jueves, 12 de septiembre de 2013

El internado

Un lector se ha animado a escribir una historia, o al menos el comienzo de ella, de temática escolar. Estupendo porque ya hacía algún tiempo que no teníamos literatura; os dejo con ella y muchas gracias al autor, que ha diseñado él mismo la imagen de portada a partir de fotos de un simpático y pícaro modelo de Sting Pictures.



EL INTERNADO
CAPITULO I

Aquí estamos…
El instituto St. James”
Padre, tiene que ser una broma — murmuro el pequeño Jeff desde el asiento trasero del auto de su padre, el señor Isaac (Ike) Evans. Leer el letrero del internado al que sería confinado a pasar sus días le había puesto la piel chinita. Era un lugar enorme, con grandes jardines pero que seguía manteniendo la apariencia de un reclusorio juvenil.
Ninguna broma jovencito, te advertí que pasaría si no aprendías a comportarte en la escuela… y sabes que soy un hombre de palabra... así que este año vas a pasártela aquí, y cuidadito con hacer una de las tuyas… porque a papi no le gustaría tener que venir hasta aquí para darte unos buenos azotes… ¿entendido Jeffrey?
Papi, no… por favor, no me dejes aquí… No conozco a nadie aquí, no me gusta este uniforme… esta horrendo y pica mucho. — se quejaba el muchacho, arrugándose el saco color azul marino que llevaba puesto. Su padre se giró y le dio un azote duro en la mano.
Jovencito, si sigues con esta rabieta estúpida… me voy a bajar del auto y te voy a meter de la oreja hasta esa escuela… así que tú decides… por las buenas, o por las malas. — advirtió el padre. El chico lo miró suplicante, pero no fue hasta que el padre hizo el ademán de bajarse del auto que tomó su maleta y abrió la puerta obediente.
Jeffrey Aiden Evans. — dijo el padre y con dos dedos le indicó a su hijo que regresara al auto; el chico rodó los ojos y regresó rendido. — Pórtate bien bebé, te vamos a extrañar. — le dijo mientras lo abrazaba. Ike podía ser un padre bastante estricto con sus hijos, pero era también muy amoroso y estaba acostumbrado a tener a sus chicos en casa. Pero dejar a Jeffrey ahí encerrado era por su bien, tenia que corregirlo.
También voy a extrañarte papito… también a mi hermano… díselo por favor— Jeff no dejaba de hacer pucheros; quería apelar a la buena voluntad de su padre pero él sabia que Ike era un hombre muy duro y su corazón jamás se apiadaba para castigarlo, exactamente como en ese momento.
Bueno, vale ya… vete. — dijo el padre y le dio un fuerte azote a su hijo. — Y no quiero que me pongas esos ojos blancos otra vez, ¿entendiste? — dijo Ike entre serio y alegre. Jeffrey solamente le sonrió, pues hasta en el momento de su despedida su padre no dejaba de ser tan estrictamente paternal.
Jeffrey finalmente se metió hasta el internado; las reglas del lugar indicaban que el chico debía entrar solo al lugar, pues estando dentro ya no era responsabilidad de sus padres, ahora pasaba a estar bajo el cuidado y las ordenes de los profesores, perfectos, etc.
Cuando dos semanas antes, su padre le dijo”Estarás en el mejor internado de Seattle” Jeff solo pensó que estaba blofeando para asustarlo, pero ahora que estaba ahí, sí que sentía mucho miedo… Toda su vida estuvo viviendo en L.A, en un mundo liberal donde las reglas habían sido hechas para romperse, pero aquí, en este internado… las reglas estaban para obedecerse, y eso estuvo muy claro desde el momento en que su padre lo obligo a ponerse ese uniforme gris/azul.
Eres el joven Evans, ¿verdad? — preguntó un hombre, alto y muy delgado que salió de alguna parte de los jardines. Jeff se giró a verlo y se encogió de hombros.
Soy yo… ¿Cómo lo sabe? — preguntó con miedo siquiera de ver a ese extraño. El hombre se rio pero no en una forma buena, luego se acercó y le puso la mano en la espalda para impulsarlo a caminar.
Eres muy parecido a tu padre… lo recuerdo ¿sabes?... El era un joven muy… indisciplinado… espero que tu no seas igual a él, cuando tenia tu edad. — comento el hombre lleno de malicia en sus palabras; de hecho estaba sonriendo disimuladamente, pues apenas ver al chico se había percatado de su perfecto trasero y solo estaba esperando el pretexto perfecto para poder hacerse con él.
¿Mi padre? ¿Cómo es que…?
¿Lo conozco?... Oh créeme, no quieres saberlo… no todavía, pero no te preocupes… tenemos que discutir un par de cosas todavía,
El hombre jamás soltó a Jeff de su agarre, y el chico se sintió realmente incómodo cuando un montón de chicos uniformados lo miraron muy extraño; algunos parecían tenerle pena, otros parecían querer golpearlo y solamente uno de ellos le sonrió amablemente. Llegaron hasta una zona de puras oficinas y el hombre tomó su mano para conducirlo a la mas elegante pero fría oficina en la que hubiera estado jamás.
Siéntate, siéntate. — le dijo el hombre y muy amablemente le retiró la silla para que pudiera sentarse. Jeff lo hizo con demasiada cautela y se quedó mirando el sitio; había un montón de documentos sobre el escritorio, un sofá negro enorme que se veía realmente cómodo, y la ventana… daba directamente hacia la vista de los jardines, una preciosa vista para ser exactos. — Así que… ¿sabes porque estas aquí, jovencito? — pregunto el hombre, y se le quedo mirando expectante.
Uh… ¿sinceramente?... creo que estoy aquí porque mi papá quiere castigarme. — aseguró el niño con una sonrisita que no le pareció nada graciosa al otro sujeto.
¿Por qué querría hacer eso tu padre? — volvió a preguntar.
Yo, uh… creo que hice… algunas… cosas que no debí en mi otra escuela — comentó Jeff como si no fuera importante. El otro hombre asintió no muy complacido y sacó el expediente del chico de su escritorio; como Jeff era nuevo, sus papeles estaban muy a la mano.
El hombre se puso sus lentes de lectura y echó una mirada a todo el expediente, no pudiendo evitar que su cara dibujara un par de gestos de enfado por todo lo que estaba leyendo en ese expediente. Era por mucho la peor hoja de quejas que había leído en años.
Así que… ¿hiciste un par de cosas malas? ¿Eh?... como… meter un montón de ratas muertas en el baño de señoritas, tirar a una profesora de más de 50 años de servicio por las escaleras del segundo piso, un par de peleas, un par de suspensiones… y lo más grave… provocaste un incendio en un laboratorio de ciencias— narraba el hombre bastante sorprendido de escuchar tantas fechorías cometidas por un mismo chico.
Bueno… ¿Qué puedo decirle?... vivir en Nueva York es muy aburrido— comento Jeff aún sonriente. El hombre torció los labios con enojo pues jamás había visto ese grado de cinismo en ninguno de los chicos que veía y atendía a diario.
Bueno, te diré que… Todas esas travesuras forman parte del pasado, porque ahora estás en un colegio de prestigio… aquí las cosas son muy diferentes a tus otras escuelas, jovencito… Aquí en St. James tenemos unas reglas muy claras… y mas vale que las vayas aprendiendo. — dijo el hombre y entonces le entregó unas hojas a Jeff para que las leyera.


