0/s320/JockSpank_Christmas02a.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipemtiNqDEpIKhnfLLL_dE1obEHjztRp0KY6dxEKqLfXyDpZCQU_BQ67rfK-U8gL-dThu2BEhaZwa4_8lrzXIognHQtV9qaz4v9CSXzGOInuOgQGKi5XUWFrfKznIhgvK26bWMQl5eH2V8/s1600/seasonal+06.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="194" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipemtiNqDEpIKhnfLLL_dE1obEHjztRp0KY6dxEKqLfXyDpZCQU_BQ67rfK-U8gL-dThu2BEhaZwa4_8lrzXIognHQtV9qaz4v9CSXzGOInuOgQGKi5XUWFrfKznIhgvK26bWMQl5eH2V8/s320/seasonal+06.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0x1jx9xuzE-RZ33jiRKIRWtGNb_Z_hMYtcY6dk3NzlY2r76EtaVxBo0Y3dbqkA4wyvES_V2MEXGX43TgWD-GiU9EPC9I0GLV6Ou9OTvXQd8I9ZA_4c_FWJizF2mnftqfurqH1goPniTOM/s1600/st00_scene18_9.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0x1jx9xuzE-RZ33jiRKIRWtGNb_Z_hMYtcY6dk3NzlY2r76EtaVxBo0Y3dbqkA4wyvES_V2MEXGX43TgWD-GiU9EPC9I0GLV6Ou9OTvXQd8I9ZA_4c_FWJizF2mnftqfurqH1goPniTOM/s320/st00_scene18_9.jpg" width="320" /></a></div>
<br />Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-58115490367576138772013-12-14T16:28:00.004+01:002013-12-14T16:28:58.722+01:00Osos<div style="text-align: justify;">
Hace poco ha tenido lugar en Madrid el encuentro MadBear; es una excusa como cualquier otra para buscar vídeos de papás osos, maduros, con barba y barriga, zurrando a chicos. Aquí tenéis un vídeo privado:</div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<object align="middle" data="http://cdn1.static.xtube.com/swf/videoPlayer_embed.swf?xv=15343" height="410" type="application/x-shockwave-flash" width="502"><param name="allowScriptAccess" value="always" /><param name="flashVars" value="wall_idx=111_2&user_id=parsek&sex_type=G&video_id=tVVtK-G354-&clip_id=dIufm-G354-" /><param name="movie" value="http://cdn1.static.xtube.com/swf/videoPlayer_embed.swf?xv=15343" /><param name="bgcolor" value="#000000" /><param name="allowFullScreen" value="true" /><param name="targetUrl" value="http://www.xtube.com/watch.php?v=tVVtK-G354-" /></object></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Y aquí os presento a Daddy Darby, uno de los spankers de la web <a href="http://www.spankthis.com/" target="_blank">spankthis</a>. Es una escena de dominación de contenido algo más fuerte que incluye más que azotes. </div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe frameborder="0" height="400" scrolling="no" src="http://xhamster.com/xembed.php?video=1783567" width="510"></iframe></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-68355089155839710742013-12-05T16:14:00.001+01:002013-12-05T16:15:26.226+01:00El colegial Paul Banks<div style="text-align: justify;">
En el videoclip que os propongo hoy no hay spanking, pero sí hay age play, infantilización de un hombre adulto, que es otro fetiche muy vinculado al spanking y que me atrae mucho. El cantante británico Paul Banks, líder de la banda Interpol, se viste de colegial y hace travesuras en su primer vídeo en solitario, precisamente llamado <i>Young again</i> (joven de nuevo). Lástima que el uniforme sea de pantalón largo:</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/va2fqBjwBGg" width="560"></iframe></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Hablando de age play, de colegiales y de música británica, aprovecho para dar a conocer la sugerente portada del album <i>Schoolboys in disgrace</i> de los Kinks, uno de los grupos más importantes del rock de los 60/70, que aquí presentan una escena típica de disciplina colegial inglesa. Como era propio en la época, se trata de un disco conceptual, que en este caso gira en torno a la educación, la escuela, etc. La canción con una letra más vinculada con la portada es <i>Headmaster (director)</i>, con estrofas como <i>I´ve been such a naughty boy</i> o <i>I beg you, don´t make me take my trousers down (he sido tan travieso; se lo ruego, no me haga bajarme los pantalones)</i>:</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://eil.com/images/main/The+Kinks+-+Schoolboys+In+Disgrace+-+LP+RECORD-417864.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://eil.com/images/main/The+Kinks+-+Schoolboys+In+Disgrace+-+LP+RECORD-417864.jpg" width="320" /></a></div>
<br />Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-77809804136708527732013-11-27T21:06:00.003+01:002013-11-27T21:06:53.628+01:00Manga<div style="text-align: justify;">
