Un lector se ha animado a escribir una historia, o al menos el comienzo de ella, de temática escolar. Estupendo porque ya hacía algún tiempo que no teníamos literatura; os dejo con ella y muchas gracias al autor, que ha diseñado él mismo la imagen de portada a partir de fotos de un simpático y pícaro modelo de Sting Pictures.
EL
INTERNADO
CAPITULO
I
—
Aquí
estamos…
”El
instituto St. James”
—
Padre,
tiene que ser una broma — murmuro el pequeño Jeff desde el asiento
trasero del auto de su padre, el señor Isaac (Ike) Evans. Leer el
letrero del internado al que sería confinado a pasar sus días le
había puesto la piel chinita. Era un lugar enorme, con grandes
jardines pero que seguía manteniendo la apariencia de un reclusorio
juvenil.
—
Ninguna
broma jovencito, te advertí que pasaría si no aprendías a
comportarte en la escuela… y sabes que soy un hombre de palabra...
así que este año vas a pasártela aquí, y cuidadito con hacer una
de las tuyas… porque a papi no le gustaría tener que venir hasta
aquí para darte unos buenos azotes… ¿entendido Jeffrey?
—
Papi,
no… por favor, no me dejes aquí… No conozco a nadie aquí, no me
gusta este uniforme… esta horrendo y pica mucho. — se quejaba el
muchacho, arrugándose el saco color azul marino que llevaba puesto.
Su padre se giró y le dio un azote duro en la mano.
—
Jovencito,
si sigues con esta rabieta estúpida… me voy a bajar del auto y te
voy a meter de la oreja hasta esa escuela… así que tú decides…
por las buenas, o por las malas. — advirtió el padre. El chico lo
miró suplicante, pero no fue hasta que el padre hizo el ademán de
bajarse del auto que tomó su maleta y abrió la puerta obediente.
—
Jeffrey
Aiden Evans. — dijo el padre y con dos dedos le indicó a su hijo
que regresara al auto; el chico rodó los ojos y regresó rendido. —
Pórtate bien bebé, te vamos a extrañar. — le dijo mientras lo
abrazaba. Ike podía ser un padre bastante estricto con sus hijos,
pero era también muy amoroso y estaba acostumbrado a tener a sus
chicos en casa. Pero dejar a Jeffrey ahí encerrado era por su bien,
tenia que corregirlo.
—
También
voy a extrañarte papito… también a mi hermano… díselo por
favor— Jeff no dejaba de hacer pucheros; quería apelar a la buena
voluntad de su padre pero él sabia que Ike era un hombre muy duro y
su corazón jamás se apiadaba para castigarlo, exactamente como en
ese momento.
—
Bueno,
vale ya… vete. — dijo el padre y le dio un fuerte azote a su
hijo. — Y no quiero que me pongas esos ojos blancos otra vez,
¿entendiste? — dijo Ike entre serio y alegre. Jeffrey solamente le
sonrió, pues hasta en el momento de su despedida su padre no dejaba
de ser tan estrictamente paternal.
Jeffrey
finalmente se metió hasta el internado; las reglas del lugar
indicaban que el chico debía entrar solo al lugar, pues estando
dentro ya no era responsabilidad de sus padres, ahora pasaba a estar
bajo el cuidado y las ordenes de los profesores, perfectos, etc.
Cuando
dos semanas antes, su padre le dijo”Estarás en el mejor
internado de Seattle” Jeff solo pensó que estaba
blofeando para asustarlo, pero ahora que estaba ahí, sí que sentía
mucho miedo… Toda su vida estuvo viviendo en L.A, en un mundo
liberal donde las reglas habían sido hechas para romperse, pero
aquí, en este internado… las reglas estaban para obedecerse, y eso
estuvo muy claro desde el momento en que su padre lo obligo a ponerse
ese uniforme gris/azul.
—
Eres
el joven Evans, ¿verdad? — preguntó un hombre, alto y muy delgado
que salió de alguna parte de los jardines. Jeff se giró a verlo y
se encogió de hombros.
—
Soy
yo… ¿Cómo lo sabe? — preguntó con miedo siquiera de ver a ese
extraño. El hombre se rio pero no en una forma buena, luego se
acercó y le puso la mano en la espalda para impulsarlo a caminar.
—
Eres
muy parecido a tu padre… lo recuerdo ¿sabes?... El era un joven
muy… indisciplinado… espero que tu no seas igual a él, cuando
tenia tu edad. — comento el hombre lleno de malicia en sus
palabras; de hecho estaba sonriendo disimuladamente, pues apenas ver
al chico se había percatado de su perfecto trasero y solo estaba
esperando el pretexto perfecto para poder hacerse con él.