INSTITUTO ST. JAMES
REGLAMENTO INTERNO PARA ALUMNOS

  1. Todos los alumnos del instituto deberán portar el uniforme a todo momento, sin excepción y sin ningún cambio al mismo (solo se permiten las prendas correspondientes al uniforme, ver el código de prendas establecido)
  2. Los alumnos deberán asistir a todas sus clases con puntualidad
  3. Los alumnos deberán mostrar el debido respeto a todos los profesores, perfectos, directivos, y personal en general.
  4. El lenguaje de los alumnos debe ser educado en todo momento.
  5. Los alumnos deberán mantener el orden y el buen comportamiento en todo momento, de lo contrario se ganarán una sanción inmediata.
  6. No se puede caminar por los jardines en horario de clase ni en horarios fuera de los permitidos (revisar lista de horarios permitidos, sección A)
  7. El uso de los sanitarios es para beneficio de los alumnos. Quedan estrictamente prohibidos los actos vandálicos dentro de ellos.
  8. Quedan prohibidas todas las sustancias alcohólicas dentro del plantel.
  9. Quedan prohibidas las pastillas y cualquier tipo de fármaco que no haya sido prescrito por el médico.
  10. Queda prohibido el uso de los aparatos electrónicos después de la hora establecida (revisar lista de horarios permitidos, sección B)
  11. Los alumnos deberán dormir al menos 7 horas diarias
  12. Los alumnos no podrán ingerir ningún tipo de alimento fuera del menú publicado por la cafetería del internado.
  13. Las revisiones periódicas por el medico son obligatorias
  14. Quedan prohibidas todas las mascotas
  15. Los alumnos no podrán dejar el plantel bajo ninguna circunstancia, si no es acompañados por un adulto responsable o tutor.