Hoy os presento el primer blog sobre spanking masculino del que tengo noticia en Japón, o al menos en el que puedo sacar algún partido del contenido ¡además ha tenido el detalle de enlazar mi blog! Podéis acceder <a href="http://blog.livedoor.jp/gayspanking/" target="_blank">aquí</a> y a la derecha ya veréis una simpática galería de escenas manga; os destaco aquí mis favoritas. </div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/7/8/789dfc55.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="220" src="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/7/8/789dfc55.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/d/9/d9bb4c1e-s.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/d/9/d9bb4c1e-s.jpg" width="226" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/0/5/0598f9d4-s.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/0/5/0598f9d4-s.jpg" width="279" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/d/e/dea35fed-s.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/d/e/dea35fed-s.jpg" width="282" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/9/8/985a5e09-s.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="299" src="http://livedoor.blogimg.jp/gayspanking/imgs/9/8/985a5e09-s.jpg" width="320" /></a></div>
<br />Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-22135686484631066592013-11-19T23:46:00.001+01:002013-11-19T23:46:04.614+01:00Joe<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/_RvU9mq8an_E/SdJHCpPC5yI/AAAAAAAAFn4/5y4iYCT7hOs/s1600/cowboys_02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://1.bp.blogspot.com/_RvU9mq8an_E/SdJHCpPC5yI/AAAAAAAAFn4/5y4iYCT7hOs/s320/cowboys_02.jpg" width="213" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Hi chico, ¿Como te
va?, adelante y siéntate.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Buenas tardes Sr
Norton, como sabe vengo por el puesto de mozo en la granja.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Si, lo se, tu madre me
dijo que querías emprender el buen camino y trabajar duro.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Si señor. Ya va siendo
hora que coopere en mi casa y más en estos tiempos tan malos que
pasamos por la Depresión.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Bien, joven, aprecio en
serio a tu madre, la preciosa Mary Joe, ayy …¡Lástima que no me
eligiese a mí como esposo!. Luego tu apuesto padre le salió un poco
rana y se largó.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Si señor, eso pasó,
por eso quizá esté necesitado de un hombre que me guíe, eso dice
Ma siemrpe “Una mano mas dura de un hombre es lo que necesitarías,
jovencito” No se casa de repetírmelo.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Y si, tiene razón. En
esta granja se os trata con cariño y se os recompensa, pero también
llevo una férrea disciplina, como es debido.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
No
tardé en descubrirlo. Las dos primeras semanas trabajé duro y quise
ganarme el afecto del capataz y del Sr Norton, pero mi voluntad
empezó a flaquear y un día me sorprendieron en horas de trabajo
fumando en el granero tumbado sobre el heno. Harry el capataz dio
parte al Sr. Norton que me llamó a su despacho.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
-Y bien, jovencito, ¿Es
que no has aprendido a que se debe cumplir las obligaciones
laborales?, ¿Es que no te tratamos bien, damos buena comida y una
paga razonable…? Me has defraudado mucho. Acabo de hablar con tu
madre aprovechando que pasé cerca de tu casa y me ha recomendado que
utilice las disciplina necesaria para encarrilarte.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Harry, déjanos solos
de momento que este muchacho y yo tenemos que tenar una larga charla.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Y tú, ya puedes
quitarte los pantalones y los calzones y ponte a cuatro patas sobre
ese alargado taburete.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- Pero, pero…</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
- ¡Sin rechistar!</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
El
Sr. Norton emanaba una autoridad natural, que quizá yo en el fondo
anhelaba, así que automáticamente le obedecí. Estaba rojo hasta
las orejas, con todo mi trasero al aire y en esa posición,
imaginando que vería todas mis partes de joven machito sin recato.