—
¿Mi
padre? ¿Cómo es que…?
—
¿Lo
conozco?... Oh créeme, no quieres saberlo… no todavía, pero no te
preocupes… tenemos que discutir un par de cosas todavía,
El
hombre jamás soltó a Jeff de su agarre, y el chico se sintió
realmente incómodo cuando un montón de chicos uniformados lo
miraron muy extraño; algunos parecían tenerle pena, otros parecían
querer golpearlo y solamente uno de ellos le sonrió amablemente.
Llegaron hasta una zona de puras oficinas y el hombre tomó su mano
para conducirlo a la mas elegante pero fría oficina en la que
hubiera estado jamás.
—
Siéntate,
siéntate. — le dijo el hombre y muy amablemente le retiró la
silla para que pudiera sentarse. Jeff lo hizo con demasiada cautela y
se quedó mirando el sitio; había un montón de documentos sobre el
escritorio, un sofá negro enorme que se veía realmente cómodo, y
la ventana… daba directamente hacia la vista de los jardines, una
preciosa vista para ser exactos. — Así que… ¿sabes porque estas
aquí, jovencito? — pregunto el hombre, y se le quedo mirando
expectante.
—
Uh…
¿sinceramente?... creo que estoy aquí porque mi papá quiere
castigarme. — aseguró el niño con una sonrisita que no le pareció
nada graciosa al otro sujeto.
—
¿Por
qué querría hacer eso tu padre? — volvió a preguntar.
—
Yo,
uh… creo que hice… algunas… cosas que no debí en mi otra
escuela — comentó Jeff como si no fuera importante. El otro hombre
asintió no muy complacido y sacó el expediente del chico de su
escritorio; como Jeff era nuevo, sus papeles estaban muy a la mano.
El
hombre se puso sus lentes de lectura y echó una mirada a todo el
expediente, no pudiendo evitar que su cara dibujara un par de gestos
de enfado por todo lo que estaba leyendo en ese expediente. Era por
mucho la peor hoja de quejas que había leído en años.
—
Así
que… ¿hiciste un par de cosas malas? ¿Eh?... como… meter un
montón de ratas muertas en el baño de señoritas, tirar a una
profesora de más de 50 años de servicio por las escaleras del
segundo piso, un par de peleas, un par de suspensiones… y lo más
grave… provocaste un incendio en un laboratorio de ciencias—
narraba el hombre bastante sorprendido de escuchar tantas fechorías
cometidas por un mismo chico.
—
Bueno…
¿Qué puedo decirle?... vivir en Nueva York es muy aburrido—
comento Jeff aún sonriente. El hombre torció los labios con enojo
pues jamás había visto ese grado de cinismo en ninguno de los
chicos que veía y atendía a diario.
—
Bueno,
te diré que… Todas esas travesuras forman parte del pasado, porque
ahora estás en un colegio de prestigio… aquí las cosas son muy
diferentes a tus otras escuelas, jovencito… Aquí en St. James
tenemos unas reglas muy claras… y mas vale que las vayas
aprendiendo. — dijo el hombre y entonces le entregó unas hojas a
Jeff para que las leyera.
INSTITUTO
ST. JAMES
REGLAMENTO
INTERNO PARA ALUMNOS
- Todos los alumnos del instituto deberán portar el uniforme a todo momento, sin excepción y sin ningún cambio al mismo (solo se permiten las prendas correspondientes al uniforme, ver el código de prendas establecido)
- Los alumnos deberán asistir a todas sus clases con puntualidad
- Los alumnos deberán mostrar el debido respeto a todos los profesores, perfectos, directivos, y personal en general.
- El lenguaje de los alumnos debe ser educado en todo momento.
- Los alumnos deberán mantener el orden y el buen comportamiento en todo momento, de lo contrario se ganarán una sanción inmediata.
- No se puede caminar por los jardines en horario de clase ni en horarios fuera de los permitidos (revisar lista de horarios permitidos, sección A)
- El uso de los sanitarios es para beneficio de los alumnos. Quedan estrictamente prohibidos los actos vandálicos dentro de ellos.
- Quedan prohibidas todas las sustancias alcohólicas dentro del plantel.
- Quedan prohibidas las pastillas y cualquier tipo de fármaco que no haya sido prescrito por el médico.