* El incumplimiento de cualquiera de las normas anteriores será sancionado debidamente por el tutor o profesor que lo crea correspondiente. (Revisar sección de castigos)

¿Esto es en serio? ¿Qué estoy, en el reformatorio? — pregunto Jeff muy sorprendido. Jamás había tenido tantas normas y mucho menos escritas.

Jovencito, quiero que bajes tu tono. — Advirtió el hombre, que ya se estaba cansado de que Jeff hablara tan despreocupado y como si estuviera con un igual. — Ahora revisa el horario, y la sección de castigos… tenemos que discutir un par de cosas — le dijo y el chico obedeció.

INSTITUTO ST. JAMES
HORARIO PARA ALUMNOS


  1. El horario de clases de lunes a jueves será de las 8:00 hrs a las 15:00 hrs
  2. El horario de clases de los viernes será de las 8:00 hrs a las 13:00 hrs
  3. Los viernes se dispondrá de dos horas de educación física de las 13:00 hrs a las 15:00 hrs
  4. Los jóvenes deberán permanecer en sus dormitorios a partir de las 21:00 hrs en días de semana.
  5. Los fines de semana se impartirán clases de regularización a partir de las 8:00hrs
  6. Los horarios de desayuno serán de las 10:00hrs a las 11:00hrs todos los días
  7. Horario de comida de 15:00hrs a 16:30 hrs
  8. La cena se servirá a las 21:30, sin retraso u espera.
  9. Los horarios para permanecer fuera de los dormitorios serán de 15:00hrs a 18:00hrs todos los días.
  10. Los horarios de revisiones médicas serán informados el día de las mismas

* El incumpliendo de cualquiera de las normas anteriores, será sancionado debidamente por el tutor o profesor que lo crea correspondiente. (Revisar sección de castigos)

Te recomiendo que pegues este horario en el muro de tu habitación; como eres nuevo puedes llegar a tener problemas para recordarlo, pero que te quede bien claro… eso no indica que voy a ser tolerante contigo… ahora estudias aquí jovencito, y yo soy tu tutor… Richard Collins, para que lo sepas.


Tengo una pregunta… se…señor Collins — murmuró Jeff, hasta con miedo de mencionar siquiera su nombre por alguna represalia. — ¿Cuándo podre ver a mi padre? — preguntó el chico, y el sujeto esbozó una sonrisa.
Oh, ¿apenas cinco minutos y ya extrañas a papi? — se burló el hombre. — No te preocupes por eso, tu padre es libre de venir aquí cuando quiera, en los fines de semana… puede llevarte fuera de aquí o puede verte en la estancia de visitas del colegio… ahora, déjame decirte lo que espero de ti, tres simples cosas Jeffrey… solo tres:
  1. Obediencia
  2. Buen comportamiento
  3. Aprendizaje
Soy un hombre muy poco tolerante, no soy tu amigo… soy tu tutor y estoy aquí para asegurarme de que des tu máxima capacidad en este colegio, para mantener tu comportamiento a raya… y a mí no me importa tener que calentarte el culo todos los días, si con ello consigo que te portes bien… ¿me estás entendiendo? — preguntó el hombre y Jeff solo pudo asentir. Conocía ese tono serio muy pero que muy bien y sabía que hacer contacto directo a los ojos no era una buena opción.
Quiero una respuesta verbal, niño. — Ordenó el sujeto.
Sí, señor — murmuró el niño entre dientes; no le agradaba para nada que lo llamaran niño, y mucho menos que lo intimidaran como el tutor lo estaba haciendo.
El tono. — volvió a murmurar el hombre, esta vez muy molesto de que un simple niñito se atreviera a hablarle con desprecio, eso no era aceptable. — Hablando de ello, pasemos a la sección de castigos ya. — indicó.


INSTITUTO ST. JAMES
SANCIONES PARA ALUMNOS


1- Confinamiento:
Los alumnos que incumplan en alguna falta menor serán castigados en habitaciones especiales, por un lapso no menor a una semana, se les quitarán los privilegios (electrónicos) por el mismo tiempo y se les prohibirá la salida en fines de semana o las visitas.