Tenía sensaciones contradictorias, pues si bien me sentía humillado
tratado así como un mozalbete, sentía excitación ante la mirada
del apuesto Sr. Norton. Pronto mi polla comenzó a estar erecta,
disimulándose algo debido a mi postura en cuatro, erección que a su
vez me avergonzaba mas.</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
El
Sr Norton se acercó y en su tono campechano propio de un ganadero,
dijo mientras palpaba sin recato mis nalgas, separándolas como
comprobando el terreno: “Vaya vaya, que potrillo más saludable,
buenos cuartos traseros, buen ojete,. Acto seguido cogió mis
testículos en su mano como sopesándolos, notando sin duda la dureza
de mi polla, y siguió comentando: Si señor, muy sano, habrá que
enseñarle respeto y disciplina.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
Acto
seguido me cogió del brazo y levantándome, me guió hasta una silla
en la que se sentó, procediendo a colocarme sobre su regazo. Al
estar de pie un momento pudo apreciar la enorme erección que ya
tenía en ese momento, y sonriendo socarronamente, con su mano la
coloco hacía arriba antes de colocarme sobre sus duros muslos en los
que había colocado una toallita que tenía a mano sobre su mesa. Por
lo visto estaba bien preparado para disciplinar traviesos sin sufrir
desagradables incidentes. Su manota comenzó a caer acompasadamente
en mis dos redondas nalgas una y otra vez. Me escocía de verdad y el
culo pronto me comenzó a arder y ponerse como un tomate maduro.
Sabía como zurrar el muy…… Tras más de diez penosos minutos, me
hizo levantar. Para entonces mi pene estaba a media asta, pues por lo
visto con el calor del culete, la sangre se había trasladado,
aunque aprecié algunas humedades en al toallita que él tenía en su
regazo. Colorado como un tomate, tomé de nuevo posición como me
ordenó en el taburete a cuatro patas, y me comunicó que aún
quedaba la tunda de cinturón, que consideraba necesaria para que no
olvidase la lección. Dicho esto, giré mi cabeza, y le vi
desabrocharse su enorme cinturón de vaquero, vi como lo doblaba y oí
como comprobaba contra su palma de la mano su consistencia,</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
Me
indicó que procediese a contar los azotes y dar las gracias tras los
mismos, so pena de repetir el correazo que no contase. Debía decir
“Uno, señor, gracias señor”. La tunda duró 30 correazos
interminables, de los cuales 5 fueron de propina por no dar las
gracias educadamente tras los mismos. Al finalizar el culo me echaba
chispas o esos sentía yo. Me dejó reincorporarme y sin pensarlo me
puse a dar saltitos por el despacho y a frotar las nalgas. Debía ser
gracioso verme así, saltando yo y mis huevos y también mi pene que
de nuevo se había puesto erecto. Tras un par de minutos, me ordenó
ir al rincón y esperar con las manos en al nuca a que me levantase
el castigo, y así reflexionar sobre mi actitud.
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
Esa
noche, en la soledad de mi aposento, he reconocer que por la enorme
excitación tuve que pajearme a lo bestia. Mi vida en la granja
ganadera siguió, no siendo este mi único castigo. Aprendí a ser
más dócil y trabajador, respetuoso de los mayores y a ser un hombre
de provecho</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
Joe
Lemond</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
Oklahoma
, mayo de 1930</div>
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<br />
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
(Foto: <a href="http://www.hotbottoms.com/">www.hotbottoms.com</a>)
</div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-38497963961212201162013-11-15T15:07:00.000+01:002013-11-15T15:07:00.500+01:00Pain men<div style="text-align: justify;">
<b>Pain men</b> es una sección de un programa de humor británico, o tal vez un programa de humor completo, no he podido encontrar mucha información aparte de los vídeos. Los sketches consisten en un par de actores haciéndose daño de la forma más absurda y descerebrada posible; el refinamiento y buen gusto desde luego brillan por su ausencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero eso no significa que algunas situaciones no sean morbosas. Por ejemplo en este vídeo uno de ellos le da a probar al otro la vara tradicional de las escuelas británicas (a partir del minuto 1:50).</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/Ooc4CUvvWmQ?list=SPC1D5430FB93498EC" width="560"></iframe><br /></div>