- Queda prohibido el uso de los aparatos electrónicos después de la hora establecida (revisar lista de horarios permitidos, sección B)
- Los alumnos deberán dormir al menos 7 horas diarias
- Los alumnos no podrán ingerir ningún tipo de alimento fuera del menú publicado por la cafetería del internado.
- Las revisiones periódicas por el medico son obligatorias
- Quedan prohibidas todas las mascotas
- Los alumnos no podrán dejar el plantel bajo ninguna circunstancia, si no es acompañados por un adulto responsable o tutor.
*
El incumplimiento de cualquiera de las normas anteriores será
sancionado debidamente por el tutor o profesor que lo crea
correspondiente. (Revisar sección de castigos)
—¿Esto
es en serio? ¿Qué estoy, en el reformatorio? — pregunto Jeff muy
sorprendido. Jamás había tenido tantas normas y mucho menos
escritas.
—Jovencito,
quiero que bajes tu tono. — Advirtió el hombre, que ya se estaba
cansado de que Jeff hablara tan despreocupado y como si estuviera con
un igual. — Ahora revisa el horario, y la sección de castigos…
tenemos que discutir un par de cosas — le dijo y el chico obedeció.
INSTITUTO
ST. JAMES
HORARIO
PARA ALUMNOS
- El horario de clases de lunes a jueves será de las 8:00 hrs a las 15:00 hrs
- El horario de clases de los viernes será de las 8:00 hrs a las 13:00 hrs
- Los viernes se dispondrá de dos horas de educación física de las 13:00 hrs a las 15:00 hrs
- Los jóvenes deberán permanecer en sus dormitorios a partir de las 21:00 hrs en días de semana.
- Los fines de semana se impartirán clases de regularización a partir de las 8:00hrs
- Los horarios de desayuno serán de las 10:00hrs a las 11:00hrs todos los días
- Horario de comida de 15:00hrs a 16:30 hrs
- La cena se servirá a las 21:30, sin retraso u espera.
- Los horarios para permanecer fuera de los dormitorios serán de 15:00hrs a 18:00hrs todos los días.
- Los horarios de revisiones médicas serán informados el día de las mismas
*
El incumpliendo de cualquiera de las normas anteriores, será
sancionado debidamente por el tutor o profesor que lo crea
correspondiente. (Revisar sección de castigos)
—Te
recomiendo que pegues este horario en el muro de tu habitación; como
eres nuevo puedes llegar a tener problemas para recordarlo, pero que
te quede bien claro… eso no indica que voy a ser tolerante contigo…
ahora estudias aquí jovencito, y yo soy tu tutor… Richard Collins,
para que lo sepas.
—
Tengo
una pregunta… se…señor Collins — murmuró Jeff, hasta con
miedo de mencionar siquiera su nombre por alguna represalia. —
¿Cuándo podre ver a mi padre? — preguntó el chico, y el sujeto
esbozó una sonrisa.
—
Oh,
¿apenas cinco minutos y ya extrañas a papi? — se burló el
hombre. — No te preocupes por eso, tu padre es libre de venir aquí
cuando quiera, en los fines de semana… puede llevarte fuera de aquí
o puede verte en la estancia de visitas del colegio… ahora, déjame
decirte lo que espero de ti, tres simples cosas Jeffrey… solo tres:
- Obediencia
- Buen comportamiento
- Aprendizaje
—
Soy
un hombre muy poco tolerante, no soy tu amigo… soy tu tutor y estoy
aquí para asegurarme de que des tu máxima capacidad en este
colegio, para mantener tu comportamiento a raya… y a mí no me
importa tener que calentarte el culo todos los días, si con ello
consigo que te portes bien… ¿me estás entendiendo? — preguntó
el hombre y Jeff solo pudo asentir. Conocía ese tono serio muy pero
que muy bien y sabía que hacer contacto directo a los ojos no era
una buena opción.
—
Quiero
una respuesta verbal, niño. — Ordenó el sujeto.
—
Sí,
señor — murmuró el niño entre dientes; no le agradaba para nada
que lo llamaran niño, y mucho menos que lo intimidaran como el tutor
lo estaba haciendo.
—
El
tono. — volvió a murmurar el hombre, esta vez muy molesto de que
un simple niñito se atreviera a hablarle con desprecio, eso no era
aceptable. — Hablando de ello, pasemos a la sección de castigos
ya. — indicó.
INSTITUTO
ST. JAMES
SANCIONES
PARA ALUMNOS
1-
Confinamiento:
Los
alumnos que incumplan en alguna falta menor serán castigados en
habitaciones especiales, por un lapso no menor a una semana, se les
quitarán los privilegios (electrónicos) por el mismo tiempo y se
les prohibirá la salida en fines de semana o las visitas.