2- Limpieza del lugar:
Los alumnos que incumplan en alguna falta menor serán castigados con la obligación de limpiar una o más estancias de la institución; todo dependerá de la falta y la persona encargada del castigo.


3- Azotes
Los alumnos que incurran en una falta grave para el reglamento escolar serán castigados por el tutor o profesor que lo crean necesario. Los alumnos podrán ser acreedores a una sesión de azotes con cualquiera de los siguientes instrumentos:


Faltas de menor gravedad:
  • La mano
  • La pala
  • La zapatilla
  • El cepillo de madera
Faltas de gravedad mediana:
  • Vara
  • Tawses
  • Reglas
  • Rebenque
  • Sacude alfombras
Faltas muy graves
  • Cintos o cinturón
  • Ortigas
  • Birch
  • Strap
  • Martinete

* Los instrumentos utilizados dependerán de la falta y el profesor/ persona adulta que impartirá el castigo. Ellos podrán decidir cuál se utilizará, así como el numero de azotes que se dará.


¿Tienes alguna pregunta sobre este punto? — preguntó el señor Collins. Jeff se quedó pensativo, mirando la hoja de las normsa y recordando a medida que leía cada instrumento; su padre los había usado casi todos contra su trasero y el de su hermano en mas de una ocasión y no eran bonitos recuerdos… pero vamos, él era su padre y por ello tenía algo de derecho en castigarlo.
¿No es ilegal hacer eso?... es hum… ¿abuso deshonesto? — preguntó Jeff con una risita y esta vez el tutor explotó; no todos los días tenía en la oficina a un chico que se creía demasiado inteligente para ser castigado.
Jovencito… ya eres mayorcito ¿no?... así que en teoría no deberías de tener miedo a unos azotes en el culo… porque en teoría ya deberías saberte comportar— dijo el hombre y Jeff no pudo ocultar su risita simplona.
¿Crees que esto es gracioso? — preguntó el hombre.
No. — murmuró Jeff sin quitar la risita de su rostro; estaba claro que se encontraba frente a un pobre patán que no había conseguido un mejor empleo.
¿Entonces de que te ríes? — exigió saber el hombre.
De nada que le importe. — dijo Jeff con ironía y eso terminó por molestar lo suficiente al hombre, quien le sonrió porque ya tenia el pretexto perfecto para hacer lo que tanto había querido desde que lo conoció.
Ese es exactamente el problema contigo, piensas que nada importa… pero he conocido a muchos niños como tu… siempre haciéndose los listos conmigo, creyéndose que ya tienen la edad para tomar las decisiones y hacer su santa voluntad… pues déjame decirte hijo, que aquí no… aquí no eres mas que un niñito que ha venido a ser bien educado, y a estudiar… aquí yo voy a ser como tu propio padre… me voy a encargar de darte la disciplina y la atención que necesites… como ahora mismo… que me parece estás pidiendo un buen ajuste de actitud como bienvenida.
¿Un…un qué? — preguntó Jeff entre titubeos, pues conocía el termino y sabia muy bien a que se refería; pero para cuando despertó de su lapsus mental, el señor Collins lo tenia bien sujeto del brazo y lo estaba levantando de la silla en que estaba sentado. Luego lo arrastró hasta una silla que extrañamente ya estaba colocada en medio de la habitación, como si estuviera ahí lista para castigar a los muchachos traviesos.
Vamos a sacarte esto, no quiero que se arrugue. — murmuró el hombre y le quito la corbata de un tirón, luego le quitó el saco y dejo las cosas con sumo cuidado sobre su escritorio.
No, no… espere, por favor… no he hecho nada malo. — murmuró Jeff al sentir las manos del sujeto desabrochando su cinturón; el hombre le dio una fuerte nalgada para callarlo.
Es un ajuste de actitud, Jeffrey, quiero que la próxima vez pienses antes de hablar… Y sobre todo, que pienses muy bien antes de empezar con esas risitas tan sarcásticas que, como veo, te encantan. — aseguró el hombre; le bajo el pantalón de un tirón y se quedo mirando el pene y el trasero del chico, que se lograban vislumbrar a través de la tela de sus Boxers negros. El señor Collins se lamió los labios con cautela de no ser visto, y cuando su curiosidad fue más allá desnudó a Jeffrey de cintura para abajo. Todo en ese chico le apetecía, era como si sus posaderas hubieran sido diseñadas para ser castigadas.
No, por favor— gritó Jeff antes de que el hombre lo jalara fuerte del brazo y lo acostara sobre su regazo.
El señor Collins acarició las nalgas con su mano un momento, y luego la levantó tan alto como pudo, dejándola caer con toda la fuerza sobre el trasero de Jeff, y haciendo un sonido de eco bastante fuerte en la habitación… La primera palmada había sido tan placentera para el hombre, que no pudo parar…
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— No, por favor… pare… ouww— rogó Jeff, que se había mantenido estoico y calladito por unos minutos, pues su trasero ya estaba acostumbrado a las zurras… La cosa era que ese hombre no parecía tener la intención de parar; le pegaba de forma rítmica, un azote en una nalga y luego en la otra.