<br />
Y este otro, donde uno juega a los dardos utilizando el culo del otro como diana, tampoco deja de tener su gracia (a partir del minuto 1:45):<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/WFMEBu4bM1Y?list=SPC1D5430FB93498EC" width="560"></iframe><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Si os gusta más el otro chico, aquí tiene que saltar y caer de culo sobre un montón de chinchetas (a partir de 1 minuto):</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/KnhXtGM033I?list=SPC1D5430FB93498EC" width="560"></iframe></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-69911162278537155452013-11-10T14:54:00.001+01:002013-11-10T14:54:02.562+01:00Lo nuevo de Franco<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
El artista <b>Franco</b>, ya habitual en el blog (podéis hacer clic sobre la etiqueta de Dibujos si queréis ver otras de sus obras), nos muestra algunas de sus últimas creaciones. Franco se pasó hace unos años de las técnicas tradicionales de dibujo a emplear el ordenador y el 3D con resultados igualmente estupendos. Como siempre, nos muestra escenas de jóvenes traviesos colocados sobre las rodillas de rigurosos padres, médicos, jefes, abades y hasta robots para recibir el castigo que sin duda se tienen muy merecido. Muchas gracias, Franco.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSCTJOY7sdtvC4VNUu0PbAcoxm-A7IQQd_1SJdXml0PZKFASgN3IouWeyvD9m8FJzV8bv1-Jp9d5wzm0hFX6pmR5uEdIEzBg1F63DtQF2b4Zb-TYFfxnPzdx_73zmttLXZh3dS5Pw5rrRp/s1600/Dads+Bad+Boyfilter.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSCTJOY7sdtvC4VNUu0PbAcoxm-A7IQQd_1SJdXml0PZKFASgN3IouWeyvD9m8FJzV8bv1-Jp9d5wzm0hFX6pmR5uEdIEzBg1F63DtQF2b4Zb-TYFfxnPzdx_73zmttLXZh3dS5Pw5rrRp/s320/Dads+Bad+Boyfilter.jpg" width="257" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW4Qi-gee8kzebt2xUB3lEgjw6fZNvjgOqGDGCrWS9uArjqZCy5F6oGikF2z0KjQeUWiVPWiZJiCQ85LLdNB7KGWliIKDNID7g7DdMdl1PDqoyB0BTA-V6daw5KX8xsWhuQHk9Ky_ltfgT/s1600/The+MonksChamber+filter.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW4Qi-gee8kzebt2xUB3lEgjw6fZNvjgOqGDGCrWS9uArjqZCy5F6oGikF2z0KjQeUWiVPWiZJiCQ85LLdNB7KGWliIKDNID7g7DdMdl1PDqoyB0BTA-V6daw5KX8xsWhuQHk9Ky_ltfgT/s320/The+MonksChamber+filter.jpg" width="298" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjpRFHXtQDWLPkNTFfYsmbpVmBQjSNxr1cKWnLXGQqRL6bSignoEH2dcjFOdzTXfafgvHRdv4qB4OZDvalKSloNbJXW2mVGyLuxQs4bn7hnEWrXyZPB2ZzCosHK7l1N9bo1ozlppG_NX3W/s1600/The+Office+Boy+filtered.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="251" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjpRFHXtQDWLPkNTFfYsmbpVmBQjSNxr1cKWnLXGQqRL6bSignoEH2dcjFOdzTXfafgvHRdv4qB4OZDvalKSloNbJXW2mVGyLuxQs4bn7hnEWrXyZPB2ZzCosHK7l1N9bo1ozlppG_NX3W/s320/The+Office+Boy+filtered.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlC9a9Zjx0lcTncuhn1JeM7ghB8oMmlH8v7fWyeO6JiZWIYUQvoUFC8LE5dZIWWmX-xpl2etJ62BnlaR8a1AJOuYVmRjEdShHNlycQD65HuLlpxDMGBaGIfxOtw6hqgtS5ecFXofoI5AuP/s1600/Worked+Up+filtered.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlC9a9Zjx0lcTncuhn1JeM7ghB8oMmlH8v7fWyeO6JiZWIYUQvoUFC8LE5dZIWWmX-xpl2etJ62BnlaR8a1AJOuYVmRjEdShHNlycQD65HuLlpxDMGBaGIfxOtw6hqgtS5ecFXofoI5AuP/s320/Worked+Up+filtered.jpg" width="320" /></a></div>
<br />Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-3788348961531723742013-10-30T00:54:00.001+01:002013-10-30T00:54:17.106+01:00Otro país<div style="text-align: justify;">
<i>Otro país</i> es una película de 1984 relativamente pionera en contar la historia de un personaje central gay. Y es probablemente la película donde se muestra de forma más detallada el ritual de los azotes con la vara en los colegios privados británicos. El chico azotado es un joven Rupert Everett.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/x3_RBqVIvFE" width="420"></iframe></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-39696147670446062652013-10-20T00:17:00.000+02:002013-10-20T00:17:00.664+02:00Mis primeros azotes de un holandés severo<div style="text-align: justify;">