2-
Limpieza del lugar:
Los
alumnos que incumplan en alguna falta menor serán castigados con la
obligación de limpiar una o más estancias de la institución; todo
dependerá de la falta y la persona encargada del castigo.
3-
Azotes
Los
alumnos que incurran en una falta grave para el reglamento escolar
serán castigados por el tutor o profesor que lo crean necesario. Los
alumnos podrán ser acreedores a una sesión de azotes con cualquiera
de los siguientes instrumentos:
Faltas
de menor gravedad:
- La mano
- La pala
- La zapatilla
- El cepillo de madera
Faltas
de gravedad mediana:
- Vara
- Tawses
- Reglas
- Rebenque
- Sacude alfombras
Faltas
muy graves
- Cintos o cinturón
- Ortigas
- Birch
- Strap
- Martinete
*
Los instrumentos utilizados dependerán de la falta y el profesor/
persona adulta que impartirá el castigo. Ellos podrán decidir cuál
se utilizará, así como el numero de azotes que se dará.
—
¿Tienes
alguna pregunta sobre este punto? — preguntó el señor Collins.
Jeff se quedó pensativo, mirando la hoja de las normsa y recordando
a medida que leía cada instrumento; su padre los había usado casi
todos contra su trasero y el de su hermano en mas de una ocasión y
no eran bonitos recuerdos… pero vamos, él era su padre y por ello
tenía algo de derecho en castigarlo.
—
¿No
es ilegal hacer eso?... es hum… ¿abuso deshonesto? — preguntó
Jeff con una risita y esta vez el tutor explotó; no todos los días
tenía en la oficina a un chico que se creía demasiado inteligente
para ser castigado.
—
Jovencito…
ya eres mayorcito ¿no?... así que en teoría no deberías de tener
miedo a unos azotes en el culo… porque en teoría ya deberías
saberte comportar— dijo el hombre y Jeff no pudo ocultar su risita
simplona.
—
¿Crees
que esto es gracioso? — preguntó el hombre.
—
No.
— murmuró Jeff sin quitar la risita de su rostro; estaba claro que
se encontraba frente a un pobre patán que no había conseguido un
mejor empleo.
—
¿Entonces
de que te ríes? — exigió saber el hombre.
—
De
nada que le importe. — dijo Jeff con ironía y eso terminó por
molestar lo suficiente al hombre, quien le sonrió porque ya tenia el
pretexto perfecto para hacer lo que tanto había querido desde que lo
conoció.
—
Ese
es exactamente el problema contigo, piensas que nada importa… pero
he conocido a muchos niños como tu… siempre haciéndose los listos
conmigo, creyéndose que ya tienen la edad para tomar las decisiones
y hacer su santa voluntad… pues déjame decirte hijo, que aquí no…
aquí no eres mas que un niñito que ha venido a ser bien educado, y
a estudiar… aquí yo voy a ser como tu propio padre… me voy a
encargar de darte la disciplina y la atención que necesites… como
ahora mismo… que me parece estás pidiendo un buen ajuste de
actitud como bienvenida.
—
¿Un…un
qué? — preguntó Jeff entre titubeos, pues conocía el termino y
sabia muy bien a que se refería; pero para cuando despertó de su
lapsus mental, el señor Collins lo tenia bien sujeto del brazo y lo
estaba levantando de la silla en que estaba sentado. Luego lo
arrastró hasta una silla que extrañamente ya estaba colocada en
medio de la habitación, como si estuviera ahí lista para castigar a
los muchachos traviesos.
—
Vamos
a sacarte esto, no quiero que se arrugue. — murmuró el hombre y le
quito la corbata de un tirón, luego le quitó el saco y dejo las
cosas con sumo cuidado sobre su escritorio.
—
No,
no… espere, por favor… no he hecho nada malo. — murmuró Jeff
al sentir las manos del sujeto desabrochando su cinturón; el hombre
le dio una fuerte nalgada para callarlo.
—
Es
un ajuste de actitud, Jeffrey, quiero que la próxima vez pienses
antes de hablar… Y sobre todo, que pienses muy bien antes de
empezar con esas risitas tan sarcásticas que, como veo, te encantan.
— aseguró el hombre; le bajo el pantalón de un tirón y se quedo
mirando el pene y el trasero del chico, que se lograban vislumbrar a
través de la tela de sus Boxers negros. El señor Collins se lamió
los labios con cautela de no ser visto, y cuando su curiosidad fue
más allá desnudó a Jeffrey de cintura para abajo. Todo en ese
chico le apetecía, era como si sus posaderas hubieran sido diseñadas
para ser castigadas.