— Lo siento... solo pare… lo siento— dijo Jeff, empezando a llorar. El ver esa reacción excitó tanto al hombre… siempre le gustaba ver un buen culito rojo, acompañado con las lágrimas de un niño malcriado… pero de todas formas aumentó la fuerza y continuó con los azotes.


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El sonido de la mano del señor Collins impactando contra el trasero de Jeff era semejante al de una pala golpeando a un pedazo de carne, y que decir del dolor… a Jeff le estaba doliendo montones sentir esa firme mano pegarle a sus nalgas. Sin que él supiera su trasero ya se había pintado de un color rojo carmesí… el color preferido del hombre.
Lo siento... no volveré a hacerlo… lo siento— rogó Jeff y entonces el señor Collins detuvo su mano sobre su trasero unos segundos.
Claro que lo vas a lamentar — dijo por fin. Había estado callado todo el tiempo, porque disfrutaba del bello sonido que provocaba su mano al azotar ese hermoso culito. Se remangó la manga derecha de la camisa un poco y continuó…
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Y espero que no se vuelva a repetir, porque esto no se va a comparar con lo que te voy a dar. — dijo y por fin bajó el ritmo de los azotes un poco, dejando una pausa entre nalgada y nalgada para disfrutar un poco mas de ello.
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Ya levántate, jovencito. — ordenó el hombre y Jeff no tuvo que pensárselo dos veces para pararse de su regazo y poder sobar su trasero por fin. Su piel estaba ardiendo en llamas y la picazón era inimaginable, sin duda una de las zurras mas duras que se había llevado en su vida y había sido solo por una risita… no quería ni imaginarse que pasaría por otra cosa mas grave de las que estaba acostumbrado a hacer.
Jeffrey estaba llorando un poquito, así que el hombre no se hizo esperar para poder tocarlo. Le subió los calzoncillos y los pantalones él mismo, y luego le puso el saco y la corbata de nuevo, llevando sus manos hasta la piel suave del rostro del muchacho para acariciarlo.
Que sea la última vez que te ríes y me contestas así... ¿esta claro? — preguntó el hombre con un tono que le quitó la voz por completo a Jeff, quien solo pudo asentir complaciente. — Está bien, te mostraré tu dormitorio.
Jeff se dejó conducir a través de la escuela, hasta que llegaron al edificio IV de dormitorios de los chicos. El señor Collins abrió la puerta del edificio con una vieja y enorme llave y lo metió dentro. Mientras Jeff caminaba por los pasillos de los dormitorios, pudo escuchar a chicos lloriqueando y el claro sonido de unos buenos azotes… entonces se preguntó a si mismo, ¿en dónde demonios he venido a caer?....
Tu cuarto es este. — indicó el señor Collins y por fin abrió la puerta marcada con el número 202, dejando ver un cuarto pintado en colores blanco con un escritorio para tareas, una lámpara y una cama litera en la orilla del cuarto. — Tienes un compañero, que seguramente estará en clases… así que tomate el día para acomodar tus cosas… y… mañana te quiero en clases a primera hora ¿estamos? — preguntó.
Sí, sí, señor. — murmuró Jeff, y se metió al cuarto. El señor Collins cerró la puerta por él y no pudo evitar reírse una vez fuera, pues la mirada de ese niño reflejaba que era uno los malcriados y traviesos… Y él estaría muy contento de poder educar ese rebelde pero perfecto trasero a base de nalgadas.



2 comentarios:

azotamemad dijo...

q suerte ojala pudiera ir aun internado asi

La niña payasa dijo...

Fantástico relato.