<i>Mis primeros azotes por parte de un holandés severo</i> se llama este vídeo privado que sus autores han querido compartir con la comunidad espanko subiéndolo al XTube. Es una larga azotaina con varios instrumentos y posturas dividida en 6 partes; podéis consultar el perfil del autor del vídeo en <a href="http://www.xtube.com/community/profile.php?user=ypofero">http://www.xtube.com/community/profile.php?user=ypofero</a> y echar allí un vistazo a otra saga de azotes en varias partes llamada <i>Zurrado por un americano en París</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahí van cinco de las seis partes; falta una que no da opción de incrustar aquí pero que podeis encontrar fácilmente en XTube.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<object align="middle" data="http://cdn1.static.xtube.com/swf/videoPlayer_embed.swf?xv=15013" height="410" type="application/x-shockwave-flash" width="502"><param name="allowScriptAccess" value="always" /><param name="flashVars" value="wall_idx=111_5&user_id=ypofero&sex_type=G&video_id=A2FGb_G715_&clip_id=65B2y_G715_" /><param name="movie" value="http://cdn1.static.xtube.com/swf/videoPlayer_embed.swf?xv=15013" /><param name="bgcolor" value="#000000" /><param name="allowFullScreen" value="true" /><param name="targetUrl" value="http://www.xtube.com/watch.php?v=A2FGb_G715_" /></object>
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Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-20462617521001810122013-10-13T21:27:00.000+02:002013-10-13T21:27:00.262+02:00Un verano caliente<h1 class="western" style="margin-bottom: 0.21cm; text-align: justify;">
<span style="font-size: small; font-weight: normal;">Hoy toca otro relato enviado por los lectores. Lástima porque parece que la historia no tendrá continuación, pero el comienzo promete. La ilustración es de Franco, otro amigo del blog, así que todo queda en casa.</span></h1>
<div>
<span style="font-size: small; font-weight: normal;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTwo10Le3dDgyyYmA1wAdYtS4-jDIR4i6FENN2FEs9q-5KZWrE1frelIosUPkWHVcMH6mWi4nmWmuvS7E-X3R9OBupoKZk0c02j5Aq1J1VJrUzsdkUwGh2ZYfkWAwVVIgISL3xz-hzowau/s1600/Franco+-+profesor.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTwo10Le3dDgyyYmA1wAdYtS4-jDIR4i6FENN2FEs9q-5KZWrE1frelIosUPkWHVcMH6mWi4nmWmuvS7E-X3R9OBupoKZk0c02j5Aq1J1VJrUzsdkUwGh2ZYfkWAwVVIgISL3xz-hzowau/s320/Franco+-+profesor.jpg" width="235" /></a></div>
<h1 align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0.21cm;">
<span style="font-size: 16pt;">UN
VERANO CALIENTE</span></h1>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="CENTER">
<span style="font-size: 16pt;"><i><b>-
Thursday-</b></i></span></div>
<div align="JUSTIFY">
<br /><br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Todos los años oía la
misma canción....... <i> </i><i><b>cómo no apruebes todas el
próximo año te meto interno</b></i><b>.............</b>estaba tan
seguro que nunca lo haría.</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Aquel año como los
anteriores sabía lo que me esperaba cuando llegara a casa con el
boletín de las notas finales....<i><b>unos cuantos
gritos...amenazas....y poco más</b></i>....a la playa como todos los
veranos y a pensar en el próximo curso de billares y futbolines.</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Solo faltaban tres días
para que papá nos llevara a la casa de la playa y me extrañaba que
mi madre aun no me hubiera dicho que preparara mi bolsa de
viaje....tampoco le di mucha importancia......seguro que ella lo
haría por mí...como casi siempre.</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Desde el día de la
bronca de mi padre por las notas, no me había vuelto a decir nada,
pero ese lunes, cuando acabamos todos de comer, mi padre me dijo que
me esperaba en su despacho<i><b>,......(otra bronca.....vaya...¿no
se va a cansar o que? )</b></i><i> Pensaba yo mientras me dirigía a
su despacho).</i></div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Al entrar vi que no
estaba solo, junto a él, había un hombre mayor, de barba blanca y
traje oscuro<i><b>...no se que me pasó cuando le vi....pero al verle
no fui capaz de articular palabra, un escalofrío me recorrió todo
el cuerpo</b></i>........ <i>este es D. José tu profesor particular
para este verano... cuidara de ti y te obligará a estudiar mientras
tu madre y tus hermanos pasan sus vacaciones en la playa.......hemos
adelantado nuestro viaje y nos iremos esta tarde.... D. José se
instalará en el cuarto de invitados.... enséñale su