—
No,
por favor— gritó Jeff antes de que el hombre lo jalara fuerte del
brazo y lo acostara sobre su regazo.
El
señor Collins acarició las nalgas con su mano un momento, y luego
la levantó tan alto como pudo, dejándola caer con toda la fuerza
sobre el trasero de Jeff, y haciendo un sonido de eco bastante fuerte
en la habitación… La primera palmada había sido tan placentera
para el hombre, que no pudo parar…
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— No,
por favor… pare… ouww— rogó Jeff, que se había mantenido
estoico y calladito por unos minutos, pues su trasero ya estaba
acostumbrado a las zurras… La cosa era que ese hombre no parecía
tener la intención de parar; le pegaba de forma rítmica, un azote
en una nalga y luego en la otra.
— Lo
siento... solo pare… lo siento— dijo Jeff, empezando a llorar. El
ver esa reacción excitó tanto al hombre… siempre le gustaba ver
un buen culito rojo, acompañado con las lágrimas de un niño
malcriado… pero de todas formas aumentó la fuerza y continuó con
los azotes.
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El
sonido de la mano del señor Collins impactando contra el trasero de
Jeff era semejante al de una pala golpeando a un pedazo de carne, y
que decir del dolor… a Jeff le estaba doliendo montones sentir esa
firme mano pegarle a sus nalgas. Sin que él supiera su trasero ya se
había pintado de un color rojo carmesí… el color preferido del
hombre.
—
Lo
siento... no volveré a hacerlo… lo siento— rogó Jeff y entonces
el señor Collins detuvo su mano sobre su trasero unos segundos.
—
Claro
que lo vas a lamentar — dijo por fin. Había estado callado todo el
tiempo, porque disfrutaba del bello sonido que provocaba su mano al
azotar ese hermoso culito. Se remangó la manga derecha de la camisa
un poco y continuó…
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—
Y
espero que no se vuelva a repetir, porque esto no se va a comparar
con lo que te voy a dar. — dijo y por fin bajó el ritmo de los
azotes un poco, dejando una pausa entre nalgada y nalgada para
disfrutar un poco mas de ello.
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—
Ya
levántate, jovencito. — ordenó el hombre y Jeff no tuvo que
pensárselo dos veces para pararse de su regazo y poder sobar su
trasero por fin. Su piel estaba ardiendo en llamas y la picazón era
inimaginable, sin duda una de las zurras mas duras que se había
llevado en su vida y había sido solo por una risita… no quería ni
imaginarse que pasaría por otra cosa mas grave de las que estaba
acostumbrado a hacer.
Jeffrey
estaba llorando un poquito, así que el hombre no se hizo esperar
para poder tocarlo. Le subió los calzoncillos y los pantalones él
mismo, y luego le puso el saco y la corbata de nuevo, llevando sus
manos hasta la piel suave del rostro del muchacho para acariciarlo.
—
Que
sea la última vez que te ríes y me contestas así... ¿esta claro?
— preguntó el hombre con un tono que le quitó la voz por completo
a Jeff, quien solo pudo asentir complaciente. — Está bien, te
mostraré tu dormitorio.
Jeff
se dejó conducir a través de la escuela, hasta que llegaron al
edificio IV de dormitorios de los chicos. El señor Collins abrió la
puerta del edificio con una vieja y enorme llave y lo metió dentro.
Mientras Jeff caminaba por los pasillos de los dormitorios, pudo
escuchar a chicos lloriqueando y el claro sonido de unos buenos
azotes… entonces se preguntó a si mismo, ¿en dónde demonios he
venido a caer?....
—
Tu
cuarto es este. — indicó el señor Collins y por fin abrió la
puerta marcada con el número 202, dejando ver un cuarto pintado en
colores blanco con un escritorio para tareas, una lámpara y una cama
litera en la orilla del cuarto. — Tienes un compañero, que
seguramente estará en clases… así que tomate el día para
acomodar tus cosas… y… mañana te quiero en clases a primera hora
¿estamos? — preguntó.
—
Sí,
sí, señor. — murmuró Jeff, y se metió al cuarto. El señor
Collins cerró la puerta por él y no pudo evitar reírse una vez
fuera, pues la mirada de ese niño reflejaba que era uno los
malcriados y traviesos… Y él estaría muy contento de poder educar
ese rebelde pero perfecto trasero a base de nalgadas.
2 comentarios:
q suerte ojala pudiera ir aun internado asi
Fantástico relato.
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