habitación..... .</i>las palabras de mi padre cayeron sobre mi como
una losa...no podía creerlo, tenía que estar soñando.....</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Estaba tumbado en la
cama, oía como mis hermanos no paraban de chillar de alegría
mientras bajaban sus equipajes al coche.... sonó la puerta..... mi
madre me pedía que la abriera, quería despedirse.... yo no
contesté, aun no podía creerlo, poco después oí como el coche
arrancaba y todo quedaba en silencio.</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
De repente volvió a
sonar la puerta y una voz fuerte y ronca, que nunca había oído me
dijo.....<i><b>dentro de 10 minutos en despacho comenzarán tus
clases.....baja los libros de inglés......</b></i></div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
No se que me pasó, pero
salte como un resorte...cogí mi libro y un cuaderno y bajé raudo
las escaleras hasta el despacho de mi padre.....</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
A los 10 minutos justos
entraba D. José por la puerta....se sentó a mi lado y me pidió mi
libro de inglés<i><b>......¿esta muy nuevo no?....se ve que lo has
usado poco.....bueno vamos a comenzar por algo sencillo....dime los
días de la semana.....</b></i></div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Yo casi no podía
hablar, estaba muy asustado, balbuceando dije.... <i><b>mon...
monday....., tu...tu...tu..,</b></i><i> </i>no me dio tiempo a decir
mas, cuando me di cuenta estaba tendido sobre sus rodillas y
recibiendo un azote sobre mis nalgas por cada día de la semana a la
vez que me los repetía en voz alta.....</div>
<div align="JUSTIFY">
<i><b>¡siéntate¡ continuemos......</b></i></div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Que fácil era decirlo,
pero me ardía el culo<b>... </b><i><b>me senté con todo el cuidado
que puede, pero notaba como ese ardor se convertía en un picor
intenso....</b></i></div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Comenzó a explicarme
algo sobre verbos y adjetivos, que según decía debería
recordar.... y de pronto, no habían pasado 20 minutos cuando dejando
su explicación me pidió que le dijera los días de la semana de
nuevo.....</div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
Yo siempre había tenido
un buena memoria, eso decía D. Miguel...mi tutor en el
colegio....pero no se que me pasó...comencé....<i><b>Monday,
Tuesday, Wednesday, ...ummm...Friday, Saturday, Sunday.....</b></i></div>
<div align="JUSTIFY">
<i><b>¿Te has olvidado uno no? Si......esque....</b></i></div>
<div align="JUSTIFY" style="text-indent: 1.25cm;">
De repente estaba otra
vez en sus rodillas pero esta vez con mis calzoncillos por los
tobillos y recibiendo una y otra vez azotes al ritmo de
<i>Thurssssday.....Thursssssday....</i> no se cuantos fueron.... pero
cuando me levante ya no sentía escozor...ni picor....era un dolor
intenso y un calor que me llegó hasta la oreja cuando me cogió por
ella y me llevo hasta un rincón del despacho y me puso de rodillas
de cara a la pared.....<i><b>reflexiona y asimila...dijo bruscamente
a la vez que volvía a darme un pequeño cachete.....</b></i></div>
<div align="JUSTIFY">
<br /><br />
</div>
<br />
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 150%;">
</div>
<br />
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 150%;">
<b>......aquello era el
comienzo de un verano que nunca olvidaré........</b></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4933702659355376210.post-75550549384080222942013-10-07T21:23:00.000+02:002013-10-07T21:23:00.832+02:00The master<div style="text-align: justify;">
La escena que os pongo hoy no ofrece tanto como lo que podría prometer por el título. <i>The master</i> es una película reciente de Paul Thomas Anderson que no trata sobre una relación de dominación, o al menos no erótica, sino sobre el fundador de la secta de la cienciología. En esta tierna escena, recomendada por un atento lector del blog, uno de mis mitos sexuales, Joaquim Phoenix, pelea cariñosamente con Philip Seymour Hoffman y recibe un par de azotes durante la trifulca.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="//www.youtube.com/embed/lpYRRvfLplg" width="560"></iframe></div>
Domsofthttp://www.blogger.com/profile/14627127000300244088noreply@blogger.com1